ELENA CASERO
Ed. Talentura, 2013
En esta su primera novela, que
fue publicada por primera vez en 1996 y
ahora reedita Talentura, Elena Casero
aborda el tema de la soledad, el desamor, la pasión soterrada, y el
recuerdo del tiempo pasado. Es una novela a dos voces, la intemporal y la
personal, que es la expresión del pensamiento de Gracia mediante sus cartas;
cartas que nunca enviará al correo y de las que no espera respuesta.
La protagonista es Graciela/Gracia,
mujer de mediana edad, que afronta ya su madurez otoñal al tiempo que recuerda
la primavera y el verano de su vida, pasados en otra tierra, en la lejana
América. Huyendo de una vida que no la
satisfacía, de un amor que no era amor
sino solo deseo, viene a enterrarse en otra vida insulsa y demencial, rutinaria
y constreñida, una vida sin amor, sin deseo, sin pasión, y con el único
consuelo de la religión y las glorias patrias. Una tierra distinta y distante,
unas gentes anodinas y desgraciadas.
Muy mal debía sentirse Graciela,
al no sentirse correspondida en su amor, para tomar la decisión de cruzar el
océano y venir a España, abandonando todo y dejando atrás costumbres, amor,
amistades,….en una época en la que no se vivía, sino que se sobrevivía. Una
época de misa, (para las mujeres) toros y futbol (para los hombres). Incluso
desea cambiar de nombre para borrar toda ligazón con ese pasado que no quiere
continuar. Sabemos de ese amor por las cartas que, a partir de un olor
descubierto un día, Gracia (nombre que ha elegido al instalarse en su nuevo hogar) comienza a
escribir, refugiada en su habitación, evitando las miradas de Julia, guardando
una tras otra sin enviarlas. No sabemos si realmente hay alguien para
recibirlas o ha sido todo ficción. Lo cierto es que ella se dirige a un Luis/
Lucho, (también usa el doble nombre, a veces el argentino, a veces el español)
al que cuenta cómo se siente y cómo se sentía cuando estaba junto a él.
Por otra parte, Gracia tiene una
peculiar relación con las personas que la acogen en España: un primo lejano,
Julio, y su esposa, Julia. Una pareja sin hijos, monjil,
ambos Julios la miran y tratan con distanciamiento, con extrañeza, con
deseo refrenado o con celos también disimulados, pero siempre marcando las
distancias. En realidad la tratan casi con la misma distancia que se tratan
entre ellos. Porque ambos, Julio y Julia son como dos desconocidos que conviven
bajo el mismo techo.
Sin embargo, Gracia crea una
cierta relación con el cura, Don Gabriel, que le escucha sus confesiones, que, a
falta de otra cosa, cubren la necesidad de contar su vida, deseos e íntimas
pulsiones. Gracia lleva una doble vida,
como su doble nombre: una física, tangible, anodina y triste; otra mental, libre,
en la que deja volar alma, imaginación, deseos y recuerdos. ¿Cuál de las dos es
ella? Da la impresión de que las dos. Los años fingiendo el papel de virgen y
casta le pasan factura. Finalmente ya todo le da igual. Incluso ese amor de su
vida, abandonado en tierra americana.
El tono de la narración es amargo,
y desprende un aroma a tristeza, a soledad,
al tiempo que un manifiesto deseo de amor, aun sabiendo que es
imposible. Aún no vemos aquí ese
humor que puebla las siguientes narraciones de la
autora. Es un texto mucho más crudo, dramático y desolador. Finalmente hay un
amago de esperanza en el cambio de actitud tanto de Julia como de Gracia, que
han de convivir lo que les queda de vida.
Elena Casero (Valencia, 1954) es diplomada en Turismo, y trabaja en
una multinacional. Ha publicado tres novelas, Tango sin memoria (1996), Demasiado
tarde (2004), y Tribulaciones de un
sicario (Policarbonados, 2009), y el libro de relatos Discordancias (Talentura, 2011).
Ariodante