DAN SIMMONS
Roca Editorial , 2008
Si algún buque tuvo alguna vez un nombre
que le marcara su futuro, este fue el HMS
Terror que, junto al HMS Erebus componían
la expedición dirigida por Sir John Franklin, desaparecida en 1847, entre los hielos
árticos. En septiembre de 2014, en una expedición realizada en un vehículo
submarino teledirigido, se encontró uno de los dos barcos perdidos, cerca de la
isla Rey Guillermo, en el territorio que actualmente se denomina Nunavut. En diciembre
de 2016 fue encontrado el segundo barco, por la misma zona.
Con el objetivo de atravesar y explorar el
último y desconocido tramo del Paso del Noroeste, fue organizada una nueva
expedición, dirigida esta vez por el capitán sir John Franklin, oficial de la
Armada Real, que partió de Inglaterra en 1845 con 128 miembros de tripulación. La
expedición se componía de dos barcos, el HMS
Erebus y el HMS Terror, cada uno
de los cuales había viajado anteriormente a la Antártida con Francis Crozier y James Clark Ross. El capitán Fitzjames y el
capitán Crozier comandaban cada barco.
Atrapados ambos barcos en el hielo durante
dos inviernos, Franklin y poco a poco toda la tripulación de los dos barcos fue
muriendo, a causa de la hipotermia, el hambre, el envenenamiento por plomo, el
escorbuto, las enfermedades y, en general, el ambiente hostil para el que
carecían de avituallamiento, ropas y entrenamiento. Todo esto se ha ido
deduciendo tras el análisis de los restos encontrados, así como también se
supone que hubieron algunos casos de canibalismo, ante la ausencia de comida.

Simmons se atiene a los puntos básicos
comprobados, pero construye el resto, y escribe la novela introduciendo
elementos imaginarios, pero muy bien elegidos, y de modo muy verosímil, incluso los elementos paranormales o
supranaturales. Quizás la última parte es la menos creíble al desarrollar
demasiados elementos de la cultura y mitología esquimal, que hacen derivar la
narración a situaciones oníricas de delirio, difuminando la realidad y la
ficción.
El libro está estructurado en 67
capítulos, cada uno titulado con el nombre del personaje desde cuyo punto de
vista se narra. Francis Crozier es el central: el libro comienza y acaba con
él. Crozier comanda el Terror, pero tras la muerte de Franklin
y el hundimiento del Erebus se hará
cargo de las dos tripulaciones. Otro de los personajes que más se repiten es el
del doctor Harry D. S. Goodsir, y en muchas ocasiones lleva la forma de un
diario, y por tanto, escrito en primera persona. Los demás capítulos están
redactados en tercera.
Desfilan por cada capítulo muchos
personajes, aquellos que tienen un cierto protagonismo y cuyo punto de vista
resulta interesante, por su posición, las explicaciones acerca de los hechos,
los recuerdos o los sueños. El capitán Crozier, el jefe de expedición Franklin,
doctor Goodsir, teniente Gore, capitán Fitzjames, teniente Irving, patrón de
hielo Blanky (estremecedor en el capítulo del ataque nocturno), Hickey, teniente
Peglar, el mozo Bridgens…
Hasta el primer tercio del libro, el lector
se va haciendo una idea de en qué consiste la vida en los dos buques varados, los
tripulantes que los pueblan, lo que les ha llevado hasta allí e incluso,
mediante los recuerdos de Crozier y de Franklin, sabrá algo de su vida anterior
y como surge el proyecto de esta expedición. Las andanzas de Crozier por
tierras australes con el Terror y el Erebus, el desdichado papel que Franklin
juega en Tasmania, etc. y a partir de este capítulo, se produce un hecho que
marcará el rumbo siguiente. El hito se produce con un gran incendio y la
decisión de Crozier de salir de su estado alcohólico y hacerse cargo de la
expedición, una vez fallecido Franklin.
Como leit-motiv
a lo largo de la narración, hay dos misteriosos personajes que surgen o
desaparecen inexplicablemente. Uno es una mujer esquimal, llamada “Lady
Silenciosa” por la tripulación, a causa su mudez. El otro es un ser monstruoso,
una especie de oso gigantesco, que les acosa y ataca sorpresivamente y al que
nunca pueden ver con claridad pero sí sentir su presencia. La narración esta
trufada de esas dos presencias, una inquietante y otra, claramente terrorífica.
Son incursiones en la literatura fantástica, que, mezcladas con descripciones a
veces hiperrealistas detallando con toda crudeza las enfermedades o las heridas
sufridas por unos u otros, crean una narración muy especial, medio histórica,
medio fantástica, medio documental y antropológica. El fantasma de Edgar Allan
Poe sobrevuela constantemente la narración.
Hacia la mitad del libro, abril de 1848,
los expedicionarios abandonan los barcos ante el temor de no poderlos liberar
del hielo y la carencia de carbón, entre otros motivos. Los oficiales se reúnen
y deciden desplazarse a la Tierra del Rey Guillermo, donde ya el teniente Gore
( y en expediciones anteriores, Ross) se ha establecido un punto de referencia.
La comida en condiciones empieza a escasear y el escorbuto ya hace estragos
entre la tripulación.

La última parte de la narración entra ya
en el campo de lo mitológico y
fantástico, y probablemente no hubiera sido necesaria. El mundo de los
esquimales, forma de vida y cosmovisión, visto con los ojos de un occidental.
En suma, una novela interesante, con
tramos muy crudos y terroríficos, que se atiene a los hechos en su urdimbre
principal, y que desarrolla todo un esfuerzo para recrear un drama real, sin
importarle incursiones en lo irracional o lo fantasmagórico.
Fuensanta Niñirola