VICENTE
BLASCO IBÁÑEZ
El Caballero de la Virgen, es la segunda pieza
de un proyecto literario alimentado por el autor que no llegó a realizarse más
que en sus dos primeras partes, dada su muerte relativamente prematura (a los
61 años). El proyecto era una tetralogía sobre el descubrimiento de América: a
esta obra precede otra que trata sobre Colón y su primer viaje, En busca del
Gran Kan; la tercera trataría de Hernán Cortés y México, y la última se
dedicaría a Pizarro y Núñez de Balboa. Las dos obras que consiguió escribir, se
publicaron póstumamente, en 1929.
Gascó-Contell,
periodista y amigo de Blasco, nos cuenta al respecto que “En busca del Gran
Kan, publicada en febrero de
1929, tres meses después de fallecido el insigne novelista, es la novela de
Cristóbal Colón y del Descubrimiento. Ya Blasco había tratado extensamente esta
evocación histórica en Los argonautas. Pero el tema le sigue atrayendo,
ahonda en él, seducido por el equívoco de aquella ingente figura, en cuya vida
hubo tantas zonas de sombra todavía no iluminadas; y a la vez que traza una
gigantesca pintura del personaje “de las dos tumbas y de las catorce cunas”
narra la esforzada epopeya marinera poniendo en relieve toda su substancia
nacional, toda la parte decisiva que tuvo en el acontecimiento la aportación
española. El caballero de la Virgen (otra novela póstuma, publicada en noviembre de 1929) es
narración independiente de En busca del Gran Kan; pero que la continúa
en el sentido de pasar a describir la epopeya de la Conquista, inmediata a la
del Descubrimiento. Es la novela de Alonso de Ojeda, personaje también evocado
en Los argonautas, cuyo protagonista, un Ojeda moderno, supónese descendiente
del Caballero de la Virgen.
Y la serie iba a proseguir. En planta tenía Blasco
La casa del océano, que sería la novela de Vasco Núñez de Balboa y del
mar Pacífico; El oro y la muerte
y otras novelas sobre Magallanes, Cortés, Pizarro, etcétera. Pensaba él
que fuesen a modo de poemas en honor de las verdaderas glorias españolas y que
representase, en cierto modo, una novedad literaria por transcurrir su acción
en la época moderna, siendo al propio tiempo una vasta evocación del pasado.”(GASCÓ-CONTELL, GENIO Y FIGURA DE
BLASCO IBÁÑEZ, Public. Del Ayto. de Valencia, 2012)
Novela independiente aunque
continuación de la anterior, nos sitúa en las recién descubiertas islas
antillanas, y Blasco retoma a sus personajes de ficción, Fernando Cuevas y
Lucero, afincados en Isabela y posteriormente trasladados a Santo Domingo,
ciudad emergente que será la sede del Virreinato. Estos personajes sirven al
autor como hilo conductor para ir enlazando las historias de unos y otros
descubridores. De hecho, si bien esta
novela sigue la vida de Alonso de Ojeda desde que se embarca para Indias hasta
su muerte, en realidad la novela abarca mucho más, porque nos cuenta no solo de
este peculiar capitán y descubridor, sino de otros muchos que -en relación o en
oposición con él-, van desfilando por estas páginas. Así, sabemos de los
primeros pasos de Hernán Cortés,
Francisco Pizarro, Valdivia, Núñez de Balboa, Nicuesa, Enciso, Rodrigo de
Bastidas, y un largo etcétera. Asimismo,
continúa Blasco contándonos de las aventuras de Colón, de sus siguientes viajes
y de la desastrosa administración que mantenía (él y sus hermanos Diego y
Bartolomé) y que llevó a los Reyes Católicos a quitarle el monopolio que al
principio le habían concedido. La desaparición de este monopolio es el
detonante que dispara la formación de múltiples y muy variadas expediciones
indianas, no tanto por el afán de descubrir tierras…como el de descubrir oro y
riquezas.
La eclosión de esta multitud de
gentes ansiosas de probar fortuna en las nuevas tierras, que ya nadie considera
(como Colón sigue manteniendo hasta el fin de sus días) como Asia, sino como un
nuevo continente, se produce de modo desordenado y caótico, y ya no es tanto
protegida económicamente por la corona (que, metida en guerras en el Mediterráneo,
no está para pagar expediciones) como por particulares, gente adinerada que
invierte en expediciones con la intención de aumentar su riqueza.
Los problemas se acumulan en
las nuevas tierras: los buques que van llegando de España traen principalmente
aventureros y guerreros, pero lo que necesitan los colonizadores son
precisamente colonos: agricultores, carpinteros, artesanos, gente que edifique
ciudades, y sobre todo, familias. Familias que se aclimaten y vivan en aquellos
espacios nuevos. Todo eso irá llegando, pero más tarde, cuando se masifique el
deseo de probar fortuna allende los mares.
Otro hecho que destaca Blasco
en su narración es las constantes inquinas y pendencias entre los que van
poblando las tierras, la competencia constante entre los gobernadores de cada nueva tierra descubierta, entre los
promotores de cada una de las nuevas expediciones, las luchas intestinas,
traiciones y bellaquerías, incluso el nacimiento de la piratería en el Caribe.
La explicación la halla sobre todo por el ansia de poder, por la consecución de
tierras en propiedad, cargos, prebendas …y oro.
Rememorando los sucesos
pasados, Fernando Cuevas relata como conoce al capitán Alonso de Ojeda, al mando de uno de los navíos
que componen la siguiente expedición de Colón, en el que volverán a las nuevas
tierras descubiertas, con la imaginación cegada por el oro del cual el
Almirante estaba tan seguro de encontrar a manos llenas. Pero del oro apenas si
hay rastros. Se da noticia de él, pero siempre está lejos. Alonso de Ojeda, una
vez establecido en Isabela, se da cuenta de que aquello no es lo que pensaba.
Inicia exploraciones hacia el interior de la isla, en busca del ansiado metal,
y descubre su brillo en las montañas de Cibao, exploraciones que les llevan a
conocer a la famosa reina Anacaona (Flor de Oro), y que al parecer cautiva a
don Alonso…y a Cuevas. Las luchas con
los caciques indígenas son a veces muy cruentas. Ojeda, que llega con veinte
años a La Española, cobra fama inmediatamente por su arrojo y valentía, así
como por su invulnerabilidad en las batallas, supuestamente por la protección
de la Virgen, cuya imagen lleva consigo siempre, cual talismán, y le tiene gran
devoción.
En Isabela, las reacciones en
contra de Colón, enfermo y desencantado, se suceden. Hay conatos de sublevación
que Colón reprime, pero luego deja a su hermano Diego al mando de la ciudad y
parte en una expedición hacia Cuba, llevándose tres carabelas. Los buques que
quedan en Isabela son capturados por los insurgentes, que no soportan el mandato
del hermano menor de Colón. En la segunda parte, El oro del rey Salomón,
Blasco cuenta como Ojeda, tras seis años en España, retorna y se ocupa de
guerrear contra los caciques que detentan las minas descubiertas en La Española;
se lanza en una búsqueda compulsiva del oro, mientras Colón es llevado
encadenado a España, acusado de diversos fraudes y de su mala administración. Blasco
presenta a la familia Colón como a una desafortunada especie de clan
endogámico, dirigidos por un visionario, el Almirante, que cada vez estaba más
convencido de sus visiones y menos creído y seguido por la gente, que le seguía
viendo como un extranjero y un lunático.
Ojeda, mientras tanto, explora
la costa de Tierra Firme, descubre la Pequeña Venecia o Venezuela, de Panamá con su amigo Juan de la Cosa y sus
aventuras con los indios, que acabarán con la vida de su amigo y gran
cartógrafo.
Los viajes que Alonso de Ojeda hizo por las costas de lo que llamaban Tierra
Firme, o Veragua, es decir, por los territorios de lo que hoy son Venezuela,
Colombia y Panamá, resultaron un fracaso. Tuvo que enfrentarse con toda clase
de adversidades, sobre todo con un ambiente selvático y agresivo, así como con
una población indígena francamente hostil.
El pasaje con la muerte del cartógrafo y piloto Juan de la Cosa es de
una intensidad dramática tremenda. Agobiado por todo tipo de carencias, Ojeda intentó
regresar a Santo Domingo en busca de recursos en un barco pirata en lastimoso
estado, con el que consigue finalmente llegar por un punto no identificado de
Cuba. La travesía es un infierno y allí pierde su poder y su fama Ojeda, pese a
conseguir salvarse.
Destaca Blasco cómo los
españoles sufrieron para aclimatarse y aprender a alimentarse con los productos
de los lugares que conquistaban; las hambrunas se sucedían constantes. Soportar
el clima tropical también les resultó
arduo y difícil, produciéndoles múltiples enfermedades y muertes. No fue tarea
fácil la colonización de América. Con el gobernador Ovando llegaron multitud de
colonos, familias enteras decididas a salir adelante en aquellas tierras, a
vivir cultivando el terreno y adaptando las semillas traídas de España. Esto
supuso el engrandecimiento de Santo Domingo como ciudad y el progreso de la
isla en general, así como el desvío de múltiples expedicionarios a Tierra
Firme. La institución de las “encomiendas” y los inicios de lo que más tarde se
llamarían “ingenios” para el cultivo de
caña de azúcar, se produce a partir de estas fechas.
En la tercera y última parte, El
ocaso del héroe, cuenta la deriva y la decadencia de Ojeda, que tras su
dramático fracaso en Veragua es herido por las flechas emponzoñadas, quedando
desolado por la terrible muerte de su amigo y piloto el cartógrafo Juan de la
Cosa, se ve en la necesidad de embarcarse en un buque de piratas al mando de un
tal Talavera, sufriendo tempestades llega hasta Cuba, deambulando un mes por la
isla, en los manglares, viviendo un infierno y perdiendo el apoyo de su famosa
Virgen. Se narra, asimismo, las aventuras de Enciso en su expedición para
salvar lo que quedaba de las tropas de Ojeda, su encuentro con Pizarro, con
Balboa y Nicuesa…y su desconocido final. Y narra el triste final de Ojeda, que,
abandonado de todos y humillado, muere,
renunciando a comer, en Santo Domingo en 1515 o 1516. Su
último deseo es que sus restos sean sepultados en la entrada del Convento de
San Francisco, para que todo el que cruzase el umbral pisase su tumba como
desprecio por los pecados cometidos.
En suma, la historia de
los primeros descubridores y de los comienzos de la colonización, desde que se
abre la veda y los expedicionarios pueden constituir libremente sus viajes y
hacer realidad sus proyectos. Los problemas con Colón, al que a pesar de hacerle
responsable (a él y a sus hermanos) de la mala administración y muchas matanzas
y desgracias sucedidas, aunque sigue siendo el descubridor y le trata con
cierta indulgencia, destacando siempre que fue mejor marino que político. Pero
tampoco a los demás Adelantados, Gobernadores y Virreyes les salva de cometer
muchas equivocaciones, corrupciones y tiranías. Y a los aventureros y
exploradores los presenta como más ansiosos por las riquezas y el poder que por
el honor, el interés del propio descubrimiento o la extensión de la religión. Las
eternas luchas intestinas que ocurrían en España, se reproducían en las nuevas
tierras conquistadas, originando gravísimos problemas, y retrasando un proceso
que podría haber sido mucho más efectivo y seguro si hubiera estado bien
dirigido. Pero la lejana metrópolis tenía otros problemas y no parecía estar
muy interesada en apoyar la conquista. A las Indias se iban los segundones de
las casas nobles, los delincuentes perseguidos en España, y los desesperados
que trataban de encontrar una nueva vida. Además de militares sin destino, y
aventureros en pos de una fortuna que les faltaba en su propio país. No fue
hasta que empezaron a instalarse las familias enteras y a trabajar el suelo, crear industria y
ciudades, que la colonización tuvo realmente una extensión y un progreso.
Pero Blasco dejó su
proyecto inacabado. Los restantes libros que pensaba escribir quedaron en el
aire, pospuestos eternamente por su fallecimiento.
Vicente Blasco Ibáñez (Valencia, 1867,
Menton, Francia, 1928), escritor, ensayista, periodista, viajero, político,
hombre de acción, como solía definirse. Realizó estudios de Derecho (que no
ejerció nunca) en la Universidad de Valencia; entre 1898 y 1907 participó en
política como diputado republicano; más tarde, huyendo quizá de un fuerte
enamoramiento, marchó a La Argentina, donde pasó años tratando de sacar
adelante una hacienda, perdiendo dinero y amigos; luego marchó a París,
volviendo con su amante y coincidiendo con la primera Gran Guerra, sobre la
cual escribió la obra que en el cine le haría famoso: Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Con el telón de fondo de la guerra escribió otras, como Mare Nostrum o Los
enemigos de la mujer. Desde que se
afincó en Francia, realizó diversos viajes y su obra se hizo más cosmopolita,
abandonando los temas regionalistas y costumbristas así como los políticos. En
sus últimos años concibió su proyecto de novelas históricas, que comenzó con
las de los papas españoles y siguió con los descubridores. De una grande y
variada producción literaria, autor controvertido y versátil, consiguió en vida
bastante éxito con la literatura, siendo incluso algunas obras suyas llevadas
al cine en época temprana. Escribió su obra en castellano en su totalidad.
Fuensanta Niñirola