CONFERENCIA DE CLAUSURA DEL SIMPOSIO SOBRE NOVELA HISTÓRICA
CARLOS GARCÍA GUAL
Carlos García Gual (Palma de Mallorca, 1943), es escritor, filólogo, crítico y traductor español, catedrático de filología griega de la Universidad Complutense de Madrid, y autor de una amplísima obra ensayística sobre novela histórica y sobre temas mitológicos.
La conferencia con la que clausuró el I Simposio sobre Novela Histórica en Valencia, trató, fundamentalmente, de analizar y elegir algunas de las novelas históricas del XIX y el XX, marcando las diferencias entre las características de estilo y temas de cada siglo, así como situar el origen de lo que se viene llamando novela histórica.
Propiamente, la primera novela histórica como la consideramos actualmente, sería la de Jean J. Barthelemy: Los viajes del joven Anacarsis (1790); pero prácticamente pasó desapercibida, y realmente, la primera suele ser considerada Los mártires del cristianismo de Chateaubriand, en 1809. Pero el verdadero publicitador del género fue sir Walter Scott, en 1815, aunque a Scott le gustaban más las brumas del medioevo que el mundo grecolatino. Sir E. Bulwer-Lytton disparó las ventas, si podemos hablar en estos términos, con su Ultimos días de Pompeya (1834), y la primera versión de Hipatia de Alejandría a cargo de Charles Kingsley en 1850. A partir de ahí, Salambó, Ben-Hur, Cleopatra, Thais, Quo Vadis? y otras muchas, que no vamos a citar aquí ya que en las publicaciones de García Gual se pueden encontrar.
El Romanticismo propició esa escapada literaria hacia el pasado, con unas características peculiares. La mayoría de los autores, empezando por el propio Chateaubriand, eran aristócratas y escribían para un selecto público que dominaba el latín y que había pasado por Oxford o cualquier otra prestigiosa universidad, que había viajado a Italia o a Grecia y visto sobre el terreno las ruinas romanas y griegas. ¿Qué les interesaba? Pues fundamentalmente el conflicto religioso de paganismo y cristianismo de la época romana, o las cruzadas en la Edad media, ya que al menos en Europa (Francia, y algo menos en Alemania) la polémica religiosa llevaba mucho tiempo en candelero. Los amores dramáticos con finales felices, la recreación de personajes clásicos, y en fin, las descripciones detalladísimas de los escenarios del pasado, ya que, en esa época no todos habían podido viajar y no tenían otros medios de imaginarse los templos grecolatinos o egipcios.
La narrativa histórica del siglo XX introduce bastantes cambios en este panorama. A partir de los años treinta, en que Robert Graves comienza a publicar, van apareciendo una serie de grandes autores que tratan el tema histórico y mitológico: Thornton Wilder, M. Yourcenar, M. Renault, A. Koestler y H. Fast, H. Broch, G. Vidal, Crhista Wolf, Gisbert Haefs...todos ellos conforman un paisaje literario en el que ya no importa tanto el tema del cristianismo primitivo, los mártires ni las controversias religiosas, aumentan los temas mitológicos, y los grandes personajes de la Antigüedad: Alejandro, César, Adriano; también cambia el modo de escribir: del único narrador en tercera persona omnipresente y externo, se pasa a la polifonía narrativa, a los distintos puntos de vista, a las mezclas de primera persona y distintos personajes; se introduce la gente corriente, la vida cotidiana, aquello que no nos cuenta la Historia: los autores ya no son aristócratas, y se dirigen a un público medio, que ya tiene unas bases educacionales medias, y que, sobre todo, está ilustrado por las imágenes del cine, con lo que aproximadamente tiene una idea –aunque a veces no muy fiel o falseada- de lo que se le va a contar, y sobre todo, hace innecesarias las largas descripciones del diecinueve sobre arquitectura o paisaje, sobre ropas o detalles que ya todos han visto en las películas. Y la idea de que la historia no sólo la hacen los grandes personajes, sino todos y cada uno la sufrimos (o la disfrutamos), somos todos partícipes, en mayor o menor grado, lo cual puede hacer que el lector se identifique más fácilmente con la lectura que se le presenta. El siglo XX hace mucho hincapié en la psicología de los personajes, sean reales o ficticios, imagina sus sueños, sus deseos, sus sufrimientos, sus reacciones ante la vida.
También otra característica se da en el siglo XX: se mezclan los géneros: dentro de un género histórico, la acción puede tener un mayor matiz de aventuras, o de investigación detectivesca o policíaca, como las historias de Conan Doyle (Sir Nigel o La Compañía Blanca) y también surgen las series, donde el personaje creado por un autor repite protagonismo, como en Bernard Cornwell, Scarrow, o la misma Lidsay Davies con su famoso detective Didio Falco.
García Gual señaló en este punto que en estas mezclas existe un riesgo, que es el de considerar el momento histórico sólo como un decorado donde se desarrolla la acción, las aventuras o la investigación policíaca, siendo éstas lo más importante, por lo que ya si apuramos un poco la definición, se desvirtúa la noción de novela histórica propiamente, ya que ésta, aunque desarrolle aventuras y acción, el tema histórico debe tener tanta importancia y estar al mismo nivel que la narración que se nos cuenta.
Entre el publico surgieron algunas preguntas, entre ellas, acerca de la frontera entre mitología e historia, haciéndose ver la necesidad de un buen estudio sobre la novela mitológica. Las perspectivas de la novela, mirando hacia el futuro, fue otra de las cuestiones planteadas: García Gual respondió asegurando que el futuro es el de la novela, cualquier clase de novela. Y la novela está asegurada, el público sigue reclamando historias, narraciones, novelas, y lo que puede ir variando son las técnicas y los temas. Siempre que se consiga ese equilibrio de calidad literaria que hace que una obra sea una buena obra, da igual al género en que la clasifiquemos.
Finalmente acabó el acto con un parlamento del representante de la Universidad informando de una segunda edición del simposio para el año próximo, y anunciando la convocatoria del premio Valentia de novela histórica, reto para muchos autores noveles o no, y que tendrán un año para presentar sus trabajos. Esperamos con verdadero interés los resultados, que imaginamos acabarán por crear un ambiente muy favorable hacia la novela histórica, cosa que los amantes del género y de la literatura apreciaremos con placer.
CARLOS GARCÍA GUAL
Carlos García Gual (Palma de Mallorca, 1943), es escritor, filólogo, crítico y traductor español, catedrático de filología griega de la Universidad Complutense de Madrid, y autor de una amplísima obra ensayística sobre novela histórica y sobre temas mitológicos.
La conferencia con la que clausuró el I Simposio sobre Novela Histórica en Valencia, trató, fundamentalmente, de analizar y elegir algunas de las novelas históricas del XIX y el XX, marcando las diferencias entre las características de estilo y temas de cada siglo, así como situar el origen de lo que se viene llamando novela histórica.
Propiamente, la primera novela histórica como la consideramos actualmente, sería la de Jean J. Barthelemy: Los viajes del joven Anacarsis (1790); pero prácticamente pasó desapercibida, y realmente, la primera suele ser considerada Los mártires del cristianismo de Chateaubriand, en 1809. Pero el verdadero publicitador del género fue sir Walter Scott, en 1815, aunque a Scott le gustaban más las brumas del medioevo que el mundo grecolatino. Sir E. Bulwer-Lytton disparó las ventas, si podemos hablar en estos términos, con su Ultimos días de Pompeya (1834), y la primera versión de Hipatia de Alejandría a cargo de Charles Kingsley en 1850. A partir de ahí, Salambó, Ben-Hur, Cleopatra, Thais, Quo Vadis? y otras muchas, que no vamos a citar aquí ya que en las publicaciones de García Gual se pueden encontrar.
El Romanticismo propició esa escapada literaria hacia el pasado, con unas características peculiares. La mayoría de los autores, empezando por el propio Chateaubriand, eran aristócratas y escribían para un selecto público que dominaba el latín y que había pasado por Oxford o cualquier otra prestigiosa universidad, que había viajado a Italia o a Grecia y visto sobre el terreno las ruinas romanas y griegas. ¿Qué les interesaba? Pues fundamentalmente el conflicto religioso de paganismo y cristianismo de la época romana, o las cruzadas en la Edad media, ya que al menos en Europa (Francia, y algo menos en Alemania) la polémica religiosa llevaba mucho tiempo en candelero. Los amores dramáticos con finales felices, la recreación de personajes clásicos, y en fin, las descripciones detalladísimas de los escenarios del pasado, ya que, en esa época no todos habían podido viajar y no tenían otros medios de imaginarse los templos grecolatinos o egipcios.
La narrativa histórica del siglo XX introduce bastantes cambios en este panorama. A partir de los años treinta, en que Robert Graves comienza a publicar, van apareciendo una serie de grandes autores que tratan el tema histórico y mitológico: Thornton Wilder, M. Yourcenar, M. Renault, A. Koestler y H. Fast, H. Broch, G. Vidal, Crhista Wolf, Gisbert Haefs...todos ellos conforman un paisaje literario en el que ya no importa tanto el tema del cristianismo primitivo, los mártires ni las controversias religiosas, aumentan los temas mitológicos, y los grandes personajes de la Antigüedad: Alejandro, César, Adriano; también cambia el modo de escribir: del único narrador en tercera persona omnipresente y externo, se pasa a la polifonía narrativa, a los distintos puntos de vista, a las mezclas de primera persona y distintos personajes; se introduce la gente corriente, la vida cotidiana, aquello que no nos cuenta la Historia: los autores ya no son aristócratas, y se dirigen a un público medio, que ya tiene unas bases educacionales medias, y que, sobre todo, está ilustrado por las imágenes del cine, con lo que aproximadamente tiene una idea –aunque a veces no muy fiel o falseada- de lo que se le va a contar, y sobre todo, hace innecesarias las largas descripciones del diecinueve sobre arquitectura o paisaje, sobre ropas o detalles que ya todos han visto en las películas. Y la idea de que la historia no sólo la hacen los grandes personajes, sino todos y cada uno la sufrimos (o la disfrutamos), somos todos partícipes, en mayor o menor grado, lo cual puede hacer que el lector se identifique más fácilmente con la lectura que se le presenta. El siglo XX hace mucho hincapié en la psicología de los personajes, sean reales o ficticios, imagina sus sueños, sus deseos, sus sufrimientos, sus reacciones ante la vida.
También otra característica se da en el siglo XX: se mezclan los géneros: dentro de un género histórico, la acción puede tener un mayor matiz de aventuras, o de investigación detectivesca o policíaca, como las historias de Conan Doyle (Sir Nigel o La Compañía Blanca) y también surgen las series, donde el personaje creado por un autor repite protagonismo, como en Bernard Cornwell, Scarrow, o la misma Lidsay Davies con su famoso detective Didio Falco.
García Gual señaló en este punto que en estas mezclas existe un riesgo, que es el de considerar el momento histórico sólo como un decorado donde se desarrolla la acción, las aventuras o la investigación policíaca, siendo éstas lo más importante, por lo que ya si apuramos un poco la definición, se desvirtúa la noción de novela histórica propiamente, ya que ésta, aunque desarrolle aventuras y acción, el tema histórico debe tener tanta importancia y estar al mismo nivel que la narración que se nos cuenta.
Entre el publico surgieron algunas preguntas, entre ellas, acerca de la frontera entre mitología e historia, haciéndose ver la necesidad de un buen estudio sobre la novela mitológica. Las perspectivas de la novela, mirando hacia el futuro, fue otra de las cuestiones planteadas: García Gual respondió asegurando que el futuro es el de la novela, cualquier clase de novela. Y la novela está asegurada, el público sigue reclamando historias, narraciones, novelas, y lo que puede ir variando son las técnicas y los temas. Siempre que se consiga ese equilibrio de calidad literaria que hace que una obra sea una buena obra, da igual al género en que la clasifiquemos.
Finalmente acabó el acto con un parlamento del representante de la Universidad informando de una segunda edición del simposio para el año próximo, y anunciando la convocatoria del premio Valentia de novela histórica, reto para muchos autores noveles o no, y que tendrán un año para presentar sus trabajos. Esperamos con verdadero interés los resultados, que imaginamos acabarán por crear un ambiente muy favorable hacia la novela histórica, cosa que los amantes del género y de la literatura apreciaremos con placer.