17/7/17

AMANECIENDO

TRES VECES AL AMANECER
Título original: Tre volte all’alba
ALESSANDRO BARICCO
Traducción: Xavier González Rovira
Anagrama, 2013


Tres historias donde el amanecer es el nexo de unión entre ellas. Un amanecer cargado de simbolismo: por un lado la soledad del hombre ante su propia vida, y por otro la mirada hacia el futuro que se le abre al comenzar un nuevo día. Tres relatos independientes, cuyas tramas no guardan más relación entre sí que justamente la disparidad que muestran.  Las tres tienen un hotel por escenario, un hotel donde se producen tres encuentros desiguales: un hombre y una mujer, una jovencita y un viejo portero; una madura mujer policía y un niño. Encuentros casuales pero que marcarán su siguiente recorrido vital, su futuro inmediato…tras el amanecer del nuevo día.

Es este un caso de secuela/precuela literaria. El título hace referencia a su anterior novela “Mr.Gwyn”(2011), en la cual un tal Akash Narayan, imaginario escritor anglo-indio escribe una novela con ese mismo título. El autor, en una nota al principio, aclara que “mientras escribía esas páginas (las de Mr.Gwyn) me entraron ganas de escribir también ese pequeño libro, un poco para darle una leve y lejana secuela a Mr Gwyn y otro poco por el puro placer de ir en pos de una idea determinada que tenía en la cabeza. Así que, tras terminar Mr Gwyn, me puse a escribir Tres veces al amanecer, algo que hice con sumo gusto.”

Los hoteles son espacios especialmente literarios. Por ellos desfilan innumerables historias humanas: lujosas, en los grandes hoteles; miserables, en hoteluchos de mala muerte; alegres, en algunos casos, en los más, dramáticas y tristes. Solitarias, en una enorme mayoría. Narradas de un modo muy cinematográfico, estas historias están escritas y planteadas casi como si fueran un guión. Los diálogos, breves, minimalistas. Los escenarios, descritos con minuciosidad, pero dando importancia solo a algunos detalles:
 “En el exterior, reinaba la oscuridad que precede al amanecer: ni de noche ni de día. El vestíbulo del hotel permanecía en su inmovilidad, elegante en los detalles, limpio, suave: cálido en sus colores, silencioso, bien colocado en el espacio, iluminado de reflejo, las paredes altas, el techo claro, libros sobre las mesas, cojines bien rellenos en los sofás, cuadros enmarcados con devoción, un piano en una esquina, unos pocos textos necesarios, el tipo de letra nunca utilizado al azar, un péndulo, un barómetro, un busto de mármol, cortinas en las ventanas, alfombras en el suelo —la sombra de un perfume.”
El primer encuentro es entre un hombre que está abandonando un hotel y una mujer que llega. Entre ellos surge como una especie de ligazón. Él intenta marcharse pero la presencia de ella le refrena, y permanece como en un tiempo indeciso, atemporal. Hasta que la realidad se impone.
“No me irá a decir que nunca lo ha pensado. Dejarlo todo y volver a empezar de nuevo. No estaría nada mal, ¿verdad?
Usted está loca.”
El segundo encuentro se produce en otro sórdido  hotel, al que llega una pareja joven, muy joven. Llegan bebidos  y su comportamiento no es el más adecuado en publico. El portero, un viejo, se da cuenta que la chica lleva mal camino con ese jovenzuelo, se siente paternal y trata de convencerla para que le abandone. 
“El hombre se quedó allí, delante del hotel. Miró a su alrededor y se sorprendió al ver una luz que aún sabía a amanecer, porque en realidad le parecía que habían pasado horas desde que se marchara con la joven. ”

El tercer encuentro también comienza en una habitación de hotel, pero se desarrolla en un coche, en la carretera. Una madura mujer policía se hace cargo de un chico de trece años cuyos padres han sido asesinados. El trayecto en el automóvil durante la noche y la llegada a la casa de un viejo amigo/amante, al amanecer, le hace replantearse su vida.
“Mira qué maravilla.
¿El qué?
La luz, allí al fondo. Se llama amanecer, es luz.
Amanecer.”

En suma, tres historias en las que el amanecer implica una posibilidad de cambio, de nuevo rumbo en unas vidas, de otros horizontes.  Pero todo queda en el aire, como una opción  posible. Baricco sigue mostrando su buen hacer y usando un lenguaje minimalista, parco y contenido, transmite emociones y sensaciones con las que el lector puede identificarse o no, pero puede comprender.


Fuensanta Niñirola


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