ARTURO
PÉREZ-REVERTE
Alfaguara, 2016
En esta nueva novela, el prolífico escritor cartagenero crea un personaje
que podría ser el sustituto de Alatriste, aunque aquí no hay capa y espada.
Como mucho, una navaja automática bien afilada, además de la Browning 9mm. y
una cuchilla de afeitar Gillette bien escondida. No hay capa y espada, en
efecto, porque la novela está situada en otoño de 1936, en España, recién comenzada
la guerra civil.
¿Una novela más sobre la guerra civil? -Se dirán ustedes. No; no es sobre
la guerra civil. Es una novela de intriga, de espionaje, de acción: un thriller, ambientado en la España del 36,
recién iniciada la contienda. Y el protagonista, un conflictivo y políticamente
incorrecto mercenario, ex traficante de armas, además de otras muchas
actividades poco convencionales, ahora miembro del SNIO (Servicio Nacional de
Información y Operaciones) dirigido como el resto de servicios de inteligencia
por Nicolás Franco, en la trastienda del cuartel general del Caudillo, a la
sazón en Salamanca. Aunque estaba expulsado de la Armada por un asunto de
faldas, su jefe le había conseguido una graduación provisional de teniente de
navío de la Armada, a fin de facilitar su trabajo, “porque a los falangistas
les impresionan los uniformes”.
“—Te sienta bien el uniforme —comentó el Almirante
mientras Lorenzo Falcó y él subían por la escalera—. Deberías usarlo más a
menudo.
—Soy alérgico a los uniformes —Falcó se pasaba un
dedo por el cuello de la camisa blanca, cerrado con impecable corbata negra—.
Me salen granitos.”
La trama en su eje central trata de un difícil proyecto: la Falange quiere rescatar
a José Antonio Primo de Rivera, a la sazón, prisionero en la cárcel de
Alicante. Falcó debe dirigir la
operación, que se realizará principalmente por fuerzas de asalto falangistas y
con el apoyo de la Kriegsmarine
alemana. Obviamente conocemos el final: José Antonio fue fusilado en Alicante
el 20 de noviembre de 1936, por tanto la novela imagina un intento de
salvamento que podría haber sido, …pero que no fue.
Sin embargo, lo que interesa al escritor de Cartagena no es reescribir la
Historia, sino ambientar históricamente a un nuevo personaje: Lorenzo Falcó; personaje
que no se casa con nadie, pero que tiene sus principios: “los bandos estaban perfectamente
claros: de una parte él, y de la otra todos los demás”. Falcó trabaja para el bando Nacional,
efectivamente; y este es justamente el carácter novedoso de la narración, por
otra parte convencional del género. La abrumadora mayoría de las novelas
ambientadas en la guerra civil española toman partido por el lado republicano (una
excepción sería la trilogía de “Buena gente en una mala guerra” de Miguel
Aceytuno).
En este caso, aunque Falcó se desplace por la geografía española y salte
las fronteras de la guerra, su trabajo es para los nacionales. Pero el autor cartagenero no toma partido,
salvo por su ambiguo protagonista. Pérez Reverte quiere mostrar que tanto en un
lado como en otro cocían habas. En ambos frentes había carniceros y
sanguinarios asesinos, pero también jóvenes idealistas que luchaban por unos
principios; en ambos bandos ocurrían atrocidades pero también se daban la mano
los amigos, y existían lealtades y
personas de fiar. El tema de la lealtad y la amistad, a pesar de pertenecer a
bandos opuestos, es una idea que sobrevuela a lo largo de la acción.
Falcó es un personaje que no duda en matar cuando ha de hacerlo; matar a
sangre fría, es su trabajo. Claro que también corre el riesgo de que otros
quieran hacerle lo mismo. Incluso a veces peor, porque la tortura se practica con
color rojo o con azul con total impunidad.
Lorenzo Falcó es un tipo duro, poco escrupuloso, como es de rigor en el
género, con sus tics y sus modos de funcionar, a base de cafiaspirinas (un
medicamento muy de la época) y whisky. Mujeriego, mira siempre a las mujeres
como objetos sexuales, aunque distingue entre unas y otras. Y a veces, algunas
no son lo que parecen.
“—¿Simpatiza usted con la causa falangista?
Le sostuvo Falcó la mirada, impasible.
—Yo simpatizo con varias causas.
El otro dirigió una breve ojeada a la carpeta del
expediente. Después apoyó un dedo en ella.
—Según tengo entendido, sobre todo con la suya propia…
Su causa, sea ésta la que sea.
—Principalmente.”
En suma, Pérez–Reverte nos presenta una novela escrita con su sello,
interesante, ágil, con tensión y una complicada trama del espionaje. Y a la vez
recorre ambos bandos con mirada fría, sin comprometerse con ningún color. En
todo caso, mostrando las semejanzas y divergencias de procedimientos y modos de dos bandos compuestos, como toda guerra
civil, por familias partidas. Todos tienen parientes o amigos a un lado y otro
de la dividida España. Mostrando el dramatismo de una guerra civil a la vez que la vida cotidiana en ambos lados
y dando a su personaje el carácter el anti-héroe que tanto gusta hoy en día.
Anti-héroe que, a pesar de tener una tarea para la que se le ha contratado, se
impone otras para cumplir con su concepto del agradecimiento y la
correspondencia con quienes se portan honradamente con él. Sabe pagar sus
deudas, vamos.
Pérez-Reverte usa un lenguaje que incluye expresiones muy años treinta,
aludiendo a objetos, ropas o productos habituales en la España de esos años, lo
cual contribuye a sumergir al lector en el momento histórico sin dar demasiadas
explicaciones. Pasodobles, coñac Fundador, los ceniceros triangulares de
Cinzano, el orujo gallego, las
cafiaspirinas, etc.
El personaje, Falcó, tiene todos los indicios de tener continuación en
sucesivas novelas, por lo que los amantes del género y seguidores de Pérez
Reverte podrán disfrutar nuevamente, si esto se confirma.
Fuensanta Niñirola