KAZUO ISHIGURO
Anagrama, 2006
Premio Winifred Holtby,
esta novela alterna escenarios occidentales con japoneses. La protagonista es Etsuko, una japonesa de cincuenta años
instalada en Inglaterra, rememora momentos de su pasado en Japón, su anterior
matrimonio con Jiro y la época en que estaba embarazada de Keiko, su hija
mayor, que desgraciadamente se suicidó al establecerse en Inglaterra y ella
estaba casada de nuevo. La relación con su segunda hija, Niki, que vive en Londres
y apenas tiene lazos con su madre –el padre murió- le hace volver su mirada al
pasado.
“Keiko, a diferencia de Niki, era totalmente
japonesa, y más de un periódico se apresuró a resaltar esta circunstancia. Los
ingleses son muy dados a pensar que en nuestra raza el suicidio es algo
instintivo, como si no fuese necesario dar más explicaciones; por eso, lo único
que contaron fue que era japonesa y que se había ahorcado en su habitación.”
Etsuko recuerda su amistad con Sachiko, una amiga y vecina
que vivía sola con su hija Mariko, una niña difícil y complicada que había
vivido escenas muy dramáticas en los años de la guerra. De hecho, todas las
alusiones a la guerra y los destrozos ocasionados, físicos y morales, están
presentes a lo largo de la narración, pero, sobre todo, en la parte que narra
los años pasados en Nagasaki, su ciudad natal, con su marido Jiro, durante una
visita de su suegro, mostrando cómo las relaciones tradicionales estaban
empezando a romperse.
“Para entonces ya habían pasado los peores días.
Había tantos soldados americanos como siempre, pues había guerra en Corea. Pero
en Nagasaki, después de todo lo sucedido, aquéllos eran días de tranquilidad y
consuelo. Se tenía la sensación de que el mundo estaba cambiando.”
La relación de Etsuko con
Sachiko y Mariko es bastante ambigua; pero muestra el caos producido en ellas
tras el final de la guerra. Su amiga Sachiko tiene un amante norteamericano, y
continuamente habla de irse con él a América, pero el amigo no parece muy
decidido. Tampoco su hija Mariko desea ir con ese hombre y centra continuamente
su interés en una camada de gatitos y en sus continuas escapadas a todas horas.
Es una niña que vive salvaje sin escolarizar, y sin apenas cuidados por parte
de su madre. Etsuko está muy preocupada por ella, pero no puede hacer mucho
más. Los movimientos de Sachiko son impredecibles y peculiares: sus continuas
idas y venidas, las alusiones a un estatus superior, del que ha sido desplazada
(entendemos que por la guerra) al morir su esposo y quedar sola con la niña, la
forma de vida en esa casa desolada donde han ido a parar, todo ello da una
impresión de misterio, de ocultamiento: algo hay detrás de todo que no sale a
la luz.
La idea de la culpa, del
abandono de las tradiciones japonesas, en favor del país vencedor de la guerra,
es algo que bulle en el trasfondo de toda la narración. Los problemas del padre
de Jiro, cuando pasa con ellos una temporada, y conoce que un ex alumno ha
escrito cosas ofensivas contra él, determinan su actitud, mientras que Jiro no
da importancia a esas acusaciones. La imposibilidad de adaptarse al mundo
occidental, que en el caso de su hija Keiko como en el de Mariko les lleva a
comportamientos problemáticos, frente a la adaptación llevada a cabo por
Etsuko, que considera más tranquila su estancia en Inglaterra que los años
vividos en Nagasaki. Pero tampoco queda claro por qué y cómo decide casarse con
un británico y abandonar a Jiro.
Es una narración donde muchas cosas quedan en el aire, difusas, sin
aclarar. Más bien son mostradas como ecos de otros asuntos que han quedado
atrás, en un pasado en el que no se quiere ahondar.
Kazuo
Ishiguro (Nagasaki,1954), escritor británico de
origen japonés, se trasladó a Inglaterra en 1960. Ha estudiado en las
universidades de Kent y de East Anglia y en la actualidad vive en Londres.
Está considerado uno de los mejores escritores contemporáneos. En 1995 fue
nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico, y, en 1998, Caballero de
las Artes y las Letras por el gobierno francés. Su obra ha sido traducida a más
de cuarenta idiomas. Premio Nobel de Literatura 2017.
Fuensanta Niñirola