ISABEL BARCELÓ
Epílogo Histórico: Juan Carlos Moreno
Ilustraciones: Pilar Más
Mitología Gredos, 2017
Cuando alguien nombra a Medea, dependiendo
de quien escuche, es probable que piense en ópera, en teatro, incluso en cine,
visualizando a María Callas inmediatamente. Después, si le preguntamos, nos
dirá que era una terrible mujer, una hechicera que cometió muchas iniquidades a
lo largo de su vida. Los que conozcan a los clásicos, recordarán su
participación en el viaje de los argonautas: la hechicera que -por amor- ayudó a
Jasón a salvar los obstáculos para conseguir el famoso vellocino de oro. Pero
¿por amor se puede matar -o inducir a ello- al padre, al hermano, hijos, en
suma, a todo lo que se opone entre ella y su amante? Medea es el símbolo de
hasta donde puede llegar una mujer enamorada …y cuando su orgullo está herido.
Como en todos los mitos, hay distintas
versiones de este personaje, si bien el punto común es que era una mujer de
armas tomar, una mujer que se salía de los cánones: ni sumisa, ni obediente, independiente,
una mujer que sabía recurrir a todo para sobrevivir. Pero mujer al fin, no era
inmune al amor, y cayó rendida bajo las flechas de Eros. Tan profundamente
enamorada como para poner todos sus conocimientos de hechicería al servicio de
su amado, traicionando a sus propios familiares y arramblando con todo aquel
que se pone por delante y que le impide su objetivo. Pero el que una madre mate
a sus propios hijos es algo que nos resulta difícil de asimilar, por muy
malvada que sea una mujer. Entendemos la ira de una mujer abandonada por su
marido. Una mujer enamorada soporta muchas humillaciones pero difícilmente
soportará que su marido la deje por otra. Pero una venganza tan terrible…
La versión a la que se ciñe Isabel Barceló
en su relato es la del drama de Eurípides (484-406 a.C.). Versiones anteriores
imputan el infanticidio a los corintios, dolidos por el asesinato del rey
Creonte y de su hija Creusa. Al parecer,
como nos cuenta Juan Carlos Moreno en el epílogo histórico “La pervivencia del
mito” , los propios corintios convencieron a Eurípides para que en su tragedia
añadiera un asesinato más a la lista de los realizados por Medea.
Cuanto más malvado es un personaje, cuanto
más retorcido y cruel, tiene literariamente más atracción. Así, si además este
personaje lo encarna una mujer, que en la época clásica (y durante siglos
después) era poco menos que considerada una Pandora/Lilith, generadora de todos
los males del mundo, …pues miel sobre hojuelas. Los corintios se quitaban de
encima un asesinato terrible y Medea sumaba el peor de todos a su ya larga
lista de muertes. Y a través de los siglos se ha mantenido la versión griega
pasada por el tamiz de Roma, con Séneca y Ovidio.
Puesto que en otro libro de esta
colección, “Jasón y los argonautas”, ya
ha sido relatado el primer encuentro entre Medea y su amante, así como los
sucesos posteriores hasta su establecimiento en Corinto, Isabel Barceló centra
su relato en la Medea que vive en paz con su marido y sus hijos, y ejerciendo su
conocimiento de hierbas y conjuros para fines curativos. Diez años vive en
Corinto olvidando el terrible pasado.
Pero el pasado nunca muere. Y
Jasón es tentado por el poder, tras haber perdido la posibilidad de subir al
trono de Yolco. Jasón, tal y como lo presenta Isabel Barceló, no siente deseo
amoroso hacia Creusa, que apenas es una adolescente, sino más bien un ansia de poder, provocada
por la oferta de Creonte, que le quiere como yerno y como hombre fuerte,
continuador de su dinastía.
Medea es una mujer activa, fuerte, y no
está dispuesta a que se la abandone o se la guarde en el armario, no quiere ser
una segundona ni ser relegada por una jovencita, después de todo lo que ha
hecho por Jasón. Quiere la venganza, su honor está en juego, y aunque la
venganza implique que muera carne de su carne, es tal su furor que consigue
llevarla al peor, al mas horrible de los asesinatos. Es justamente este hecho,
el que hace que esta tragedia sea tan dramática. Esta es, pues, la Medea que se presenta en
este relato mitológico, el cuarto de los que ha escrito Isabel Barceló para
esta colección.