JEMMY BUTTON
Rufino Fernández
Evohé Ediciones, 2013
¿Qué es la civilización? ¿Sería
preferible la vida natural y primitiva, como preconizaba Rousseau? ¿O
necesariamente los humanos estamos abocados a progresar adecuadamente? Tenemos
en nuestras manos una historia que nos lleva a reflexionar sobre estas ideas.
No, no se trata de un texto filosófico. Ni siquiera es una novela propiamente,
aunque el texto está novelado y dramatizado. El autor, haciendo un esfuerzo de
imaginación a la vez que documentándose intensamente, ha querido escribir las presuntas
memorias de un indígena fueguino, que tuvo la suerte -o la desgracia- de ser
“elegido”, junto con otros tres indígenas, contra su voluntad (o más bien, a
pesar de su voluntad), para ser llevado a la civilizada Inglaterra de
principios del siglo XIX.
La goleta británica Beagle, comandada por el capitán
Fitz-Roy (que después volvería a navegar con un pasajero famoso, un tal Darwin…)
en su viaje exploratorio por la Tierra de Fuego y la Magallania, captura a un
grupo de jóvenes fueguinos, como represalia por el robo de una ballenera; y de
ahí surge la idea de llevarlos a Inglaterra, enseñarles idioma y costumbres y
devolverlos, “culturizados”, a su país natal, para ayudar a los misioneros que
intentan civilizar indios en tan alejadas tierras australes. Uno de estos
pasajeros excepcionales es Jemmy Button, cuyo nombre originario era
Orundellico, pero que es rebautizado como de tal nombre porque su llegada a la Beagle se produce por medio de un
intercambio: el capitán ofrece un brillante botón nacarado a cambio del chaval.
Y los demás fueguinos van recibiendo nombres según el modo en el que llegan al
barco: Fuegia Basket, York Minster y Boat Memory.
Pues bien, Rufino Fernández se
introduce bajo la piel del fueguino y trata de mirar el mundo con sus ojos.
Tarea harto difícil y poco menos que imposible en su totalidad. Desde una mente
contemporánea no podemos saber qué pensaba un indígena, ni siquiera si su
sistema racional se asemejaba al nuestro, probablemente no. Pero al menos, lo
intenta y consigue bastante verosimilitud. Se trata del relato, a modo de
recuerdo, que este fueguino hace a su retorno de la metrópoli, años después,
una vez de nuevo en su país natal.
Tras haber aprendido rudimentos
del idioma y costumbres británicas, asistiendo además a una escuela en
Inglaterra (donde los fueguinos son inmediatamente detestados y marginados por
el resto de niños) y presentado al rey Guillermo y la reina Adelaida, Jemmy Button es una especie de híbrido. De
comer carne de foca e incluso carne humana, pasa a tomar el té con sándwiches de
pepino, tostadas con mantequilla y bacon para desayunar. De ir apenas
semidesnudo y cubriéndose con pieles de guanaco, a llevar guantes, zapatos con
hebilla, corbatín y ropas cuidadas.
Jemmy Button va, pues, recordando
su infancia y adolescencia, sus ancestrales costumbres y creencias, cómo fue
cambiado por un botón y llevado al barco, la vida a bordo, la vida en la
metrópoli, y las relaciones con los otros fueguinos, sobre todo con la única
mujer, Fueguia Basket, y con York Minster, mucho mayor que él, con quien
mantiene una constante enemistad. Es inevitable la comparación de mundos, de
miradas y de costumbres. De algún modo Rufino Fernández usa este tema para
resaltar la ingenuidad del “buen salvaje” frente al retorcimiento
civilizatorio, a la maldad o a las brutalidades que también conlleva la
civilización. A mi modo de ver es imposible la comparación, pero sí es
literariamente interesante presentar esa mirada ingenua. Y el estilo
entrecortado usado, la simplicidad de descripciones, que se amplían cuando
hablan de la naturaleza o los animales, pero que se quedan cortas con las
personas, que al fueguino le resultan incomprensibles, todo ello conforma un
clima de primitivismo.
La vida en espacios cerrados, las
costumbres, las relaciones humanas, resultan incomprensibles para Jemmy, y una
vez retorna a su tierra natal resurge su naturaleza salvaje como un ave fénix.
Toda la historia que se nos cuenta, salvo algunos detalles obvios, está basada
en las anotaciones tanto de los diarios del capitán Fitz-Roy como en el libro
del propio Darwin, Viaje de un
naturalista alrededor del mundo, donde dedica un largo capítulo a Tierra de
Fuego y los fueguinos llevados a Inglaterra, en especial a Jemmy Button, quien
parece haberle resultado muy buen compañero de viaje. En su libro, Darwin hace
este comentario: «Aunque hayan pasado solo tres años con hombres civilizados,
no dudo de que nuestros tres fueguinos hubieran sido mucho más felices
conservando nuestras costumbres, pero no era posible. Hasta temo mucho que su
visita a Europa les haya sido perjudicial.» Probablemente ocurriría así.
Con una cuidada edición que incluye
mapas, fotos y grabados y una magnífica portada, en la que se encuentran simbolizados
tanto la vida salvaje como la ciudadana y la náutica, la Editorial Evohé nos
presenta esta novedad, que seguramente interesará a los amantes del género
aventuras como a los de la literatura en general.
Ariodante