JOSÉ ANTONIO QUIRCE
Editorial Juventud, 2015
XVIII Premio Nostromo
Primera novela del autor, que inicia su andadura
con un premio literario, el Nostromo, concedido a la literatura de corte naval
y marinera. La novela, pese a estar impregnada de salitre y tufillo a sardinas
y boquerones asados, está escrita en clave de novela policiaca. No obstante,
José Antonio Quirce, biólogo marino, no puede evitar que el texto esté trufado
de digresiones biológicas, pesqueras, ...y santoñesas, su tierra natal.
Santoña es, pues, el centro donde se desarrolla la
acción. La bella población cántabra, a los pies del Monte Buciero ve alterada
su paz por un trágico suceso: un marinero ha desaparecido. La Guardia Civil
pide colaboración a las Policía Nacional y allá que se desplaza un equipo de
tres policías: el inspector jefe Ventura, el subinspector Rueda y una policía
en prácticas, Verónica del Río. A poco de iniciar la investigación, se denuncia
otra desaparición. Y la cosa se complica con el descubrimiento, con escaso
margen de diferencia, de dos cadáveres, devueltos por el mar. Mientras la
Guardia Civil investiga a uno de los desaparecidos, Cabuyas, activo marinero
experto en nudos, los policías nacionales se ocupan del otro, Chinuco, antiguo
marinero, borrachín y dado a una vida irregular.

El argumento, que comienza con la desaparición de
un hombre, se va complicando poco a poco con nuevos personajes y con otras
tramas delictivas encubiertas que la sospecha y la interrelación de un caso con
el otro lleva tanto a la Policía como a la Guardia Civil a ir desenredando una
complicada madeja, un nudo marinero difícil de soltar.
El autor se explaya con verdadero placer en la
descripción de la comarca, de las costumbres marineras y la terminología
pesquera, así como en las comidas, usos y todo tipo de detalles de la vida de
un puerto pesquero. Esto lleva a una cierta ralentización de la acción, que
solo al final adquiere una fuerte tensión, a la que llegará paulatinamente como
un río de lento transcurrir y que de pronto se acerca a una catarata,
aumentando velocidad y fragor.
El nudo es, efectivamente, el eje de toda la
narración, y no solo el nudo físico, sino el simbólico de esa trama que va
surgiendo, esa red que no es precisamente para pescar peces, y que indirectamente
está ligada al hecho de las desapariciones. La investigación de una cosa va a
llevar a otras, y van a salir a la luz secretos tenazmente escondidos.
Historias de amor y de traición, amistades peligrosas, en fin, un cúmulo de
cabos entrelazados como el as de guía o el del ahorcado.
Quizá se echa en falta un poco más de profundidad
en la psicología de los personajes, los cuales están descritos algo
esquemáticamente, siempre en función de la acción. Pero el género policíaco
suele centrar sus argumentos en la trama, en los hechos, y no tanto en los
personajes, por tanto, el autor se ciñe a los parámetros del género, si bien
los amplía con las lecciones de biología o de historia que se alternan con el
relato propiamente dicho. Esto le confiere una cierta originalidad respecto a
lo habitual.
Una ópera prima de evidente interés, que esperamos
tenga próximamente una continuidad.

ARIODANTE