THE
CROSSING, 1994
CORMAN McCARTHY
Trilogía de la
frontera 2
Literatura Random House, 2009
Esta es la segunda entrega de la trilogía
formada por “Todos los hermosos caballos”, “En la frontera” y “Ciudades de la
llanura”. El universo creado por este escritor, además de ser fuertemente
solitario y errabundo, de hombres que se mueven en un mundo sin objetivos
claros, ideas difusas y vagas como su deambular. Un mundo donde las mujeres
pasan y desaparecen, aunque tengan su importancia. El protagonismo femenino es
solo indirecto, como un catalizador. También es una novela de iniciación a la
vida: partimos de personajes muy jóvenes, como Billy Perham, de dieciséis, e
incluso adolescentes, como su hermano Boyd, de catorce. Ambos irán madurando y
creciendo con las circunstancias, a veces terribles, otras cotidianas y
sencillas, que la vida les brinda y las que ellos mismos se buscan. Se
convertirán en hombres, quizá antes de serlo por edad.
Personajes que no parecen tener un
objetivo definido, como si su maduración se hubiera realizado tan rápida que no
les dio tiempo de asimilar las ideas, sólo los usos. Quizás sí tienen
objetivos, pero el lector no los conocerá hasta el final. A menudo esos
objetivos se ven truncados por las circunstancias, por lo que han de cambiar
planes y recorridos, dar vuelta a sus caballos… o cambiar de monturas.
La soledad es la gran protagonista, por
encima de los propios personajes. La novela está situada en los años de
entreguerras, la Gran Depresión y el comienzo de la II GM. En un mundo que se
agota, el Billy Perham recorre los caminos y senderos a un lado y otro de la
frontera con México, como un fantasma; en realidad casi lo es, puesto que todo
su mundo y lo que representa se está difuminando, él mismo parece difuminarse a
veces, fundirse con su montura y con el paisaje que le rodea. Siempre a lomos
de alguno de sus caballos, (Niño, Bird,Tom,
Bayley) con los que tiene una relación muy estrecha, no sólo física sino
emocionalmente, cuyo protagonismo iguala al humano Toscos,
huraños, en estado primitivo, jinetes fronterizos recorriendo territorios
semisalvajes, como el México al otro lado de la frontera, un país donde la
Muerte y la Vida no tienen demasiado valor y la transición entre una y otra es
constante.
Curiosamente, todo su
despliegue de actividad, todos sus viajes y búsquedas, sus esfuerzos y
sufrimientos son ciegos, carecen de sentido aparente, no van a tener otro
resultado que la muerte. El propio autor, en una entrevista, afirma: “Cada
carretera acaba en la muerte. O peor. Cada amistad. Cada amor.” Y efectivamente
esa idea parece flotar sobre toda la novela. McCarthy asegura que cualquier escritor que se precie de serlo ha de
escribir sobre la muerte y Dios. Dicen algunos que está influenciado por Shakespeare, Melville y Faulkner,
aunque yo encuentro que la sombra de Faulkner es la más poderosa: McCarthy bucea
en las procelosas aguas donde Dios y la Muerte se entremezclan.
Hay como una obcecación
continua en el comportamiento de Billy Parham. Como si una fuerza interior, un fatum, destino o como se quiera, le
obligase a seguir ese camino o a cambiarlo. Pero también los personajes que le rodean, pasajeros de la
historia, son tozudos a su modo. Los gitanos que trasladan el avión despiezado,
la chica que sigue ciegamente a los hermanos, el empecinamiento de Billy con la
loba (en la primera parte), el comportamiento silencioso del propio Boyd, etc.
son ejemplos de esta idea que se destaca en la lectura de la novela.
Otra característica que se
puede destacar es que en muchos tramos la acción, ya de por sí lenta, se
paraliza por la introducción de una narración nueva, alguien que cuenta una
historia y que el protagonista escucha con atención, aunque no tenga nada que
ver con él. Y a pesar de la lentitud, siempre hay momentos en los que un hecho
desmota radicalmente todo lo que uno espera: como en el caso de la loba o como
cuando Billy inicia retorno a su hogar y
se va encontrando diversos personajes como el maronita enclaustrado en una
vieja iglesia de un pueblo devastado por un terremoto, Huisiachepic, perdido
entre las montañas mexicanas. Y este personaje le cuenta la historia de otro
hombre, motivo por el que llegó a esa perdida aldea. Las descripciones son
meticulosas, detalladas, a veces repetitivas. Esto puede parecer decimonónico,
pero crea un clima, hace que el lector se sienta bajo la piel del protagonista.

En suma: una novela que hay que leer con
tiempo, sin prisas, que lentamente va atrapando al lector con bruscos e
inesperados giros, con perspectivas siempre cambiantes, siempre haciendo
reflexiones implícitas sobre la vida y la muerte, y el transitar humano por sus
caminos. Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. Un clásico.
Fuensanta Niñirola