
Reseña publicada en:
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El autor, Ángel Luis Vera Aranda es Doctor en Geografía, Catedrático de Enseñanza Secundaria y profesor del IES Quinto Centenario de Sevilla. Ha publicado varios artículos sobre el empleo de los medios de comunicación en la enseñanza, impartido diferentes conferencias sobre esta temática, ha sido coordinador de varias jornadas sobre educación y comunicación. Es autor de una colección de videos sobre Geografía. Ha recibido varios premios por su labor docente e investigadora.

Las grandes ciudades de nuestro pasado grecorromano, desde el punto de vista urbanístico se pueden dividir en dos categorías, según el autor: bajo el signo del orden o el del caos. Apolíneas o dionisíacas, diríamos desde un punto de vista filosófico; ciudades como Atenas o Roma, comenzaron desde muy antiguo a construirse sin orden ni concierto, por lo que el resultado es una acumulación de barrios a cual más anárquico, y, en el caso de Roma, se llegó incluso a la construcción el alturas de hasta siete u ocho pisos, debido a la superpoblación en algunos momentos. Sin embargo, fue en Grecia donde surgió la teoría urbanística del orden: el arquitecto Hipódamo desarrolla el diseño de sus ciudades basándose en la línea recta, en los planos ortogonales, o sea, de 90º. Así se fueron edificando las ciudades de nueva planta y así los romanos la exportaron a todo el imperio, a pesar de que no pudieron hacerlo con la capital. Incluso aportaron sus propias ideas novedosas al asunto: el foro sustituye al ágora griega, siendo ambos son el equivalente a la plaza mayor hispánica, el sitio donde están los edificios principales, donde se asientan los mercados, y donde la gente se reúne para hablar, negociar, hacer política y para divertirse.
Pero todas estas ciudades han sufrido a lo largo de los siglos, el acoso, derribo y en muchos casos, su destrucción total; no sólo por la mano del hombre, sino también, y a veces de modo más definitivo, de la mano de la Naturaleza. Fuertes terremotos y maremotos acabaron o dejaron absolutamente destrozadas muchas ciudades: media Alejandría está sumergida y las exploraciones arqueológicas submarinas nos han descubierto sólo una pequeña parte. Mismamente Roma, a la que dedica dos sabrosos capítulos, es una ciudad que aun hoy en día nos depara constantes sorpresas y descubrimientos: cada vez que se amplia el metro o se hacen los cimientos de una casa, aparecen capas y capas de restos del pasado.En resumen: un libro ameno, interesante y muy agradable de leer, que ala vez nos proporciona unos conocimientos básicos sobre la historia de nuestra civilización.
