
Pero ahora acabo de abrirme otra puerta: es un mundo en el que apenas había entrado, ya que como es conocido, me inclino más por la anglofilia que por la francofilia y, la verdad, he de reconocer que, salvo lecturas como Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo y alguna que otra más, apenas tengo nociones de la historia francesa de los siglos XVII y XVIII, y siempre me espantó un poco el arte rococó...pero la puerta que he abierto es una que, desde que leí a Proust, hace ya bastantes años, tenía pendiente: son las famosas Cartas de Madame de Sévigné, libro de cabecera proustiano. Claro, al empezar a leerlo, me he dado cuenta inmediatamente de mis carencias y mi absoluta ignorancia, además de mi desconocimiento del idioma francés...esto puedo remediarlo con un diccionario al lado, pero lo otro...me ha remitido a otros libros, sugeridos por mi marido, que sí es francófilo y francófono de toda la vida (de ahi nuestra complementariedad); y esos otros libros me han parecido tan tan sugerentes, que me abren la puerta doblemente: se trata de un ensayo delicioso: La cultura de la conversación , escrito por la nieta de Benedetto Croce, Benedetta Craveri (publicado por Siruela en 2003), del que ya me he leído el capítulo correspondiente a Madame de Sévigné, y me ha convencido acerca de mi absoluta necesidad de ilustración sobre el tema, ya interesantísimo para una persona como yo a la que le encanta charlar, o mejor dicho, conversar.
Mme. de Sévigné

Salón francés del XVII
