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Ensayo perteneciente al volumen:
TRES POETAS DE SU VIDA: CASANOVA, STENDHAL, TOLSTOI
STEFAN ZWEIG
Stefan Zweig (Viena, 1881-Río de Janeiro, 1942) fue uno de los escritores centroeuropeos más prolíficos de la primera mitad del siglo XX.
Tres poetas de sus vidas, publicada por Zweig en 1932, agrupa tres ensayos sobre las vidas de Casanova, Stendhal y Tolstoi. Casanova (Venecia, 1725-Dux, 1798) es diseccionado por Zweig, cuya mirada se interna más allá de una primera impresión, más allá de los tópicos con los que se conoce al dilettante y libertino veneciano. Lee entre las líneas de su Histoire de ma vie y extrae sus más íntimos detalles, sabiendo que, por descontado, Casanova mejoró o noveló a su gusto sus propios recuerdos. Esas famosísimas memorias fueron y siguen siendo fuente de inspiración a muchos literatos y actualmente cineastas (véase si no la película de nuestro Carlos Saura, Io, Don Giovanni, el Casanova de Fellini, y otras). Pero desde la muerte del veneciano hasta 1822, los manuscritos desaparecen de escena, y es en este año en que son vendidos a la editorial Brockhaus, traducidos al alemán por Schütz, y se le hacen algunos “arreglos púdicos” para que el público digiera mejor aquel plato tan especiado. Una vez que la publicación está en danza, con gran éxito, un traductor pirata, Tournachon, las traduce al francés de nuevo, con las consiguientes e inevitables variaciones. La editorial, en respuesta, las hace traducir por J. Laforgue, que censuró y varió distintos pasajes considerados moralmente perniciosos, por las referencias sexuales explícitas, o políticamente incorrectos, por las referencias religiosas. Los textos resultantes han ido danzando de un sitio a otro. Actualmente los originales los tiene la Biblioteca Nacional de Francia. Últimamente, en España, fueron editados por Atalanta.
Este preámbulo nos indica lo problemático del texto y lo inseguro de investigar la psicología de un personaje como éste a partir de una obra que, si bien es extensísima y muy detallada, ha sufrido tales manipulaciones y generado tantas leyendas que resulta toda una hazaña acceder a ella.
Pero Zweig no se arredra, y penetra en el maremagnum de anécdotas, relatos, recuerdos, etc. que componen la vida del veneciano, y nos dice de él que no es un genio por la forma en que narra o describe su vida, sino por el modo en que la vive. La vida de Casanova, vida tumultuosa, vida de aventurero, el cual cambia de ciudad, de país, de estado, de profesión, de mujeres y de ambiente con la misma facilidad que uno se cambia de traje. Y lo que nos destaca Zweig es la eterna disyuntiva a la que se ven abocados artistas y creadores, en general: o crean, y por tanto se encierran y se desentienden de la vida, o viven intensamente, y no tienen tiempo para crear. Casanova, sin dudarlo, optó por la segunda, con lo que sólo cuando se vio atenazado por la vejez, imposibilitado para llevar la vida intensa, y recluido entre los muros del castillo de Dux, es cuando se dedica a escribir. Pero ¿qué escribe? Su vida. Sus recuerdos, para re-vivirlos con la mente, ya que el cuerpo no responde, viejo y enfermo. No debemos, sin embargo, buscar en Casanova una fidelidad estricta a la historia. La historia de su vida es la historia de un siglo, el de las luces, y la luz de sus recuerdos nos muestra todo una pintura de la época: sus costumbres, sus fiestas, bailes, juegos, cacerías, banquetes, en fin, un teatro donde la figura central es, por supuesto, Giacomo Casanova, poeta y aventurero, genio y canalla, virtuosi y dilettante. Casi lo es todo, pero no llega a ser nada completo. Le basta con parecerlo.
Hay dos pivotes alrededor de los cuales gira la vida de Casanova: el juego y el sexo. En cuanto al juego, el veneciano juega no para ganar, juega por el puro placer de jugar, como todo verdadero jugador, que lo que le hace vibrar es el factor imprevisto de la suerte, con su encanto y delicia. Y así, Casanova, como buen jugador, es un vividor que disfruta del presente, carpe diem, siempre en función de un único principio: su libertad. No tiene nada, no pide nada, salvo vivir, y vivir gozando de la vida plenamente.
Y en cuanto al sexo, Casanova es un homo eroticus, un verdadero semental, no llega a enamorarse verdaderamente de ninguna de sus mujeres: cumple y pasa a la siguiente. Y a su vez, las mujeres no sufren con su despedida, porque el veneciano no engaña, no es el marido ideal, es sexo puro, no hay más. Placer sin amor verdadero, al modo de Stendhal. A diferencia de Don Juan, el otro gran amante, no es demoníaco como éste, sino que su placer irradia de su sexo, de sus glándulas, mientras que Don Juan exhibe un placer más racional, odia a la mujer y anota en su libreta cada una de sus conquistas: Mille e tre. Las víctimas de Don Juan se avergüenzan de haber caído, mientras que las amantes de Casanova le recuerdan como a un dios. Al hidalgo español le interesa haber poseído, haber seducido; a Casanova haber hecho disfrutar. Las hace felices al ser él feliz, en su éxtasis de placer.
Zweig sigue los pasos del ilustre veneciano por Europa, le ve hablando con duques y reyes, con intelectuales y con aventureros, pasando de una a otra mujer, joven o vieja, da igual, es la Mujer lo que le atrae, cualquiera, todas. Pero llega la vejez y la vida decae, se convierte en un esperpento, pierde el control y ya no puede seguir el ritmo. Y con ello Casanova pasa a vivir del recuerdo, ...y a la inmortalidad.