ANTONIO FORCELLINO
Alianza Ed., 2011
El presente trabajo es un ensayo sobre una época de cambio: el final de un tiempo y el principio de otro: el Renacimiento da paso al Barroco, a la Modernidad. El escritor, restaurador y ensayista experto en el Renacimiento Antonio Forcellino, (Vietri sul Mare, 1955), gran conocedor del tema, nos lleva de la mano en un recorrido por los grandes artistas y sus obras, tomando como base el año 1545, y saltando algunos años atrás y algunos años hacia adelante.

Los primeros capítulos del libro son dedicados a enmarcar la época y explayarse sobre los manejos del aparato ecclesial (cardenales y papas) así como las intervenciones imperiales; y desde el punto de vista del arte, nos cuenta el viaje de Tiziano a Roma, desde Venecia, que era su ciudad natal y ámbito de trabajo. Tiziano ya ha hecho un magnífico retrato de Carlos V, lo que le ha dado un inmenso empuje y fama; el papa Pablo III Farnese lo reclama en Roma. Y allá encontramos a Tiziano, que trabajará mientras un septuagenario pero aún vigoroso Miguel Ángel sigue pintando y esculpiendo, en otras salas vaticanas, así como continúa la construcción del complejo vaticano de San Pedro en manos de Sangallo y Vasari también comienza a moverse en el entorno.
De Tiziano pasa a analizar las últimas obras de Miguel Ángel, el viejo artista que en la etapa final de su vida se escoró hacia ideas reformistas, agrupándose con los Espirituales de Vittoria Colonna, lo que, según Forcellino, determinó la dirección de sus últimas obras y el espíritu que las domina. El análisis que Forcellino nos expone de la obra del florentino en la capilla paulina, La conversión de S. Pablo y La crucifixión de S. Pedro es completísimo y mantiene la tesis de que con aquellas obras el Renacimiento se acaba. El espíritu de libertad en la creación artística da paso al manierismo, que es una versión acomodaticia y propagandística de los valores religiosos que se pretenden publicitar tras el Concilio de Trento y la Contrarreforma.
Así, el principal valor del Renacimiento, según el autor, radicaba en la libertad concedida a los artistas. Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, Tiziano crearon libremente sus obras, lo que constituyó su grandeza y su genialidad. Cito textualmente: “Mientras es el artista quien idea un programa iconográfico, la creatividad le empuja de un modo natural a mirar con ojos nuevos, pero cuando el que imagina es el comitente o un delegado suyo, la posibilidad ideativa (sic) se reduce y el arte se vuelve rígido(…), tanto si ocurre a “la maniera” devota de la Contrarreforma, como si responde a la retórica “clasicista” de la Restauración francesa o al “realismo socialista” de la Rusia soviética.” (pp.162-164). Esto me parece un análisis muy lúcido. A partir de entonces surge la figura del crítico, el “vigilante del arte”, y las polémicas se desarrollan no entre artistas, como anteriormente, sino entre estos “intelectuales” como Benedetto Varchi, Paolo Giovio y Vincenzo Borghini, hombres cuya formación teórica era mayor que los artistas del momento. Y así como los grandes del Renacimiento copiaban sus figuras del natural, de modelos vivos, la siguiente hornada de artistas copiará del propio arte. Fenómeno por otra parte propio de épocas de transición y muy contemporáneo, ya que desde los ochenta y noventa del siglo pasado se ha estado utilizando la iconografía anterior como modelo o como base para crear nuevas obras, pastiches de clásicos, al margen de la calidad resultante.
En resumen, una obra excelente, que analiza una época de transición, remarcando lo esencial de cada generación artística, sus cualidades y sus características, además de darnos una visión general altamente atractiva y clarificadora, con amplia documentación localizada en el capítulo de notas, y acompañada en esa edición por muchas ilustraciones, en blanco y negro y en color de las obras que se citan en el texto.
Reseña publicada en: http://www.hislibris.com/1545-los-ultimos-dias-del-renacimiento-antonio-forcellino/