ISLA DE SAN BORONDÓN
LUIS DELGADO BAÑÓN
Ed. Good Books, 2018
Este texto compone el volumen número treinta de la Saga Marinera Española, que ahora pasa a
denominarse Episodios Nacionales
Marítimos. Y llegado a la treintena, el autor ha querido darse un respiro y
tomarse unas saludables vacaciones, o más bien, concederle esas vacaciones al
protagonista de su saga, en este caso Santiago Leñanza, quinto Leñanza
navegando por sus páginas.
Mientras en casi todos los volúmenes anteriores se
abordaba algún episodio histórico de mayor o menor importancia, con sus
momentos de batalla, tormenta, investigación, aventura y quizás algún lance
amoroso del protagonista de turno, en esta ocasión el autor, desempolvando
documentos descubre una misión real que no por absurda carece de cierto
interés. Según comenta en el prólogo el propio autor, “tuve conocimiento de una
extraña, difícil de creer como cierta y un
tanto rocambolesca comisión ordenada de forma oficial a un buque de la Armada,
no fue por legajo propio de nuestros archivos, sino por unos pliegos
pertenecientes a la documentación personal de quien fuera ministro de Estado,
don Saturnino Calderón Collantes.” Así
pues, se lanza a desarrollar una narración que, ajustándose a la realidad, roza
situaciones de cuento.
Es decir, existió al parecer la pasmosa misión de búsqueda
de esa legendaria isla, la de San Borondón, San Brandan o como quiera que se la
denomine. Una isla cuya peculiaridad es la de aparecer y desaparecer, flotar y
desplazarse como si de un navío fantasma se tratara, que desde el siglo XIV se
viene hablando de ella, muchos la han buscado o han creído avistarla. Otra
cualidad de la isla es que parece abrir una puerta a otra dimensión
espaciotemporal, a una navegación fantástica y misteriosa.
Durante los dos primeros capítulos, la narración corre a
cargo pues, del jefe de escuadra Francisco Leñanza, que a la sazón se halla
trabajando estrechamente para el ministro de Marina, D. José María de Bustillo,
al que le es encargada la misión de encontrar barco y comandante que encabece
una expedición hacia Canarias, en busca de una misteriosa isla que parece haber
sido avistada y a la que le adjudican la titularidad de San Borondón. Corre el
año 1863.
Pero tal despropósito resulta a la vez un compromiso que,
de llevarse a cabo satisfactoriamente, puede elevar las simpatías del Gobierno
hacia la Real Armada y sus perentorias necesidades de actualización. Por
consiguiente, Francisco decide aprovechar que su hijo Santiago está en dique
seco a la espera de destino, y le propone para tal aventura. Así, desde el
tercer capítulo, el resto del libro será narrado en primera persona por
Santiago Leñanza.
La idea que sobrevuela la narración, es doble, por una
parte, seguir poniendo al día del estado de la Real Armada en un momento en el
que la navegación combina la vela con el vapor, y por otra, hacer un repaso de
las leyendas y tradiciones marineras, de manera amena y relacionando realidad
con ficción de modo equilibrado. Y en cuanto a la parte novelesca, la vida de
Santiago recibirá un cambio fenomenal, una vuelta de tuerca que modificará
costumbres y futuro, proporcionándole a sus progenitores gran alegría.
La principal leyenda sobre la que gira toda la narración
es la de San Borondón, de la que tendrá el lector amplia información y detalle
a cargo del brigadier D. Facundo Lizón, un personaje que, marino y especialista
en el tema, dará una lección magistral a oficiales y personas destacadas de la
isla de El Hierro, de donde saldrá el movimiento expedicionario. Pero a lo largo de las expediciones, con las
cuales el lector aprenderá los sistemas de búsqueda utilizados para encontrar
pecios, naufragios o hundimientos de difícil localización, un miembro de la
tripulación contará diversas leyendas tan interesantes y llamativas como ésta.
Las sirenas del Cabo Picón, la leyenda de Lorelei, la del Holandés errante y
toda una serie de circunstancias históricas y geográficas que las acompañan,
amenizarán la misión imposible y a veces tediosa de Santiago, y harán que el lector, aunque no
se vea inmerso en aventuras peligrosas ni batallas emocionantes, se sienta
interesado por todo lo que aquí se cuenta, ya que, además de las leyendas y
circunstancias reales que las acompañan, se describen muchos detalles la vida
en un buque mixto, con las ventajas y desventajas de la vela y el vapor,
complementarias durante esta época.
Algunas sorpresas con la familia Leñanza cerrarán el libro
y dejarán un regusto amable y esperanzador para la siguiente entrega de la
serie, cuya larga andadura entra con buen pie en la treintena.
Fuensanta Niñirola