JUAN ESLAVA GALÁN
2006
Con
esta novela, el autor jienense vuelve a tierras andaluzas, tema que le es tan
grato. Con la artillería tardomedieval y prerrenacentista como marco en el que
se desarrolla la narración, cuyo protagonista es Orban, el herrero búlgaro,
enviado por el sultán Bayaceto al angustiado Boabdil, rey granadino asediado
por los Reyes Católicos, para que le ayude en la construcción y manejo de
cañones, bombardas, espingardas y demás
artillería. Con esa excusa, Juan Eslava narra la toma de Málaga, Almería y
Granada (el reino de Granada).
El
hecho de que el protagonista sea búlgaro, y que no sea ni cristiano ni musulmán
(aunque sirva a ambos) hace que veamos ambos bandos desde dentro y que no se
decante la narración por uno u otro. Tanto los moros como los cristianos tienen
sus problemas internos, y muy graves, aunque en algún momento de la obra
alguien dice que mientras los cristianos miran hacia el futuro, hacia la
libertad, los moros siguen mirando hacia el pasado, lo que les anclará en el
medioevo para siempre.
Orban,
pues, primero sirve a El Zagal en Málaga, y así conocemos el sitio al que
Fernando de Aragón somete a la ciudad en 1487, los sistemas de ataque y los
defensivos (bastante penosos) y cuando la ciudad cae, Orban es cautivo y es reutilizado
por Fernando como artillero y apreciando sus amplios conocimientos sobre las
fundiciones y demás construcciones férreas. Pero las circunstancias, una vez en
las cercanías de Granada, hacen que el herrero
mercenario vuelva a cambiar de bando, por lo que vivimos desde dentro el
desmoronamiento del reino moro y finalmente, su caída. Conocemos el fragor de
la batalla, vemos correr la sangre, sabemos de las intrigas políticas entre los
nobles de un bando y otro, los movimientos estratégicos y las tácticas de
batalla. Las dudas y pusilanimidad de Boabdil, las férreas directrices de su
madre, Aixa, las tensiones entre El Zagal y El Zegrí…Esto en cuanto a la
narración histórica.
En
cuanto a la historia de los personajes, el autor dibuja una trama en la que
aparece una mujer, Isabel. Una mujer que hará revivir al búlgaro, que vive/vaga
como una sombra, sin afectos ni goces, hundido en su dolor desde la muerte de
su esposa, allá en Estambul. Isabel es una cristiana, una aldeana de Castilla a la que el deán de Toledo escoge
como barragana a la tierna edad de trece años, y con la que convive y mantiene
una pasión desmesurada y violenta hasta que es hecha cautiva por los moros,
integrándose al harén del sultán de Málaga, que a su vez la toma como favorita.
Ha pasado, pues, Isabel por varios hombres, es una mujer arisca y arriscada,
como la describe el autor, ...pero a Orban le recuerda a su esposa muerta,
quedando prendido y prendado de ella desde el primer momento en que la ve.
Orban
es hombre de una sola mujer, es fiel y honrado. Isabel no conoce la honradez en
un hombre, sólo la lascivia, el deseo y la violación, como parece ser la
costumbre de una mayoría de hombres, da igual su credo religioso y posición
política, aunque a veces solo sea a nivel de fantasía. Y aunque Orban es
físicamente poco agraciado, bajo y chaparro, ella comprende que es un buen
hombre y el amor prende en su corazón. Un amor calmo, reposado, maduro, pleno
de ternura. La suya es una bella historia de amor, tierna y emotiva. El amor de
dos seres perdidos, desnortados.
Pero
el deán no se resigna. Su pasión es arrolladora, terrible, posesiva y hasta un
punto enloquecedora. El personaje del deán es muy interesante, ya que encarna
justamente esas pasiones y esas fantasías de casi todo hombre. Siendo
religioso, prefiere la milicia, y destaca como guerrero en las huestes
cristianas. Como hombre es apuesto y fornido, y como amante...es poderoso,
brutal, violento, sexo puro; pero sabe provocar el placer físico en una mujer.
Isabel le odia a la vez que goza. Queda, pues, una relación contradictoria pero
muy vital, un contrapunto a la tierna y dulce relación con el herrero. Ella
duda. Y esa duda la hace muy humana, como también el deseo del deán le hace
humano, como lo es el amor de Orban.
La
trama amorosa está, pues, muy bien urdida y prende al lector. La psicología de los personajes está bien
cuidada, las relaciones de amistad que crea Orban, hombre solitario y poco
comunicativo, pero con el que simpatiza Ali el artillero en Málaga, Ennio,
el comerciante genovés al que conoce en
el viaje desde Estambul a Málaga, y otros.
La
historia es obviamente, dramática. Los amores de la cristiana Isabel y el
mercenario búlgaro no tienen futuro, aunque Orban lo imagina en su querido
Estambul, junto a sus hijos, donde planea continuar la tradición familiar
cuando salga de Granada. Podría haberse resuelto así, pero eso hubiera sido un
cuento de hadas. Lo que el herrero búlgaro no comprende al marchar, lo
comprenderá años más tarde, cuando el navegante Ennio le lleve un recuerdo
desde España. Pasión, ternura, amor y sexo. Todo ello en unos escenarios bélicos
que van a cambiar la historia de España. Eslava Galán demuestra su buen hacer
una vez más.
Ariodante
Oct.2013