JUN’ICHIRÔ TANIZAKI
Título original: 鍵 (Kagi, 1956)
Traducción: Keiko Takahashi y Jordi Fibla
Ed. Siruela, 2014
En sus comienzos literarios, cuando
colaboraba con la revista Mita,
Tanikazi se posicionó en la corriente esteticista, frente al grupo literario Shirakaba, grupo de aires tolstoianos liderado por Naoya
Shiga en 1910. Pero tras el terremoto de Tokio de 1923 Tanikazi abandona su
casa de Yokohama y se establece en Kioto y aunque sus opciones literarias no
varíen esencialmente, dirige su mirada a la propia cultura japonesa, que la
vanguardia literaria tenía postergada, fascinada por Occidente. “La llave” fue
escrita en 1956 y llevada al cine por Kon Ichikawa en 1959, con guión del
propio Ichikawa y Keiji Hasebe (a pesar de que Tanikaki escribió guiones
cinematográficos durante una época, para el cine mudo japonés).
Es ésta una sugerente novela que ahonda en
las oscuras motivaciones y deseos de la sensualidad, un paseo por el amor y la
muerte. La pulsión sexual en una edad madura, las sensualidad, la transición
entre lo onírico y lo real, la verdad y la mentira, la luz y la sombra, todo contado
de un modo muy frío, por medio del recurso a dos diarios: el de un hombre en la
cincuentena, Kenmochi, que nota los primeros síntomas de la pérdida del vigor
físico, y el de su esposa Ikuko, unos años más joven que él, madura pero aún
bella y atractiva, que no parece mostrar hacia él más que frialdad y pasividad.
Entre ambos hay otro hombre más joven, Kimura,
supuestamente el posible futuro marido de la hija del matrimonio, Toshiko. Ésta tiene un papel aparentemente
secundario, al principio, pero poco a
poco su importancia va creciendo. Es una joven poco agraciada, perturbada por las crecientes tensiones
amoroso-sexuales de sus padres.
Entre estos cuatro personajes, pues, se
inicia un peligroso juego de seducción, un juego de las cuatro esquinas en el
que no sabemos muy bien quién planea las reglas, pero en el que todos parecen
estar mudando sus posiciones y no es hasta el final que conoceremos la clave.
El título, pues, no sólo hace referencia a la llave del cajón donde el marido esconde su
diario, sino a una simbólica llave que abre el complejo entramado de
relaciones.
Se presentan al lector las dos versiones
de los hechos, ambas muy subjetivas, como lo pueden ser las entradas de un
diario, y más si le añadimos que ambos cónyuges creen que tanto el uno como el
otro leerán a escondidas el diario ajeno. Así, a veces tenemos la impresión de
que el texto está escrito con la intención de ser leído, pretendiendo crear en
el cónyuge una actitud: la atracción sexual hacia un tercero, los celos, etc.
Fetichismo, voyeurismo, sueños eróticos y una confusa delimitación entre la
pasión y la locura, creada por la continua recurrencia al alcohol como vía de
entrar en una inconsciencia desinhibida, muestran el lado oscuro de los dos
personajes centrales, que escriben sus diarios y juegan al escondite con ellos.
La obsesión del marido por el cuerpo de su
esposa Ikuko llega a límites insospechados, pasando por encima de la salud y de
las costumbres. Costumbres que desde una óptica occidental pueden ser
incomprensibles o desconocidas, pero que pesaban mucho en la manera de ser
japonesa. La influencia cultural y
social de Occidente sobre Japón tuvo lugar de modo evidente desde principios de
siglo, y ello puede verse en el cine y en la literatura, así como en Occidente
fue desde finales del siglo XIX y principios del XX que la popularización de
los grabados y el arte japonés impactaron en Europa. En Tanikazi se debate su
interés por la cultura occidental y al mismo tiempo, las obsesiones derivadas
de sus tradiciones y su propia experiencia vital.
Jun’ichirô
Tanizaki (Tokio, 1886- Yugawara, 1965). Novelista
y ensayista japonés, contemporáneo de Yasunari Kawabata y miembro de honor de
la Academia de las Artes y las Letras de EE.UU. Influido por Edgar Allan Poe,
Oscar Wilde y el simbolismo francés, publicó su primer cuento, Tatuaje (1910). Con Hay quien prefiere las ortigas (1929), Relato de un ciego (1931) e
Historia de Shunkin (1933), su estilo se acerca en mayor medida al realismo y a
la cultura nipona clásica. De su obra posterior, fruto de la confrontación de
lo tradicional y lo moderno en Japón, junto a cierta obsesión por lo erótico y
sensual, cabe citar Las hermanas Makioka
(1947), La llave (1956) y Diario de un viejo loco (1962). En el
importante ensayo El elogio de la sombra
(1933), efectúa un repaso crítico de las principales nociones estéticas de la
cultura japonesa.
Fuensanta Niñirola