JAVIER CACHO
Ed. Fórcola, 2017
Con este libro, el científico Javier Cacho
completa una trilogía polar, tras publicar la aventura de Shackleton en la Antártida
y la competición Scott/Amundsen en la conquista del Polo Sur. En realidad,
debería haber publicado primero éste, si nos atenemos a la cronología: Nansen fue
el pionero y el mentor; nació antes que los otros tres personajes, comenzó
antes las exploraciones, y sus hallazgos e ideas sirvieron de guía a muchos
otros, principalmente a Amundsen.
Pero lo interesante del libro de Cacho,
que aborda la vida completa de Fridtjof
Nansen (1861-1930), no son sólo sus aventuras árticas, sino su completa trayectoria
vital, de lo más variada y prolífica. Se comprende, leyéndolo, que este
personaje fuera atractivo y admirado por gran parte del público, y en especial,
del femenino, ante el que ejercía una influencia aplastante, al parecer. Tenía
una buena fachada, alto y de fuerte complexión, trato afable, dominando varios
idiomas, y un esquiador más que notable. Deportista, explorador, investigador,
estadista y benefactor humanitario…¿Qué más se puede pedir?
Ilustrado con ocho páginas de fotografías
y mapas, el libro comienza la primera de sus seis partes con la descripción de
la familia, infancia y carácter del personaje que más tarde protagonizaría
horas memorables. Años de estudio y
deporte, de trabajo investigador en la universidad, pero años, también, de
pasión contenida por la aventura. Sus primeros trabajos de investigación se
desarrollaron en el campo de la neurología, curiosamente, aunque estudiaba
zoología; su primer viaje por el Ártico a bordo del Viking (un barco de cazadores de focas) lo realizó en 1882, por
aguas groenlandesas.

A su vuelta decidió su boda con Eva Sars,
de temperamento artístico y musical. En mayo de 1887 hizo su debut como
cantante de ópera. También era una notable esquiadora. Eva y Fridtjof Nansen se
comprometieron en agosto de 1889 y se casaron en septiembre.
Tras la expedición a Groenlandia, su
interés por viajar hacia el polo Norte se acrecienta, a pesar del temor de su
esposa, a quien, recién casada, no le parecía muy oportuno ser abandonada por
un tiempo indefinido y la posibilidad de enviudar tan pronto. En realidad, lo que le interesa a Nansen, como
científico, es poder probar una teoría: la existencia de una corriente marina
bajo la banquisa polar ártica, que circularía desde las islas de Nueva Siberia
hacia Groenlandia cruzando por el Polo Norte.
Finalmente se embarca en el famoso buque Fram, construido especialmente para
soportar la presión de los hielos, y
llega, por el efecto de las corrientes a una latitud muy cercana al Polo, pero
la misma deriva le hace ver que a partir de ese punto la dirección Oeste es la
que predomina. Así que, le entra el gusanillo de intentar llegar o acercarse lo
más posible al Polo, pero para no arriesgar la vida de su tripulación y proseguir
con la investigación oceanográfica inicial, intenta llegar en solitario…o
mejor, acompañado de una persona: Fredrik Johansen.
Desde el momento que se separan del barco,
que seguirá su derrota marina, el libro sigue la conmovedora aventura de Nansen
y Johansen hasta que éstos, agotadas las posibilidades de llegar al Polo,
deciden regresar. El 8 de abril de 1895, registraron su posición más al norte
en 86 ° 10'N, un nuevo récord, iniciando el retorno hacia el sur. Tras
múltiples incidencias y sufrimientos, los dos hombres pasan el invierno en la
Tierra de Francisco José y, gracias al feliz y casual encuentro con la
expedición británica de Frederick Jackson, consiguieron regresar a Noruega, en
agosto de 1896.
Finalmente coincidirán, con una diferencia
de pocos días, el retorno del Fram y
el de los dos exploradores solitarios. La narración de todas estas aventuras es
interesantísima y emocionante.

Sin embargo, en 1907, su esposa Eva
enfermó gravemente y murió con 49 años, mientras Nansen estaba en Londres. El
entonces embajador recibió un golpe del que tardó mucho tiempo en recuperarse,
quedando fuertemente afectado y afligido.
El tiempo y su nueva dedicación a la
ciencia, en este caso la oceanografía y zoología marina, fueron curando las
heridas de esta drástica separación, aún en una edad en la que su capacidad de
trabajo y rendimiento era muy grande.
Tuvo entrevistas con Amundsen y con Scott.
Amundsen, tras su aventura cruzando el Paso del Noroeste, le pidió su apoyo para conseguir el Fram
e intentar llegar al Polo Norte (aunque luego cambió de opinión y se fue
al Sur). Esto supuso para Nansen otra decepción, y olvidarse ya de aventuras
polares y abrir la puerta a generaciones posteriores, a los que brindó siempre
ayuda y consejo.
Otra desgracia familiar, en 1913 le
propinó nuevo golpe emocional: su hijo Asmund, murió con apenas diez años de
una meningitis tuberculosa.

Por todo ello, que sumado a sus
innumerables gestiones diplomáticas de sus años más jóvenes, finalmente en 1922
se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Falleció a los 68 años, sin haber
dejado de participar en todo tipo de iniciativas en pro de las víctimas de la
guerra.
