UN CABALLERO EN MOSCÚ
AMOR TOWLES
Salamandra Ed.
Magnífica y elegante novela, cargada de finísimo humor, en la que se muestra la evolución de la sociedad rusa, especialmente la moscovita, tras la revolución bolchevique. El protagonista es un aristócrata, el conde Aleksandr Ilich Rostov, que, a pesar de haber sido condenado a muerte, se libra por carambola de ser fusilado. Sin embargo su pecado —haber nacido aristócrata— es penalizado con el confinamiento en su residencia habitual…que resulta ser el Hotel Metropol, hasta el momento un lujoso y decadente hotel, en el que la elegancia, la buena comida y bebida están a la par con las costumbres del protagonista, que ya está en la treintena y su única profesión es la dolce vita. Rostov, gourmet y culto lector, sabe adaptarse sin gran dificultad a la vida intramuros, descubriendo todos los rincones del hotel, hermanándose con todos los empleados, a los que trata con amabilidad y cortesía, consiguiendo que le adoren y le traten maravillosamente…salvo algunos, es decir, los cargos políticos. La evolución política y económica de tres décadas está mirada con indulgencia, con mucho humor, a veces corrosivo, pero siempre elegante.
Hay más personajes que le acompañan a lo largo de la narración. Principalmente, los tres femeninos: la figura que cobra un protagonismo importante es una niña, Nina, que tras una larga ausencia será sustituida por su hija Sofía, que será como una hija para Rostov. La niña Nina le descubre mil y un secretos del hotel, y su hija le hará sentir la paternidad hasta el punto de tomar una decisión drástica. Por último, la artista Anna Urbanova, con la que Rostov mantiene una relación amorosa.
Otros entrañables personajes recorren las páginas y las habitaciones del hotel: su problemático amigo Mishka; el barbero Yaroslav; el camarero a quien Rostov llama «el Obispo»; Andrei, maître del Boiarski; el chef Emile Zhukovski; Audrius, el barman del Chaliapin; el conserje Vasili,…y el coronel Glébnikov, que, desde 1930 solía cenar con el conde cada tercer sábado de mes, manteniendo unas interesantes e instructivas conversaciones entrambos.
Los dos restaurantes del hotel, el pequeño y elegante Boiarski y el grande, Metropol —al que el conde bautiza como «el Piazza»—se alternan en un juego donde el conde participará a veces como cliente y a veces como empleado, porque finalmente se verá sumergido en la vorágine soviética que le convierte en uno más del Staff hotelero. En ambos, así como en el bar del hotel, Rostov se va enterando de las novedades que se van sucediendo en Rusia, hasta que, en 1953, el «padrecito» Stalin se va al otro mundo. Y los cambios se suceden más rápidos. El infalible reloj Breguet, herencia familiar, con sus dos repiques, es un leitmotiv representativo del tiempo, que transcurre implacable.
En suma, una historia llena de ternura, de fantasía, de elegancia, fino humor en la que la libertad acaba triunfando, treinta años más tarde.
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