28/12/09

CEZANNE Y GASQUET. MONÓLOGOS

Había plantado su caballete a la sombra de un bosquecillo de pinos. Llevaba dos meses trabajando alli, una tela por la mañana, otra por la tarde.Había un tiempo claro y frío, una mañana otoñal al final del verano.

Todo lo que vemos, es verdad, se dispersa, se va. La naturaleza es siempre la misma, pero nada de lo que se nos manifiesta permanece en ella. Nuestro arte debe, por su parte, transmitir el estremecimiento de su duración con los elementos, la apariencia de todos sus cambios. Debe hacérnosla gozar eterna.

La voluntad del artista debe ser de silencio. Debe hacer callar en él todas las voces de los prejuicios, olvidar, olvidar, hacer el silencio, ser su eco perfecto. Entonces se inscribirá todo el paisaje en su capa sensible. Para fijarlo en la tela, para exteriorizarlo, intervendrá a continuación el oficio, pero el oficio respetuoso que está también listo sólo para obedecer, para traducir inconscientemente, de tan bien como se sabe su lengua, el texto que descifra, los dos textos paralelos, la naturaleza vista, la naturaleza sentida, la que está ahí... (Mostraba la llanura verde y azul) y la que está aquí (se daba una palmada en la frente). (...) El paisaje se refleja, se humaniza, se piensa en mí. Yo lo objetivo, lo proyecto, lo fijo en mi tela...

Y el arte nos coloca –me parece a mi- en ese estado de gracia en el que la emoción universal se plasma como religiosamente, pero muy naturalmente, en nosotros.

El azar de los rayos, la marcha, la infiltración, la encarnación del sol en el mundo, ¿quién pintará jamás eso?
El color es el lugar en que nuestro cerebro y el universo se encuentran. (...)Mire esta Sainte Victoire (la montaña). (...) Ahí arriba está la caverna de Platón: observe que, cuando pasan grandes nubes, la sombra que cae de ellas se estremece sobre las rocas, como quemada, bebida al instante por una boca de fuego. Participa, toda azulada, en la vibración ambiente del aire.

En ese momento, mi cuadro y yo ya somos uno. Somos un caos irisado. Vengo ante este motivo y me pierdo en él. Sueño, vagabundeo. El sol me penetra, sordo, como un amigo lejano, que reanima mi pereza, la fecunda. Germinamos.

En el fondo, cuando pinto, no pienso en nada. Veo colores. Sufro, gozo transportándolos a mi tela tal como los veo.

Estoy charlando mucho hoy y sin embargo, las charlas sobre arte son casi inútiles. Un cuadro se ve al instante o no se ve nunca. Las explicaciones no sirven para nada. Mire una cosa: el literato como usted se expresa con abstracciones, mientras que el pintor concreta, mediante el dibujo y el color, sus sensaciones, sus percepciones.

Tratar la naturaleza por el cilindro, la esfera, el cono, es decir, que cada lado de un objeto, de un plano, se dirija hacia un punto central. Las líneas paralelas en el horizonte dan la extensión, es decir, una sección de la naturaleza (...)Las líneas perpendiculares a ese horizonte dan la profundidad.

Renoir es hábil; Pissarro, un campesino. ¿Sisley?...Sí, pero Monet es un ojo, el ojo más prodigioso desde que existen pintores; me quito el sombrero ante él.

Nunca pintes- me decía Pissarro- sino con los tres colores primarios y sus derivados inmediatos. El impresionismo es, verdad, la mezcla óptica de los colores, ¿comprende? La división óptica de los tonos en la tela y la reconstrucción en la retina.

Vuelvo siempre a esto: el pintor debe consagrarse enteramente al estudio de la naturaleza e intentar producir cuadros que sean una enseñanza.

Sentí un profundo escalofrío. Si hago mediante el misterio de mis colores compartir a los demás ese escalofrío, ¿Acaso no tendrán un sentido de lo universal más obsesivo tal vez, pero tanto más fecundo y delicioso?
La naturaleza no radica en la superficie; radica en la profundidad. Los colores son la expresión de esa profundidad, de esa superficie. Suben de las raíces del mundo. Son su vida, la vida de las ideas. En cambio, el dibujo es todo abstracción enteramente. Por eso, nunca hay que separarlo del color.

Yo quiero perderme en la naturaleza, volver a brotar con ella, como ella, tener los tonos tozudos de las peñas, la obstinación racional del monte, la fluidez del aire, el calor del sol. En un verde mi cerebro entero se derramará con el flujo de savia de árbol.

Las palabras, los colores, tienen un sentido. Un pintor que sabe su gramática y trabaja su frase en exceso, sin romperla, que la calca de lo que ve, quiera o no, plasma en su tela lo que el cerebro mejor informado de su tiempo ha concebido y está concibiendo.
Lo insensato es tener una mitología predeterminada, ideas de objetos ya hechas, y copiar eso en lugar de lo real, esas imaginaciones en lugar de esta tierra.

Él me lanzó una última mirada: Trabajemos, dijo.

Textos extraidos del libro de Joaquim Gasquet: Cezanne. Lo que vi y lo que me dijo. Ed. Gadir, traducción de Carlos Manzano.
Publicada una reseña mía en :http://www.la2revelacion.com/?p=1008

21/12/09

NAVIDAD

Se acercan días de fiesta; aunque las fiestas tienen un origen religioso, sólo una parte de la población las sigue considerando emocional y formalmente como tal. En realidad, lo que a muchos nos sugieren estos días festivos son quebraderos de cabeza: compras, regalos, comidas, visitas familiares, trastornos domésticos, gastos, a veces disgustos, complicaciones, desplazamientos, y en otros casos, tristezas ante las ausencias que se van produciendo en las familias.
Desde que se comenzó a mezclar nuestra tradición mediterránea de los belenes y los nacimientos, villancicos, zambombas y panderetas con las tradiciones anglosajonas de Papá Noël, y las casas se vieron invadidas de Árboles de Navidad, espantosos muñecos de Papa Noël escalando las paredes, calzas llenas de regalos, las costumbres se han alterado hasta el punto en que, mientras que se siguen manteniendo los multitudinarios desfiles de Reyes Magos, con la absurda entrega de regalos el último día de vacaciones, a la vez el día de Navidad también se entregan regalos, (más lógico) en sustitución o acompañamiento del antiguo aguinaldo o estrenas. Con lo que los niños, para los que se creó la tradición de los regalos, se vuelven enfebrecidos con tanta abundancia y se creen por unos días en el País de Jauja, con el consiguiente mareo y batallar diario de los sufridos padres, tíos y abuelos, que no pueden razonar ni entenderse con ellos, y nada más empezar las vacaciones escolares ya están ansiando que vuelvan a abrir las puertas del colegio.










Pero nadie quiere perder fiestas: ni la de los Reyes ni la de Papá Noël. Como los británicos, que cuando vienen a España hacen las comidas a sus horas...y a las nuestras, con lo que aumentan el número de comidas ...y bebidas.
Y entre unas y otras, la celebración del Año Nuevo, y despedida del viejo en la noche de San Silvestre, que también da lugar a complicaciones del tipo de dónde vamos a cenar, qué ropa me pongo, por qué siempre vamos al mismo sitio, por qué no lo celebramos con un viaje, hay que comprar el marisco con una antelación increíble porque luego se pone por las nubes, ¿por qué siempre marisco? ¿y las uvas?¡Pues este año no hay uvas! Eso ya lo dijimos el año pasado...

En fin, cosas que nos ocurren todos los años y que aseguramos que el año que viene no volverá a pasar, pero pasa. Bueno, me voy al supermercado, que he de llenar el congelador y la despensa. Y después empaquetar los regalos, enviar las felicitaciones y decidir los menús, y pedir hora en la peluquería...y aún no sé qué ponerme en Nochevieja.


¡Cielos! ¡Otra vez es Navidad!
¡Felices Pascuas a todos! ¡Y un próspero Año Nuevo!












18/12/09

MOLINA SANCHEZ: UN GRAN PINTOR QUE DESAPARECE

El pintor José Antonio Molina Sánchez falleció ayer a los 91 años en Murcia, ciudad en cuyo Museo de Bellas Artes se instaló la capilla ardiente del ilustre creador.

Molina Sánchez ha muerto. Ayer desplegó sus alas, esas alas angélicas que tanto pintó durante su larga andadura artística, y voló a otras esferas, a otros mundos, donde poder disfrutar de la bellaza que tanto amó y tanto buscó.
Molina Sánchez, además de un gran pintor, un pintor como la copa de un pino, era un gran hombre. Un hombre afable, cariñoso, de buen temple, con gran sentido del humor, un buen hombre.
Molina Sánchez, además de todo esto, era mi tío. Un tío al que traté mucho de niña y de adolescente, y más tarde, la distancia física y las circunstancias hicieron que nos tratásemos menos. Pero siempre que volvía a verlo, me trataba como si nos hubiéramos despedido el día anterior. Un tío que me animó a pintar, pero nunca quiso influirme; que me insistía en que siguiera dándole a los pinceles, porque para él la pintura era su vida. Su gran amor, la competencia con su esposa, mi tía Amparo, era la pintura. Y las amó a ambas con verdadera pasión; no tuvieron hijos, y siempre le gustaba rodearse de alguno de sus múltiples sobrinos (veintiuno, si no he contado mal). Todos le recordaremos en nuestro corazón y en nuestras paredes, dondes sus pinturas continuarán hablándonos, mostrándonos su alegría de vivir.
Descanse en paz.











La nota de prensa:

Fue su despedida una celebración sin más solemnidad que cuanta puede contener una misa de difuntos. Casi una despedida íntima, como al pintor murciano José Antonio Molina Sánchez, quien el miércoles nos dio su definitivo adiós, quizá le hubiese gustado. No se escuchó el sonido del órgano, ni las voces que también suelen cantarse en estas ocasiones. Incluso se apagó al instante el amago de aplausos cuando el féretro abandonó el templo de Santa Eulalia, donde tuvo lugar el oficio religioso.
El féretro, que permaneció parcialmente cubierto con la bandera de la Comunidad, se había instalado anteayer en el Museo de Bellas Artes, desde donde fue trasladado al templo. Apenas unas 150 personas se reunieron, junto a los familiares del pintor, para esta despedida definitiva entre autoridades, artistas y amigos.


Cito un jugoso comentario de Antonio Díaz Bautista, publicado en La Verdad:
Cada año, con los primeros aleteos primaverales, nos regalaba Pepe una nueva exposición y, cuando brotaban sus ángeles femeninos, sabíamos que, aunque el viejo invierno, ya en derrota, diera algún torpe coletazo, la vida renacería, jugosa, magnificente y espléndida, por las calles de la ciudad y los caminos de la huerta. En cuanto se colgaban los cuadros de Molina, aparecían sobre los limoneros las once mil vírgenes del azahar, venciendo, con su perfume, los malos humos.
Hasta el final ha podido ejercer el pintor la refinada sensualidad de su siempre juvenil paleta, y también su extraordinaria cordialidad personal. Todavía, hace muy pocos días, teníamos la suerte de poder charlar con él, a la salida de los conciertos o en los eventos culturales, a los que acudía en su silla de ruedas. La inevitable mordedura de la edad no había menoscabado, ni lo más mínimo, su lúcida percepción de la belleza, ni, menos aún, la exquisita bondad que trasmanaba su persona. Por eso, sus amigos, es decir, todo el mundo, nos acercábamos a saludarlo, buscando contagiarnos de su elegante serenidad. Pepe Molina fue siempre fiel a sí mismo, sencillo, humilde y abierto, como era cuando, mucho más joven, tomaba en brazos a mis hijos, de muy pocos años, y les enseñaba, uno a uno, los cuadros de sus exposiciones.
Ahora los ángeles, con los que tan amable trato tenía, se lo han llevado con Amparo, su compañera de siempre, que lo estaba esperando desde hacía algún tiempo. Molina Sánchez tiene que estar donde se merece: haciendo florecer sus manchas de color y escuchando la sublime «armonía de las esferas», que decía Platón. Me imagino que, al verlo llegar, el travieso Mozart habrá improvisado un minuetto para recibirlo, el vitalista Haendel habrá dirigido el 'Aleluya', Juan Sebastián Bach le habrá desgranado una de sus fugas para teclado y hasta el gruñón de Beethoven habrá tarareado el 'Himno a la Alegría'. No sé si debo desearle, como suele hacerse en estos momentos, que descanse en paz, porque la paz la llevó él siempre consigo; más bien me atrevo a pedirle que desde allí nos siga transmitiendo la paz del espíritu a quienes tanto lo vamos a echar de menos.

http://www.laverdad.es/murcia/20091218/cultura/quien-anunciara-primavera-20091218.html

14/12/09

MARGARET DUMONT, LA ETERNA SPARRING DE GROUCHO

Quiero rendir un homenaje aqui hoy, aunque no sea su aniversario, a Margaret Dumont, la eterna sparring de Groucho, la eterna dama encopetada que le soportaba sus chanzas y corrosivas insinuaciones con la sonrisa en la cara, y sin apenas inmutarse, casi una cabeza por encima, ya que era más alta que él.

M.Dumont: Estuve con él hasta el final.
Groucho: No me extraña que falleciera.
MD: Lo estreché entre mis brazos y lo besé.
G: Entonces, fue un asesinato. ¿Te casarías conmigo? ¿Te dejó mucho dinero? Responde primero a lo segundo.
MD: ¡Me dejó toda su fortuna!
G: ¿No comprendes lo que intento decirte? Te amo.

Dumont, (Brooklyn, N.Y.,1882- California, 1965) cuyo apellido real era Baker, trabajó desde 1907 como actriz de vodevil en los teatros de NY, haciéndose llamar Daisy Dumont; contrajo matrimonio en 1910 con el empresario John Moller Jr, con quien compartió su vida hasta su muerte, a los ochenta y tres años.
En los años veinte entró a formar parte del equipo de los Hermanos Marx, triunfando en The Cocoanuts y a partir de ahi, su colaboración con ellos fue tan permanente que Groucho incluso la llamaba el quinto hermano Marx , aunque realmente hubieron cinco hermanos, pero sólo cuatro llegaron a trabajar en el cine.
Margaret desempeñaba siempre el mismo papel, casi con los mismos trajes, el mismo porte y la misma prestancia: talmente el saco al que los boxeadores golpean para entrenarse, ella era la sparring de Groucho, y a veces tenía que soportar a harpo colgándosele en sus brazos. Representaba siempre a una dama de la alta sociedad, riquísima, elegantísima, patrocinadora de eventos culturales o negocios, y a la que Groucho intentaba convencer para que se casase con él, o al menos, le solucionara sus eternos problemas financieros. La hacía objeto de toda clase de burlas, que ella soportaba estólidamente con una sonrisa en los labios o una expresión de sorpresa.
A veces, fingía que se dejaba convencer por Groucho y hacía como que le amaba. Todo el mundo reía con las gracias grouchianas, mientras ella tenía que aguantar el tipo y sonreir. Hace falta tener muy buen humor ¿no? Y el papel del sparring es importante. Muchos personajes necesitan su sparring , o su secundario, que contrasta con él para mayor lucimiento de su papel. ¿qué sería de Sherlock Holmes si no tuviera detrás al Dr. Watson, aquien decirle constantemente ¡Elemental!?
Dumont no sólo hizo películas con los Marx, aunque probablemente es mucho más conocida por esas que por las otras, como, por ejemplo:
Mujeres, dirigida por George Cukor en 1939,
Escuela de sirenas, dirigida por George Sidney en 1944 y protagonizada por Esther Williams, y
Ella y sus maridos, su último papel para el cine, dirigida en 1964 por J. Lee Thompson, protagonizada por Paul Newman, Shirley McLaine, Dean Martin, Robert Mitchum y Gene Kelly, donde Dumont interpretaba a la madre de Shirley McLaine.

En fin, como en una de sus películas, le diremos, con Groucho: Señora, usted también es bastante excelente.




















http://www.youtube.com/watch?v=Oie-s0B0gKc&feature=player_embedded#

9/12/09

HELLENIKON / LUIS VILLALÓN/ ED. EVOHÉ

En el blog “Libros y Literatura” organizan un sorteo entre todos sus lectores, así como un concurso específico para blogs a la mejor reseña literaria. En cada uno el premio consiste en un lote de libros compuesto por la colección completa “Viento abierto” de Ediciones del Viento formada por 15 títulos y valorada en 249€. Si quieres saber más detalles y participar entra aquí: http://www.librosyliteratura.es/libros.html
La reseña con la que voy a participar es la ya publicada en La2revelacion:
http://www.la2revelacion.com/?p=317


HELLENIKON/ed Evohé, 2009
Ante nosotros tenemos una ópera prima. El autor, Luis Villalón Camacho (Barcelona, 1969), de formación humanística, trabajador en el mundo de la cultura, empecinado lector y apasionado del mundo griego clásico, nos presenta su contribución a la novela histórica en la forma de un gran fresco panhelénico, una pintura de los pueblos que vivían, luchaban y morían en lo que llamamos la Hélade, que comprendía miles de polis, pequeñas ciudades-estado, que se agrupaban, competían, luchaban y a veces se constituían en confederación para defenderse del eterno enemigo oriental: los persas. Si es cierto que la grandeza de un pueblo se mide por la grandeza de sus enemigos, podemos estar seguros de que Grecia, la Hélade, era inmensa: ya que su rival, Persia, lo era sin duda también. Pero, unidos o desunidos, en amistad o en guerra, los helenos tenían algo en común: un sentimiento, una “manera de ver la vida y hacer las cosas”, que es a lo que el título de esta obra alude.
El período en el que discurre la acción que se nos narra es un siglo, a caballo entre el VI y el V a.C., desde el 527 al 427. Época turbulenta la que se nos muestra en esta obra. Se hacían y deshacían tratados, treguas, guerras intestinas, los atenienses y los espartanos andaban siempre a la zaga, y los demás estados se les unían o no según las circunstancias.
En el comienzo ha muerto el tirano Pisístrato en Atenas, Darío ha subido al trono persa y Cleómenes y Demarato acceden al trono bicéfalo espartano. Clístenes inicia sus reformas al llegar al poder en Atenas. Y los persas están al acecho. Este es el marco.
La novela gira alrededor de la vida de Arimnesto, personaje citado como real por varios autores clásicos: Heródoto, Tucídides, Plutarco y Pausanias (no el gobernante, sino el viajero). Luis Villalón recompone su trayectoria a partir de esos pocos datos, e imagina cómo abandona Esparta en su juventud, tras la pista de su destino y su identidad. Su vida va cambiando de rumbo, regida por los dioses, que determinan, según la profunda creencia del héroe, todos y cada uno de sus movimientos.
Desde el momento en que comete un error fatal, un crimen que pesa sobre su conciencia, Arimnesto viajará de un lado a otro, combatirá a los beocios al lado de los atenienses, a los persas al lado de los plateenses, ...y hará del olivo, -árbol sagrado para la mitología griega- su morada; buscará en el oráculo la opinión de los dioses; tratará, llegado el momento, de resarcir las heridas causadas y recomponer los errores cometidos, regresando finalmente a su vieja Esparta para acabar allí sus días y cumplir con los dioses. El círculo se cierra con su hijo, Lacón, en el sitio de Platea, cuando tebanos y espartanos arrasan la ciudad.
Nuestro autor ha estructurado la novela siguiendo las pautas de la gran tragedia griega: prólogos, párodos, episodia, éxodos y epílogos. En la primera parte, el prólogos, sólo nos anticipa con un breve flash, un momento culminante, crítico, y terrible, de la vida de Arimnesto. El párodos narra, con una fuerza dramática indudable, la acción de ese día inolvidable para nuestro héroe, día en que todo el ejército persa le pasa por encima, literalmente, y la faz de su jefe, el general Marduniya (Mardonio), se le queda grabada para el futuro, para su venganza.
En los episodia, el cuerpo central de la novela, va contándonos, con saltos temporales y espaciales, simultaneando a veces la acción, aquí y allá, la vida, trabajos, decisiones y pensamientos que tanto el protagonista como todos aquellos con los que se relaciona y que son también actores en la tragedia que les toca o eligen vivir, siendo algunos reales y otros ficticios, pero que el autor considera relevantes para cubrir los inevitables vacíos de información y para comprender mejor el desarrollo del curso narrativo. Así Cavílides, Evandro, Calícrates, Hypogenes, Lacón, etc. desfilan declamando su parte o haciendo coro con otros muchos que, silenciosos, cual espectros, contemplan la escena, asistiendo al inmutable camino trazado por los dioses.
En el éxodos se nos relata la batalla final contra los persas, y la muerte de Marduniya a manos de Arimnesto; hecho, al parecer, citado por los historiadores como real. En este capítulo, Villalón consigue enardecernos y vivir la batalla, identificados con Arimnesto hasta el momento crucial.
Con el epílogos, se cierra el círculo vital del héroe espartano, ya maduro, con su retorno a la patria, y conocemos las vicisitudes de la rebelión de los ilotas, pueblo sometido por los espartanos, entre otras cosas, para que como esclavos, se hicieran cargo de la agricultura de una sociedad que fundamentalmente se dedicaba a la milicia. La muerte del héroe, apoteósico por la directa intervención divina, no nos apena: nos parece algo naturalmente esperado, un ciclo que se acaba.
Hay un capítulo final, que lleva el nombre del título de la novela y que nos narra el desastroso final de Platea a cargo de tebanos y espartanos, y en el que tiene su dramático fin el hijo de Arimnesto, Lacón.
Es, como puede observarse, una historia de hombres. Las mujeres son invisibles; están, pero no cumplen más que el papel doméstico y reproductor. No hay amor en la novela. Amor pasional, amor sexual. Hay valores viriles, recordemos que el héroe es espartano, aunque dedique los mejores años de su vida a defender a atenienses y a otros. La lealtad, el honor, el valor, la fuerza y la amistad. No es que el autor defienda una postura u otra, es que refleja cómo eran las cosas en Grecia. Superados los antiguos tiempos de la sociedad matriarcal, desde que el Olimpo divino es gobernado por Zeus, son los hombres los que rigen el destino de los helenos, los hombres libres. La institución de la esclavitud era el sustento económico de una sociedad que se iba construyendo, política, cultural, militarmente, y que utilizaba a esclavos y mujeres para solucionar la intendencia mientras que los hombres batallaban o discutían en el ágora sobre cómo regir los destinos del país. Y creaban la democracia.
El lenguaje es ágil, los diálogos abundantes, los términos griegos utilizados para crear un clima (hay un glosario al final del libro que nos ayuda a ponernos al día) abundan y aunque al principio se nos hacen algo cargantes, paulatinamente vamos acostumbrándonos. También la abundancia de personajes con nombres a veces semejantes o difíciles de recordar, quizás hubiera requerido un listado al final del libro. Pensamos que quizá para una segunda edición se podría retomar la idea. Como el incorporar algún otro mapa, y en un estado más nítido.
Principalmente se nos narran hechos, acciones; no hay apenas introspección, sólo algunos momentos en los que afloran recuerdos o pensamientos, colocados en cursiva y bien intercalados con partes del relato, a veces incluso encadenando frases, lo que le da un toque elegante. También hay algunas ideas que se van repitiendo a lo largo de la historia, expresadas por distintas voces, pero que vienen a recordarnos de que el destino está escrito, y que sean los dioses, el fatum o lo llamemos como lo llamemos, lo que está escrito se cumple, y tarde o temprano todo lo oculto sale a la luz.
Eso sí, se manifiestan distintas maneras de afrontar la vida: Arimnesto se rige por los dictados divinos.¿De qué modo? Interpretando los determinados signos y sucesos que le ocurren. Cavílides, en cambio, no tiene demasiado en cuenta a los dioses y siente una cierta atracción por los persas, a los que idealiza. Calícrates, cumple con su deber. Timandro asume su esclavitud con resignación, pero los jóvenes piensan de otro modo. Evandro desea luchar y hacerse un nombre. Hypogenes y Sibotas tratan de rebelarse contra su esclavitud.
En fin, asistimos a batallas en las que participa nuestro personaje: Maratón, Platea, y a otras en las que los espartanos arrasan Eleusis, Argos o Platea. Y de otras sólo tenemos noticia por boca de terceros: Salamina, las Termópilas. El autor, sin descartar escenas de crudeza o violencia, pasa por ellas sin demorarse demasiado, lo cual, en mi opinión, es francamente acertado. En realidad, todos los hechos narrados lo son en una medida corta, y no carecen, dentro de su dramatismo, de una pizca de humor, que suaviza en algunos momentos el dramatismo. Porque lo que parece interesarle más, en lugar de largas descripciones con detalles engorrosos o purulentos, es mostrar el clima, el espíritu de la historia helena, su modo de vivir y de morir, el hellenikon. Un relato apasionante, que se lee con interés y emoción, y que a la vez nos ilustra sobre una época en la que los dioses y los hombres compartían el mundo.





8/12/09

LA RUSIA DE GOGOL

Reseña publicada previamente en Ciberanika:
http://libros.ciberanika.com/letras/G/p04991.htmcom

















Nikolai Vasilievich Gogol (Soróchintsi, Ucrania 1809- Moscú, 1852), escritor, novelista, y dramaturgo, nació en el seno de una familia de la baja nobleza rutena. En San Petersburgo ejerció como administrativo. En 1828 conoció a Pushkin, con quien desarrolló una amistad que le ayudó en su carrera como escritor. Más adelante, impartió clases de historia en la Universidad. A diferencia de Pushkin, que no salió nunca de Rusia, Gogol estuvo varios años viviendo por Europa (Italia, Alemania, Suiza y Francia), época en la que escribió su obra más famosa, Almas Muertas, así como la novela histórica Tarás Bulba. En el 48 Gogol, en un fuerte arrebato religioso y conservador, peregrinó a Jerusalén, tras lo cual, influenciado por un sacerdote fanático, decidió abandonar las letras, quemando la segunda parte de Almas muertas, de la que sólo han podido salvarse unos fragmentos, así como otra serie de escritos, convencido de que eran fuertemente pecaminosos. En un estado de enloquecimiento y quebrantamiento físico tuvo lugar su muerte. Veladas en un caserío de Dikanka está escrita en 1831, justo en la época en que trabajó en la Universidad y conoció a Pushkin, y consiste en un grupo de ocho relatos de tema campesino y rural, inspirado en el romanticismo alemán a la vez que en la tradición ucraniana, rebosante de humor y leyendas fantásticas donde los elementos mágicos y religiosos se imbrican con los realistas. Tras recibir el apoyo de su amigo Pushkin, fueron publicadas, hacia 1836, en la revista El Contemporáneo, creada por éste. Tuvo, al parecer, muy buena aceptación por el público, lo que le animó a seguir escribiendo.

Gogol es situado como un autor que no se distancia de los grandes escritores rusos: Pushkin, Tolstoi, Dostoievski, Turgeniev. La intención de la escritura de Gogol es reformadora, más moral que política. En su obra se aprecia una mezcla de realismo social con gran sentido del humor, y elementos fantásticos y mágicos, en la tradición de E.T.A. Hoffmann. Se podría imaginar que, en la época en que Gogol escribía, la censura era férrea, y su derivación hacia lo fantástico podría ser un intento de eludirla.
La obra está estructurada en dos partes, precedida por una Introducción a cargo de un imaginario colmenero del pueblo, un tal Rudi Panko, que es el supuesto narrador de las siguientes historias. Aunque algunas le son atribuidas a un diácono de una iglesia cercana. La feria de Soróchinets, La noche de San Juan, La noche de mayo o la ahogada, La carta perdida, componen la primera parte, y La Nochebuena, Terrible venganza, Iván Fiodórovich Shponka y su tía, y por último, Un lugar embrujado, la segunda.
Al leer estos bucólicos relatos, imaginamos a rollizos mozos, rebosantes de alegría y de deseo, rubias y dulces jovencitas a la espera del amor, padres amargados por la monótona vida del mujik , fantasmas, diablos y brujas, borrachos cantando al son de sus balalaikas y toda una colección de personajes que pululan por aldeas bajo la crujiente nieve y alrededor de inmensas estufas donde se cuentan una y otra vez historias increíbles que todos creen y con las que sueñan, en las largas noches invernales bajo los inmensos colchones en sus pobres camastros. El Diablo es un personaje recurrente, adoptando todo tipo de formas, apareciendo y desapareciendo y tramando maldades por doquier. La ingenuidad de las gentes campesinas, sus anhelos y goces simples, las vidas de estas gentes, entre las alegrías cotidianas y los miedos nocturnos, oscilan siempre entre la vida y la muerte, el día y la noche, Dios y el Diablo en una tierra blanca, donde el Invierno domina creando un mundo especial, encerrando a los campesinos en sus casas al calor de las estufas y del vodka, originando miles de leyendas que inmediatamente pasan a formar parte de las tradiciones locales a través de generaciones y que al llegar la primavera estallan en miles de canciones y bailes, en la alegría de vivir. Este es el mundo que Gogol refleja en estos relatos.

5/12/09

LA RUSIA DE PUSHKIN

RELATOS DEL DIFUNTO IVAN PETROVICH BELKIN
ALEXANDR PUSHKIN
Esta reseña se publicó anteriormente en Ciberanika.com:

http://libros.ciberanika.com/letras/p/p04962.htm












Alexandr Sergeievich Pushkin (Moscú, 1799-San Petersburgo, 1837) nació en el seno de una familia noble, con una pizca de exotismo, ya que por parte de madre descendía de un príncipe abisinio, capturado y convertido en esclavo por los otomanos y llevado posteriormente a Rusia. Pushkin, considerado como el padre de la moderna literatura rusa, fue genial en vida y en muerte, ya que murió tras un duelo por salvaguardar su honor y su libertad. Envidiado y odiado por muchos, ya que desde muy pronto destacó su producción literaria, poética, dramática y prosística, tuvo que soportar exilio, en Odessa y el Caúcaso, como un héroe romántico, ya que la sociedad no le deseaba en ella. A caballo entre el romanticismo y el realismo, su obra se caracteriza por una sucesión de contrastes y un juego con los diferentes puntos de vista. Tres características podrían considerarse como definitorias de su obra: la aproximación historicista, la actitud social crítica y el enfoque psicológico.
El conjunto de cinco relatos agrupados en este libro, que además lleva añadido el relato Historia de la aldea de Goriújino, escrito un año antes, en 1830, marca el inicio hacia el realismo, y fueron escritos en su retiro en la aldea de Bóldino, su época más fecunda, según el introductor del libro, en cuya opinión “narrar es envolver, cautivar al lector con los hilos de una trama y así construir la verosimilitud de una ficción que se nos aparece, justamente gracias a este arte, como una nueva realidad.”


En cuanto a su manera de escribir, Pushkin es preciso y concreto. Afrancesado, como tocaba, Voltaire es su modelo. Adapta a la manera de ser rusa el modo de expresión de Sterne o de Hoffmann. En los Relatos hay romanticismo y hay, a la vez, toques realistas. Su descripción del maestro de postas, sus descripciones de la vida campesina, los paisajes, son realistas. Pero la acción es romántica: el tema central es el honor. El honor, como noble que es, lo ha aprendido en la cuna. Y en la ficción y en la vida real, es el tema que más le preocupa.

Pushkin imagina un personaje Iván Petrovich Belkin, que es quien supuestamente escribe los relatos, que son rescatados por el narrador tras la muerte de Belkin. El primer relato, El disparo, es un tema clásico, que me recuerda mucho el relato Los Duelistas, escrita por Conrad en 1907, porque le veo mucho en común. Probablemente Conrad había leído a Pushkin, porque hay algo pushkiniano en esa narración.
El fabricante de ataúdes oscila entre un humor negro y un crudo realismo; La señorita campesina es una fresca narración romántica; La ventisca, que en algunos momentos llegó a evocarme Washington Square, de Henry James, tiene un punto de fatalismo, pero sigue manteniendo el toque romántico.
Y por último, el relato (inconcluso) añadido en esta edición, Historia de la aldea de Goriújino, es bastante autobiográfico, me parece estar leyendo su propia vida, cuando va a la propiedad que al morir sus padres pasa a ser suya. Y se encierra a escribir. La descripción de la casa, de los siervos, de los alrededores y de sus costumbres una vez instalado, son su misma vida.

4/12/09

RED LIBRE

He recogido este texto con el que estoy completamente de acuerdo y lo publico a mi vez:
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este texto se publica multitud de sitios web.
Si estás de acuerdo, publícalo también en tu blog.

28/11/09

DOCTOROW



Reseña anteriormente publicada en Ciberanka:
http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/D/p04927.ascx

Edgar Lawrence Doctorow (Nueva York, 1931) es un prolífico autor de novelas que incluso han sido llevadas al cine. Creció en el Bronx, descendiente de emigrantes judíos rusos. Después de graduarse con honores en 1952, trabajó en la Universidad de Columbia, NY, antes de ser enrolado en el ejército estadounidense y ser asignado a Alemania. Comenzó su carrera como lector en Columbia Pictures y posteriormente fue editor de la New American Library a principios de la década de 1960; durante la misma década fue también el editor principal de Dial Press, de 1964 a 1969.
La novela, si podemos llamarla así, está ambientada en la Nueva York a punto de cambiar de milenio; de hecho, se publicó en 2000. La obra se estructura siguiendo la obra agustiniana –guardadas las distancias, claro- como un conjunto de relatos, diálogos, canciones de la primera treintena del siglo XX, disquisiciones acerca del Universo o el concepto de lo sagrado, etc., yuxtapuestos o más bien amalgamados.
Un escritor, Everett, en busca de ideas, tanto para novela como para guión cinematográfico, las cuales van desgranándose a retazos; un maduro párroco, Pemberton, personaje muy agustiniano, librepensador y controvertido, al que le roban constantemente en su iglesia; un joven rabino, Joshua Gruen, que dirige una sinagoga “evolutiva”, donde aparece la cruz robada a Pemberton; Sarah, la mujer de Joshua, que transmite la infancia de su padre en el ghetto judío, el hermano de Everett, sobrevolando Alemania con su bombardero, el enfermo terminal McIlvaine, periodista que acaba con la vida de dos asesinos por casualidad, el filósofo Wittgenstein reflexionando sobre sí mismo.... Todo este caótico conjunto intenta reflejar lo que Doctorow piensa de NY, su ciudad, y del universo en general. Un mundo dentro de un mundo, un universo encajado en una isla, donde puede suceder cualquier cosa y puedes encontrarte con los personajes más dispares.
Esta es una obra de difícil lectura, por la manera en que está estructurada, en mi opinión demasiado forzada. Aunque estamos acostumbrados a este tipo de literatura contemporánea, donde no hay una narración lineal, sino que se entremezclan otro tipo de textos, poemas, breves ensayos, reflexiones de lo más diverso, etc. pero aun así, el lector debe tener al menos alguna pista para poder seguir leyendo y saber qué lee, de qué le están hablando. En esta obra, las pistas aparecen muy mediado el libro, con lo que el sufrido lector, cual mediocre detective, debe esforzarse enormemente para no abandonar en el primer tercio del libro. Porque el libro merece la pena ser leído, ciertamente, y conforme se acerca uno al final va descubriendo los nexos entre unos textos y otros. En mi caso, sólo fue hasta llegar a la narración del padre de Sarah sobre su vida en el ghetto, que me sentí verdaderamente atrapada por el libro.
El título de la obra es correctísimo, ya que Doctorow se guía por el patrón agustiniano, no sólo de su vida, sino de su obra Civitate Dei. Pemberton encarnaría –muy libremente- a S. Agustín. Y en Everett se encarna, evidentemente, el autor. En este punto, observo un cierto paralelismo con la obra de Philip Roth, autor obsesionado por encarnarse en sus obras. Y también hay ecos de la obra de Saul Bellow, e incluso diría más: de Paul Auster. No es casualidad que todos sean autores norteamericanos de origen judío, pero cuya relación con la religión recuerda las películas de Woody Allen. Sus preocupaciones básicas son similares, e incluso a veces se asemejan en el modo de abordar los temas, y en los personajes que crean.
Volviendo al libro, me llaman la atención las reflexiones wittgensteinianas, porque es un filósofo que me ha interesado siempre, por su obra y por su vida, también algo agustiniana, si vamos a ello. La inserción de canciones de principios de siglo es lo que considero más prescindible, aunque quizá al autor y a los lectores norteamericanos les traigan recuerdos de una época más que a los lectores europeos o concretamente españoles. Los textos donde imagina un guión cinematográfico, y el relato del periodista jubilado, donde roza el absurdo con lo desternillante son quizá lo más parecido a la serie de Zuckermann, de Roth. Las divagaciones sobre el origen del universo son interesantes pero las observaciones de los pájaros también son, a mi juicio, prescindibles. Dentro del conjunto de la obra de Doctorow, no es en mi opinión su mejor libro, pero como donde hay siempre queda, sigue siendo una obra de un gran escritor.

Hasta aquí, la reseña. Para terminar, añado este texto extraído de una entrevista a Doctorow sobre la relación de esta ciudad con su obra, porque lo considero relevante:
“Nueva York siempre ha sido el punto de contacto entre el viejo y el nuevo mundo. Cuando yo era niño, no dejaban de llegar a la ciudad refugiados prominentes que huían de la Europa de Hitler –actores, compositores, escritores, científicos, pintores, psicoanalistas y filósofos– que enriquecieron nuestra cultura de un modo muy desproporcionado en relación a su número. Por ejemplo, el compositor húngaro Bela Bartok y el teólogo Paul Tillich vivieron en Manhattan; Brecht o Hannah Arendt pasaron aquí temporadas y también, por supuesto, Einstein que vivía a apenas unas cuantas millas, en Princeton. Al día de hoy, las grandes universidades de Nueva York proporcionan generosas ayudas a investigadores extranjeros. En realidad, Nueva York siempre ha sido una ciudad global con un carácter internacional. Pero también es un centro comercial crucial en la construcción de la identidad capitalista norteamericana. Una población multicultural de ocho millones de personas que viven en una geografía restrictiva la convierten en la ciudad más intensamente vital del país. He vivido la mayor parte de mi vida en Nueva York o muy cerca de Nueva York. El resultado es que me siento más o menos en casa en cualquier otra ciudad del mundo. Nunca he pensado en Nueva York como en un territorio literario a explorar. No se abre camino en mis libros como un escenario que yo haya elegido sino como la vida. Sencillamente parto de la base de que Nueva York es lo que la vida es. No es un lugar, es la vida.

(http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/031008ed.htm)

27/11/09

NUESTRO HOMBRE EN AFRICA

BAMBOO

WILLIAM BOYD













Reseña previamente publicada en Ciberanika.com:
http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/B/p04989.ascx



William Boyd (Ghana, 1952) es un autor británico (escritor, guionista, director de cine) de origen escocés, nacido en África, donde pasó su infancia, hasta que en su preadolescencia sus padres lo enviaron a un internado en Escocia para que se educara y entrara en los moldes británicos. Después de pasar años viajando de África a Escocia en vacaciones, pasó toda su temporada escolar del modo contrario: viajando de vacaciones a África, donde vivían y trabajaban sus padres. Tras acabar sus estudios en Oxford se estableció en Europa. Primero Francia y posteriormente, Londres. Publicó su primera novela, Un buen hombre en África, en 1981, luego ha publicado más de una docena de libros, y recibido unos cuantos premios literarios.
Boyd, cuya imagen, de semblante amable y pacífico, no en balde ocupa la portada del libro: Bambú es una recopilación de diversos escritos en los que se transluce su personalidad, sus ideas y sensaciones, sus recuerdos y sus reflexiones sobre arte y literatura, su vida, fondo de esta colección de textos, reseñas, prólogos, algunos explícitamente autobiográficos, otros de modo implícito. Los textos se agrupan en seis apartados, según el tema de que se ocupen.

Boyd es para mí como un amigo un autor afectuoso y cordial; y con estos textos se nos aproxima aún más, nos habla como muy cercano, susurrando historias, recuerdos, ideas. Nos los cuenta como si estuviéramos cómodamente sentados al lado de una fogata de campamento, en la sabana africana, en una noche austral, o ante un fuego de hogar en una lluviosa y fría noche escocesa.
En el primer bloque de textos, De la vida, claramente autobiográfico, Boyd nos habla de su infancia africana, feliz, despreocupada, así como de sus años escolares, donde su trayectoria es la corriente en ese tipo de instituciones, los internados británicos, ni muy destacado ni poco, simplemente uno más. Cierra el apartado con una maravillosa semblanza de Londres, increíblemente tierna y crítica a la vez.
En el segundo, De la literatura, nos habla de unos pocos autores, pero cuya influencia le es grata: Evelyn Waugh, autor que admiro también, y del que presenta una imagen que desconocía, relacionando su vida con su obra, ya que las considera íntimamente trenzadas. Otros son Cyril Connolly, una antítesis de Waugh, y Chejov, al que le dedica jugosos capítulos (prólogos a libros suyos y una reseña), es, igualmente un autor cuya vida y obra se entrelazan. Dedica un extenso pero claro y conciso texto a analizar el concepto de “relato”, relacionándolo con los autores que han dedicado su obra más a esa forma literaria que a la novela o al drama.
El tercer bloque, Del arte, trata sobre cómo se organiza una exposición (por su participación en una de ellas) y analiza muy atinadamente las distintas posibilidades de la fotografía en un texto que sirvió de introducción a un libro sobre fotos anónimas. Este texto me ha resultado especialmente ilustrativo.
En el cuarto, De África, sobre el injustamente ajusticiado escritor todoterreno africano Ken Saro-Wiwa, que fue su amigo y al que rinde un homenaje con estas letras.
Del cine es el quinto apartado, y cuenta su andadura como director de La trinchera, película inspirada en la vida de su tío abuelo Sandy, que pasó dos años en las trincheras francesas en la Gran Guerra. Siguen textos sobre su trabajo cinematográfico, su experiencia en el festival de Cannes, etc.
Y por último, De personas y lugares con el que cierra el libro, es una mezcla de distintos escritos: sobre Chaplin, la Duquesa de Windsor, Ian Fleming, etc.
En suma, un repertorio de escritos variopintos con interés literario y humano, que se pueden leer en distintos momentos, y que suponen una amable conversación con un buen escritor y una persona de muy agradable charla.

CARAVAGGIO VISTO POR CAMILLERI

EL COLOR DEL SOL
ANDREA CAMILLERI







Reseña previamente publicada en:
http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/C/p05013.ascx

Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925), escritor y guionista italiano especializado en novela policíaca y creador del famoso comisario Montalbano, en el 48, después de abandonar los estudios de Letras, estudió Dirección y Arte dramático, trabajando durante cuarenta años como guionista y director de teatro y televisión, mientras que a la vez publicaba poesías y cuentos. En el 78 empezó a publicar narrativa, sin gran éxito, pero a partir del 92, tras un lapso de espera, vuelve a la narrativa con La temporada de caza, y he aquí que el éxito le llega, finalmente, y no le abandona.
Ni El color del sol es una novela policíaca, ni la protagoniza su héroe Montalbano. Es una pieza especial, en la que él (Camilleri) mismo figura como personaje introduciendo, mediante una fabulación algo intrigante, unos supuestos diarios de Caravaggio, pintor al que profesa gran admiración. El los diarios, que ni siquiera lo son, ya que se trata de retazos de ellos, supuestamente rescatados y copiados por él en circunstancias misteriosas y nada claras, Caravaggio habla de diversos sucesos que le ocurrieron en su estancia en Malta y en Sicilia, y de sus pensamientos, emociones, visiones y pesadillas, su manera de pintar, en fin.
La edición incluye 12 magníficas reproducciones (en color y papel cuché) de pinturas de Caravaggio, ilustrativas de lo que se relata en los textos.

Es mi primer contacto con Camilleri y parece que he venido a dar con un libro absolutamente atípico, en el conjunto de su obra. Sin embargo, es un libro que he leído de un tirón, que me ha atrapado y que me ha hecho recordar la biografía de este trágico pintor, pero esta vez viéndola con sus propios ojos, como Camilleri nos lo presenta, al darle forma de diarios. Al parecer, El color del sol surgió de la invitación efectuada por el Düsseldorf Museum Kunst Palast (Alemania) para que escribiera un relato sobre Caravaggio para una exposición que iba a celebrarse en los últimos meses de 2006. Camilleri aceptó al saber que junto a las telas originales del pintor se iban a exponer algunas imitaciones, y esto le inspiró a escribir un "falso diario" del maestro.
Caravaggio me resulta un pintor que me produce a la vez atracción y repulsión. Es un artista como la copa de un pino, que sin embargo estaba invadido de un mundo oscuro, morboso y tenebroso; su vida estaba llena de violencias y desgracias, una vida itinerante y desvalida, y sin embargo fue capaz de pintar obras magníficas y maravillosas, introduciendo brutalmente el claroscuro como técnica en la pintura barroca. Su huida de la prisión de Malta donde estaba confinado, su eterno vagar de ciudad en ciudad, a pesar de las ayudas que recibía, siempre huyendo, unas veces perseguido por sus propios actos violentos o por sus amores no muy ortodoxos, y otras por envidias e injusticias contra su persona, lo cierto es que configuran una vida de artista maldito. Y en estas breves pero densas páginas se nos muestra con toda su fuerza.

22/11/09

ELIA KAZAN: DOS PELÍCULAS ESPLÉNDIDAS

Descubro hoy dos películas que no conocía (¡cuán grande es mi ignorancia!) de Elia Kazan (1909-2003), cineasta norteamericano de origen griego, autor de las siempre recordadas Un tranvía llamado Deseo, Ley del silencio, Viva Zapata, El Compromiso, y muchas otras con las que este gran cineasta, (cuya carrera se vio trastornada y alterada por su posición en los juicios del senador MacCarthy) pero que si analizamos su obra, vemos nos ha dejado una filmografía inmensa y verdaderamente importante. En la medida en que acabo de descubrir ambas, que no había visto hasta ahora, me he sentido impelida a hablar de ellas conjuntamente, ya que ambas pertenecen al mismo director aunque a épocas diferentes, pero en las que podemos apreciar su maestría y buen hacer cinematográfico, así como descubrir unas emociones, unas ideas y unas descripciones de la sociedad y de las personas en concreto que nos parecen entrañables.

LAZOS HUMANOS (A TREE GROWS IN BROOKLYN) 1945.
Reparto: Dorothy McGuire, James Dunn, Joan Blondell, Peggy Ann Garner, Lloyd Nolan, James Gleason, Ted Donaldson, Ruth Nelson.














Primera película de Kazan, tras sus años en el teatro, del que podemos encontrar rastros en esta obra. Basada en la novela de Betty Smith y con guión de F. Davis y T. Slessinger, con una discreta fotografía a cargo de L. Shamroy, y producida por la 20th Century Fox. Sin apenas exteriores, toda en estudio, traza el mundo de los inmigrantes irlandeses que se van abriendo dura y dolorosamente camino en la sociedad americana. Una familia donde el padre, un magnífico James Dunn, representa un fracasado, músico free-lance, un todoterreno que lo mismo canta que trabaja de camarero, pero cuya afición a la bebida le pierde. La madre, una espléndida Dorothy McGuire, una mujer amargada y endurecida que se mata a trabajar para sacar adelante a la familia y suplir las carencias de su marido, al que ama profundamente pero recrimina su falta de coraje para salir adelante. Y el papel estelar lo lleva la niña, ese árbol que crece en Brooklyn, (título original, mucho más adecuado que el elegido en español). Peggy Ann Gardner hace su papel impecablemente. Por un lado fascinada con su padre, cuyo carácter imaginativo, extrovertido y alegre convierte a todos en amigos suyos, y por otro resentida contra su madre por amargarles le vida recordándoles sus obligaciones y obligándoles a pisar tierra. La adolescente tiene ansias de progresar, de salir de esa triste vida llena de miserias y elevarse a niveles culturales a los que se siente capacitada, pero las condiciones de vida no se lo permiten, lo que lleva finalmente a su padre a una dramática situación. Pero la vida empuja, y la niña consigue salir adelante, y al madurar comprende el esfuerzo de la madre y su amargura, dándose cuenta de que hay amor en el fondo de todo, pero que ante la vida hay que tomar decisiones que a veces son muy desagradables y que no son entendidas por los menores.
La vida del vecindario, los familiares, la hermana y sus novios, los amigos, el policía de barrio, entre todos crean un clima que expresa muy bien la situación de esos personajes que intentan con un gran esfuerzo levantar cabeza en un mundo hostil y duro. Y que lenta, muy lentamente van echando raíces, van creciéndose y rompiendo el asfalto buscando aire donde expandir sus ramas y sus hojas, donde fructificar.
Es una opera prima y sin embargo podríamos clasificarla ya como un clásico.

FUGITIVOS DEL TERROR ROJO (MAN ON TIGHTROPE) 1953
Reparto: Fredric March, Gloria Grahame, Terry Moore, Cameron Mitchell, Adolphe Menjou, Richard Boone, Robert Beatty

Basada en la novela de Neil Paterson, con guión de R.E. Sherwood, la fotografía de G. Kraus, música de F. Waxman y producida igualmente por la 20th Century Fox. El espantoso título colocado en la España franquista en los años cincuenta, en plena guerra fría, no corresponde en absoluto al original, mucho más adecuado a su contenido: HOMBRE EN LA CUERDA FLOJA, que juega con el equilibrio en que ha de moverse el protagonista, (un maduro e inmenso Fredic March) antiguo propietario y actual director (por dictamen del Estado soviético) de un circo en la Checoslovaquia ocupada y controlada por los comunistas; por un lado, y por otro, los equilibrios que como hombre de circo ha de hacer en su propio mundillo, los problemas que tiene con su mujer, (una aún terriblemente atractiva Gloria Grahame), con su hija (Terry Moore), con las autoridades (un siempre elegante y anciano Adolphe Menjou), con el director del otro circo, la competencia, y con el resto de la troupe circense, caótica pero unida en una piña frente al otro mundo, a la sociedad hostil en la que se mueven y a los que hacen reír y distraen con sus miserias. La trama es una intriga en la que nada es lo que parece ser, y como en el circo todos llevan un disfraz hasta el momento final, sorprendente, surrealista, increíblemente imaginado. Película que pasó sin pena ni gloria, pero que al verla ahora nos damos cuenta de su verdadero valor, sacándola del contexto político del momento, y mirándola con una visión más amplia que nos da el paso del tiempo y las vueltas de la historia.



21/11/09

VELADA LITERARIA VALENCIANA

PRESENTACIÓN EN VALENCIA DEL ÚLTIMO LIBRO
DE LA TRILOGÍA DE SANTIAGO POSTEGUILLO: LA TRAICIÓN DE ROMA.












En la sala multiusos de la FNAC de Valencia tuvo lugar ayer 20 de noviembre, la presentación del último libro de Santiago Posteguillo. Precedió una intervención de Antonio Penadés, autor de El Hombre de Esparta y a punto de estrenar nuevo libro.
La sala estaba a rebosar, los asientos cubrían unas 60 plazas y en el hueco de pie podrían haber unas 15 personas más. Como el personal mayoritario se iba a cenar en grupo, me fue delegada a mí (que no participé de la cena) la misión de informar sobre el evento. Tomé bastantes notas, pero he de decir que no entiendo casi nada de lo que escribí, ya que lo hice en condiciones algo incómodas y la letra es irreconocible. Así que confío en que la memoria no me traicione demasiado y consiga hacer un buen recuento de lo que se dijo, que fue mucho y muy acertado, en mi opinión.

Comenzó Penadés, (que acababa de llegar de un simposio sobre novela histórica, organizado por la Fundación Luis Goytisolo en El Puerto de Santa María) presentando a Posteguillo y después denostando sobre la proliferación excesiva y masificada de productos clasificados como “novela histórica”, que están saturando mercado y lectores, hasta el punto en que crean verdadero hartazgo y deforman la idea de lo que básicamente puede considerarse novela histórica. Sobre la obra de Posteguillo, la puso en un nivel muy alto, considerándole como el mayor escritor español de novela histórica, en cuanto a la calidad y cantidad de su obra, si dejamos aparte, por supuesto, a Don Benito Pérez Galdós, cuya magna obra, según Penadés, no puede considerarse propiamente novela histórica, por escribir sobre hechos demasiado cercanos al escritor.
El grueso de la intervención fue del propio Posteguillo, que ya tiene tablas más que suficientes, tanto por su hábito de dar clases como por la cantidad de intervenciones en público publicitando su obra.
Nos habló, muy claramente exponiendo cómo el escritor se enfrenta a una obra de este calibre. Un escritor de novela histórica, ante todo, debe entretener; es decir, es un novelista, no un historiador. Pero al elegir este tipo de novela, también debe atenerse a la historia; tres clases de fuentes dan de beber al novelista histórico: fuentes primarias, es decir, si se dispone del testimonio de algún testigo de los hechos. En este caso, Roma tuvo muchos testigos que escribieron sobre lo que vieron. Fuentes secundarias, refiriéndose a aquellos historiadores que hablan sobre el tema que se quiere abordar. También los hay, y muchos. Y por último, las fuentes experimentales, con lo que se quiere referir a aquellas experiencias personales, contacto con museos y las piezas observadas allí, talleres de recreación histórica, o excavaciones arqueológicas, donde uno puede tener en las mismas manos un trozo de cerámica, una tablilla o cualquier otra pieza que estuvo hace tantos y tantos siglos en otras manos, las manos que la construyeron o las que la usaron. También viajar a los lugares que se van a novelar es otra de las fuentes experimentales.

El escritor, pues, dispone de todas esas fuentes; pero ocurre que hay, a pesar de todo, vacíos, espacios de tiempo en la vida de los personajes, de los cuales no disponemos de ningún dato. Generalmente corresponden a la vida privada, a la domesticidad de los personajes. Qué vestían, qué comían, qué relaciones tenían en familia, con quién hacían el amor o con quién disputaban en privado. Aquí el novelista entra en acción y surge la ficción, la creación literaria propiamente. Pero el autor, dentro de un margen de libertad, ha de ser verosímil en su creación. Lo ficticio ha de ser creíble por la época y el lugar en que se sitúa la acción. Con lo que ha de llevar un cuidado exquisito para no meter el remo con un anacronismo o con algo que por lógica, no pudiera ocurrir de ese modo.

En resumen, según Posteguillo, de las preguntas que el hombre se hace, ¿de dónde venimos? Y ¿adónde vamos?, la novela histórica contesta a ambas. La primera la contesta hoy respecto del pasado. La segunda la contestará en el futuro respecto del presente. A mí se me ocurre que, si recordamos la exposición kantiana, que fue quien formuló estas preguntas como las básicas de la filosofía, hay una pregunta más: ¿Quiénes somos? Y a mi juicio, también la novela histórica, si nos habla de la cultura de la que procedemos, puede contestar a esta última pregunta. Porque lo que nosotros somos hoy nos viene del pasado, somos un resto del pasado, y un germen del futuro. Y además, porque el hombre, la humanidad, sea en Roma, o en la actualidad, tiene la misma esencia: las mismas emociones, los mismos deseos, ideales, placeres y dolores, virtudes y vicios. Los mismos problemas de soledad y de felicidad, ansia de poder y deseo de paz.
Y de todo ello nos habla Santiago Posteguillo con tres inmensos tomos en los que la historia de la Roma pre-imperial se nos presenta ante nuestros ojos y nuestra imaginación, y los personajes reales desfilan realizando sus hazañas, ganando o perdiendo batallas, viendo morir a sus padres o nacer a sus hijos.
Posteguillo está ya trabajando en su nueva novela, de la que aún está casi todo por hacer y de la que nos hablará cuando llegue el momento. Por ahora, la vida de Escipión el Africano, Aníbal, y muchos más la tenemos en nuestras manos en los tres libros: Africanus, el hijo del cónsul; Las legiones malditas, y La traición de Roma.
Auguramos un completo éxito a este último tomo de la trilogía, a juzgar por el amplísimo eco de público que han tenido los dos tomos anteriores.

15/11/09

RECUERDOS DE LA ERA ANALÓGICA.

Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir.
Shakespeare, La tempestad

El texto que sigue ha sido publicado previamente en Anika entre libros. (enlace: http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/T/p04963.ascx)

Daniel Tubau, que suele hacer suyo el comentario de Groucho de no pertenecer a ningún Club que le admita como socio, cuenta con un larguísimo currículo de más de veinte años de experiencia como guionista y director en decenas de programas y series de televisión en España y Argentina. También ha trabajado en el Departamento de Proyectos de la productora Globo Media, ha sido vocal de la Comisión de Películas del Ministerio de Cultura, colaborador del MediaLab de Madrid, periodista y escritor. Actualmente trabaja como guionista freelance e imparte cursos y master para guionistas en el Instituto de RTVE, Ondas Escolares y Universitarias, la Universidad Juan Carlos I o la productora Globo Media. Es un todo terreno, culturalmente hablando. Sus dos libros anteriores son Las paradojas del guionista y La verdadera historia de las sociedades secretas.

El libro que nos ocupa, absoluta novedad, es francamente original. Formado por una colección de textos supuestamente encontrados en un futuro muy futuro, de los que se ocupan un grupo de antólogos, que van comentando cada texto, prologándolo, enmarcándolo o explicándolo según las coordenadas del pasado (que es nuestro presente o incluso nuestro futuro) es inclasificable. No sabemos nada de la época en la que viven los antólogos, lo que sabemos es que ellos investigan en su pasado, en la era analógica, y tratan de conocer la temática y los problemas del momento en que la digitalidad irrumpe y cómo responden los humanos ante ella. Los textos recopilados son variopintos, algunos son simples retazos, discontinuos, otros son como un pequeño relato, unos versan sobre arte, o sobre filosofía, en general todos están marcados por un toque cientifista, o mejor, de filosofía de la ciencia. Las cuestiones que se plantean son de carácter ontológico, diría yo, pero planteadas de un modo en el que todo aquel que tenga unas mínimas inquietudes pueda interesarse.
Es el cuarto volumen de la colección Evohé Narrativa, de una editorial emergente que tiene mucho que ofrecer, muchos proyectos y que ya nos ha dado suficientes muestras de a dónde es capaz de llegar.
Me ha parecido un libro muy atractivo. Un verdadero descubrimiento. Los textos sugieren, plantean preguntas, enlazan con otros textos, con otras ideas, en fin, es como un rompecabezas, un cubo de Rubik que hay que ir recolocándolo y en el que todo va a ir encajando y a la vez llevándonos a otras cosas. Un universo lleno de universos, de puertas abiertas, de mundos paralelos, donde la ficción sólo se distingue de la realidad por una línea tan fina que hay que mirar muy bien dónde pisamos, porque de un salto, como Alicia, podemos pasar al otro lado del espejo.
Reflexiones interesantísimas, como las que nos plantea el relato Gabor, que nos hace pensar sobre el arte, sobre la identidad, sobre la copia y la obra única, tema que también se plantea en Picasso y los indiscernibles; otro relato, Vidas Vicarias nos trae ecos de Desafío Total, la película de Verhoeven, en cuanto a la posibilidad de implantes cerebrales que nos permitan vivir otras vidas...en otros cuerpos. En el texto Que nada se crea, reflexionamos con el autor sobre Platón y el eterno retorno, la inmortalidad y los dobles mundos.

Pero todo lo hacemos de un modo natural, sin academicismos ni tecnicismos cientifistas; tampoco hay planteamientos morales explícitos, lo cual es muy de agradecer: son reflexiones llenas de sugerencias, a las que todos podemos tener acceso, simplemente manteniendo abierta nuestra mente y nuestros ojos.
Otro punto de referencia, (ayudarnos a enmarcar el libro) en mi opinión, sería Borges; también Wittgenstein. Y por supuesto, el propio autor, cuya larga trayectoria le permite autorreferenciarse. Lo cual le coloca en la tradición contemporánea de un Sebald, un Auster, un Philip Roth. Y a los clásicos: Platón, Leibniz, los racionalistas, por supuesto, pero de un modo muy cotidiano, entroncándolo en nuestra vida diaria, por supuesto, una vida en la que salimos un poco del minimalismo de supervivencia y nos planteamos aquello que Kant consideraba como preguntas básicas: quiénes somos, de dónde venimos, y adónde vamos...

La edición incluye fotos en color de pinturas picassianas, y un desplegable en papel cuché, a modo del Talmud, en el que un texto central se interrelaciona con otros muchos textos, comentarios, citas, conformando un hipertexto lleno de alusiones, enlaces y sugerencias que nos abre miles de puertas, y por las que somos libres de transitar, de entrar y salir a nuestro gusto...y estamos encantados de hacerlo.

Espero que os sintáis atraídos por el texto y lo leáis.

11/11/09

EL MAR, MI MAR

Hoy he seleccionado una pequeñísima muestra, algunos textos del encantador libro de Fernando de Villena Los siete libros del Mediterráneo, cuyas reseñas se han publicado en Hislibris: http://www.hislibris.com/los-siete-libros-del-mediterraneo-fernando-de-villena/ena/


EL MAR, LA VIDA...
La Vida es no pensar,
no sentir ni deseos ni temores;
la vida en plenitud ya no precisa
ni siquiera palabras;
basta el Mediterráneo:
contemplar muy despacio a cualquier hora
un fragmento de azul o tal vez negro
si la noche es cerrada...

La Vida es pasear por esta orilla
o acaso por aquella que está del otro lado
sin ni siquiera pasos y sin prisas
hasta cerrar el círculo.

Aqui se acaba el mar o aqui comienza.
El pasado, el presente, lo futuro,
tú, yo mismo o cualquier otro vocablo
carecen de sentido por completo.
Somos el mar, el mar, cielo invertido.


EL MEDITERRÁNEO

Vincularé tu nombre al mío humilde,
tu nombre azul y altísimo
de sueños y de gestas,
de dioses y de efímeras banderas...

Tu nombre, sí, tu nombre, mar sagrado
mar venerable y nuestro,
sabio Mediterráneo
carcelero de fustes y denarios
que en fantasmas trirremes
son teatro a la danza de las algas,
al salto de los pulpos,
a la huida argentina de los peces
hacia grutas de sombra
donde su pena esconden y vergüenza
sirenas derrotadas...


LOS ESTRECHOS

Al cruzar los estrechos evocaba
el angustioso paso
de aquellos Argonautas por los mismos
según nos lo refiere
Apolonio con versos admirables.
Era entonces ignoto y misterioso
nuestro Mediterráneo:
sirenas, leviatanes, hechiceras,
cíclopes y centauros lo poblaban;
puertas tenía al reino de los muertos
y rústicos santuarios
donde escuchar dejaban a los hombres
su voz los Inmortales.













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