5/3/10

PRESENTACIÓN LITERARIA EN VALENCIA

PRESENTACIÓN DEL LIBRO
CINCO MIRADAS SOBRE LA NOVELA HISTÓRICA
P. Godoy/J.Negrete/A. Penadés/G. Haefs/C.García Gual
Ed. Evohé




Anoche tuvo lugar, en el marco laberíntico y monumental de origen gótico, del palacio de Malferit, sede del original Museo L’Iber, en Valencia, el acto de presentación del libro de la Editorial Evohé, Cinco Miradas sobre la novela histórica, una colección de artículos que reflexionan sobre un tema que está hoy constantemente en el candelero.
La Ciudad del Turia, en olor a pólvora, y plena efervescencia sonora, preparatoria de las fiestas falleras, celebra estos días en la Universidad el Simposio sobre la Novela Histórica, al que entre otros, asisten tres de los autores que rubrican el libro, el autor germano Gisbert Haefs y los hispanos Antonio Penadés, y Carlos García Gual. Anoche no pudimos disfrutar de la presencia de este último, pero sí de los dos primeros, Haefs y Penadés, que ese día participaban en las sesiones del Simposio. En la mesa de los conferenciantes presidía Alejandro Noguera, director y alma del Museo L’Iber, investigador histórico, traductor, lector empedernido y otras muchas cosas, pero sobre todo, amante de la Historia.
La sala se llenó de acalorado -por la amistad y la calefacción- público: amantes de la historia, autores como Isabel Barceló, Gabriel Castelló, Antonio Garrido, Santiago Posteguillo, Josep Asensi, participantes en el Simposio, asistentes a diversos talleres literarios, y amigos en general; y allí, bajo un inmenso tapiz sobre Alejandro Magno, y otras antiguas pinturas que cubren los viejos muros góticos del Museo, tuvo lugar el acto.
Alejando Noguera, como anfitrión, comenzó presentando a los dos autores, Haefs y Penadés, aunque por ser menos conocido entre el público se explayó con Haefs, hablando de su obra, la publicada en España y la publicada en Alemania, mucho más extensa. Haefs es un autor versátil, y con un peculiar sentido del humor, que no sólo se ocupa de novela histórica, sino también de novela policíaca, y en general, de acción. Penadés, por su parte, ha publicado la novela histórica El hombre de Esparta, y ahora tiene en preparación su segunda obra, esta vez un ensayo sobre Heródoto.
Presentados ambos, interviniendo los tres alternativamente, se aludió al editor e inspirador del libro, Javier Baonza, bajo cuyos auspicios surgió este proyecto, enmarcado en una editorial emergente, Evohé, con grandes aspiraciones y un futuro muy prometedor; asimismo, se comentaron los distintos artículos que componen el libro, resumiendo las ideas más importantes que se barajan en él: la polémica relación entre historiadores y literatos, la difícil línea de demarcación entre novela e historia, entre tecnicismo y disfrute estético, entre investigación y evasión, en su sentido lúdico.

También se trató de la sobreabundancia de novela seudo-histórica, o novela que busca un amplio público no muy exigente, frente a la novela más rigurosa que cuida no sólo emocionar con su narración, sino que en ella no haya disonancias, anacronismos, ni alteraciones del marco histórico comprobado como real. Estos últimos temas, muy acertadamente tratados en el artículo de Pedro Godoy, así como en múltiples debates y tertulias organizados por la página web Hislibris, que desde hace años se está especializando en estos temas y todo lo relacionado con libros sobre Historia.
Penadés destacó que más grave que un anacronismo de detalle, es el desarrollar ideas o actitudes impensables en la época donde se ubican, es decir, llevar a tiempos pasados ideas actuales o planteamientos ideológicos completamente contemporáneos o al menos extemporáneos.
Haefs comentó acerca de la enseñanza de la historia, al menos en Alemania, como problemática, y también surgió entre el público la cuestión del ninguneo o el desprecio con que, en algunos casos, la parte académica de la sociedad ha castigado a autores de novela histórica, por considerárseles “divulgativos” o “menores”, “poco importantes” y “acientíficos”. Parece común el comentario de que sólo la llamada “alta literatura” es válida, aunque disfrutada sólo por élites, mientras que la llamada novela de aventuras, de acción (donde se incluyen muchos subgéneros: policíaca, ciencia-ficción, mitológica, histórica, etc) parece devaluada al ser disfrutada por un amplio público. Santiago Posteguillo, desde el público, sugirió como falsa la diferenciación entre Alta Literatura para lo que no es novela histórica, marginando grandes obras históricas como Baja Literatura, o llevándonos a considerar como Literatura no histórica obras como Guerra y Paz, por ejemplo.

Se habló, igualmente, de que el siglo XX, el siglo de los experimentos artísticos y literarios, de las vanguardias, ya hay que considerarlo como pasado y volver a retomar la novela como un medio de expresión deseable y deseado por el público, que añora que le cuenten historias. Noguera citó El nombre de la Rosa como un hito a partir del cual vuelve la revalorización de la novela histórica y su despegue contemporáneo, en parte, como puntualizó el propio Haefs, debido más a la posición intelectual y académico-universitaria de Umberto Eco, que a la propia novela.
También planteó Haefs la cuestión de la relación de los escritores de novela histórica o de acción con los escritores consagrados con lo que se ha llamado alta literatura o literatura experimental. Al parecer, en Alemania estas relaciones o no existen o no son precisamente exitosas. En España, en general, se era de la opinión de que las relaciones entre unos y otros escritores son buenas; siempre con excepciones, pero no se da un abismo entre ellos, hay un cierto espíritu gremial que les une. En mi opinión personal, quizás también porque en la literatura contemporánea española (que no en español) tampoco disponemos de pesos pesados literarios. Galdós y Blasco Ibáñez, para bien o para mal, ya no viven. Y en las generaciones literarias de los años posteriores a la guerra civil no han prosperado monstruos literarios que puedan crear rupturas entre el conjunto de los autores.

Se trató el tema del papel de las editoriales, de sus asesores o la ausencia de ellos, para encauzar la marea literaria histórica, tratando de corregir errores muy frecuentes y ayudar a los propios autores a evitar fallos garrafales. Pero este punto no quedó muy claro, ya que muchas editoriales priman las ventas y el marketing sobre otros asuntos, lo que complica el tema. Haefs apostilló contra el cambio de títulos, a veces contradiciendo los deseos del autor, por cuestión de publicidad, así como la clasificación de obras a veces inclasificables, la creación de géneros y subgéneros más enfocada a las publicaciones y a su colocación en las estanterías de las librerías.








Finalmente el público se refrescó en el zaguán del edificio, donde se nos ofreció un refrigerio y ya, libres de movernos y animados por los vinos y las deliciosas empanadillas y el aire fresco y agradable de la tarde-noche valenciana, nos entremezclamos y charlamos unos y otros hasta que cada uno fue desfilando hasta próximos encuentros.

10 comentarios:

Arturo dijo...

Una reseña súper-interesante, Ariodante. Lástima no haber podido asistir al acto, y al conjunto del Simposio. Aunque supongo que tampoco está mal que de vez en cuando seamos los de Madrid los que nos lamentemos...

Fuensanta Niñirola dijo...

Jaja, sí, es verdad; claro que este libro ya se presentó en Madrid en su momento; pero el Simposio es todo valenciano. Bueno, ha de haber un poco para todos. Y en Valencia últimamente se está moviendo mucha gente, dentro del mundo cultural. esperemos que dure y que progrese.

Isabel Barceló Chico dijo...

Un reportaje completísimo, ariodante, como si hubieras estado allí... Ja,ja. Has hecho un magnífico resumen de lo hablado y del agradabílisimo ambiente que se creó. Besos.

Fuensanta Niñirola dijo...

Como si hubiera estado alli, sí, jajaa!

Rodrigo dijo...

Qué interesante jornada, Ario.

Llamativas observaciones las de Noguera y Haefs acerca del papel de U. Eco en la revalorización de la novela histórica. No sé mucho de esto y de más que aciertan bastante -o mucho-, sólo que "El nombre de la rosa" debiera pesar por sí sola, con o sin prestigio académico de su autor. Bueno, es un detalle.

Estupendo reportaje.

Txema dijo...

Gracias por la crónica. No pude ir porque tenía una reunión de padres en el cole y agradezco el resumen.
Un besote y a ver si nos vemos mañana en las jornadas, que son de día y no de noche....

Pamplinas dijo...

Gran y pormenorizada reseña de una gran presentación. La cantidad y calidad de escritores por metro cuadrado era mucha; aún habría que añadir varios nombres a la lista enumerada en el artículo.

Por cierto, ¿Estaba la autora de la fantástica Dido, reina de Cartago entre el público? Me hubiera gustado conocerla.

Sin duda el elenco de asistentes fue un lujazo...

Fuensanta Niñirola dijo...

Estaba, Raul, estaba. Si me lo hubieras dicho, te la hubiera presentado, pero desapareciste muy pronto...O fui yo la que desapareció, probablemente. De todas formas, ella está asistiendo al Simposio, la puedes ver alli.
Hola, Txema, a ver si me puedo acercar mañana a la charla de García Gual. Espero que me dejen entrar...

Gonzalo Muro dijo...

Me encantan tus reseñas sobre actos culturales en Valencia porque, vistos los medios, parece que sólo en Madrid o Barcelona hay vida cultural. Y de todas las ideas que has recogido sobre lo que se habló en la presentación, me quedo con la de que no se puede llevar a la novela histórica las ideas y sentimientos de nuestros días y que quizá sea ésta la peor de las perversiones posibles.

Y es que creo que muchas de las novelas pseudohistóricas que llenan las librerías se basan en esa falacia. Así que me parece una oportunidad para reclamar el verdadero papel de la novela histórica y de sus autores.

Un abrazo.

Fuensanta Niñirola dijo...

Efectivamente, GWW; y a veces lo hacen de modo tan sibilino que consiguen pasar inadvertidos. Pero otras son desacradamente directos. hay planteamientos, sobre todo respecto a las mujeres, a los esclavos, el tema de las clases sociales, la cuestión del trato entre las personas, los modales, la expresión de los afectos, todo ello se descuida mucho y se tiende a enfocarlo como si fuera hoy en día. Y eso se carga una novela histórica de un plumazo, mucho más que si aparece una taza de té o de café antes de tiempo. Aunque eso también canta, pero tiene menos importancia, en mi opinión.

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