JOSE VICENTE PASCUAL
Versátil ediciones, 2016
Ganador
del Premio Valencia de Narrativa en Castellano 2016 que otorga la Institución
Alfons el Magnànim
Parábola o cuento del que el lector
avisado puede extraer muchas connotaciones, ideas y ecos de lecturas pasadas, la
presente es una amena narración que transita entre lo imaginario y lo real
creando un universo muy particular: ficción, con diversos elementos literarios,
a la vez que cargada de ideas filosóficas y muchas pinceladas de humor, en las
que se hace cómplice al lector, que inevitablemente entra en el juego.
Si el lector tiene a Cunqueiro entre sus
lecturas, encontrará más de un eco de nuestro insigne gallego, que también
jugaba con la realidad y la ficción de modo magistral. Pero la más poderosa
remembranza de este texto es la homérica: Homero, padre de la literatura
occidental, sembró una semilla literaria que marcó y sigue marcando toda la
escritura en Occidente. José Vicente Pascual ha mostrado esa influencia
homérica en numerosas novelas anteriores. Pero en ésta es especialmente
notoria.
La isla de Lobos a la que se hace
referencia en la novela, es una isla de ficción; como, por otra parte, el resto
de personajes, incluidos los que parecen reales.
La Isla es fruto de una erupción volcánica
cuyo cono se eleva, amenazador y misterioso, en su centro; perdida en el
Atlántico como la Utopía de Thomas
Moro es también un No Lugar, pero
también un No Tiempo, porque en ella
los años se clasifican y se recuerdan por los sucesos más importantes. La
numeración se ha perdido, las coordenadas no existen, la isla recuerda la de Nunca Jamás del cuento de Peter Pan.
Creada por un Volcán sin nombre, como el Capitán del Circe, en cualquier momento puede desaparecer del mismo modo que
surgió. Porque se nos relatan historias de un mundo que se acaba.
Los personajes que pueblan este imaginario
lugar tienen nombres elegidos con mimo y pensados al detalle, como José Vicente
Pascual sabe hacer en todas sus novelas. Incluso los sin nombre tienen un modo
de distinguirlos especial. Algunos de ellos son: doña Aguas Santas Rivero,
viuda de Don Augusto, Primer Magistrado y Ministro Único de la isla; la negra Esmeralda
(¡ay, Quasimodo!); su hija Albabella, especie de Afrodita que pastorea lobos
marinos, medio sirénida; el matón polaco Jaruzelski; Ramiro, el contador de
olas; el innombrable Capitán del Circe;
el triste librero Don Secundino; el
santero Sanaperros; el párroco de San
Atila, Don Manuel de los Garceses; el anciano Matheus /Eumeo; el viejo perro Brillo, resonancia tanto del Argos homérico como del paquete de
detergente warholiano; la bella Ariadna, suerte de Penélope a la espera del
retorno de su esposo, y La Pàrouse, personaje inspirado en el marino y
explorador dieciochesco La Pèrouse, perdido en aguas del Pacífico en uno de sus
múltiples recorridos.
El lector irá conociendo la historia de la
Isla y sus principales pobladores, cómo llegaron o nacieron allí, que es un
lugar donde apenas nacen niños, sólo de modo extraordinario. Conocerá cómo los
franceses de La Pàrouse se apropiaron de la isla echando a los ingleses que la
tenían dominada, en El año del Inglés; cómo tomó posesión de ella para España,
desplazando a La Pàrouse y su tripulación francesa, Don Augusto Rivero, que
organizó aquel pequeño territorio emergido de las aguas y lo puso en marcha,
organizando su vida, y la de sus súbditos; cómo fue desembarcada la negra
Esmeralda, en estado de buena esperanza…Y todo lo demás.
Manuel Torga es el náufrago cuya llegada
revoluciona la isla; o al menos, revoluciona a doña Aguas Santas, Primera
Magistrada y Ministra Única que, a su vez, pone en pie de guerra a las fuerzas
vivas del diminuto territorio insular.
Porque el náufrago llega amnésico: ha perdido todo recuerdo de su identidad y
pasado, pero Doña Aguas Santas teme que sea un espía francés o algo peor.
“Doña Aguas Santas Rivero, señora de Isla de Lobos y más
dueña que los mares de aquella esquina del mundo, recibió la mala nueva en la
sala de bordados donde solía acogerse para conversar en calma con la memoria
fragante de su fallecido esposo: aquel Augusto Rivero, capitán de exploradores
y hombre de genio implacable, que arrebató Isla de Lobos a los piratas
franceses cuando el mundo aún era plano y cualquier mujer amaba a los marinos
que olían a pólvora y sacrificio. A tal marido, tal hembra, decían todos en
casa. Y ninguno erró en el juicio.”
La aparición del odiseico náufrago, que
dará nombre al año presente, va a perturbar la aparente tranquilidad de los
isleños, generando trastornos como ciertos movimientos del Volcán, la inquietud
de los lobos marinos, primeros pobladores del islote, y el enfado del propio
Mar, cual Poseidón homérico.
Mientras tanto, las narraciones se
entrecruzan, los personajes trazan sus recorridos, cuentan sus historias,
dirimen temas trascendentales o cotidianos, y en suma, recrean un mundo
imaginario pero con trazas de realidad, porque ideas, sentimientos, ansias y
deseos son universalmente reales, al margen del espacio y el tiempo en los que
quiera cada autor darles vida.
José Vicente Pascual usa el lenguaje muy
libremente, rescata o inventa vocablos y locuciones, que dan a esta narración
un aire dieciochesco pero también universal. Puntúa o no según le conviene,
pero nunca impide que se entienda lo que cuenta. Consigue que el lector no se
preocupe por el tiempo ni el espacio más que para seguir la narración que le
está contando. Narrador nato, sus
historias siempre están magníficamente construidas, para captar inmediatamente
la atención del lector, que con esta obra tiene en sus manos un libro ameno,
entretenido, que contentará tanto al navegante de superficie como al de
profundidad.
Fuensanta Niñirola