WILLIAM
SHAKESPEARE
Versión
ilustrada: Ferenc Pintér
Prólogo J.L.
Borges
Traducción Angel-Luis Pujante
Ed. Libros del zorro rojo, 2012
Es este un característico
producto de la editorial Libros del zorro rojo, magníficamente presentado y
editado, como no podía ser menos, tratándose de una de las más grandes obras
salidas de la pluma del bardo inglés. Las imágenes del grandísimo ilustrador italo-húngaro
Ferenc Pintér (1931-2008) añaden dramatismo a una obra ya de por sí altamente
dramática. El prólogo de Borges es de todo punto atractivo, informativo y no
tiene desperdicio. La traducción de Pujante, ya publicada previamente en la
edición de 1995 por la colección Austral, aborda con elegancia un texto difícil
―como lo es toda la obra shakespeariana― tomando una posición propia en algunos
tramos, que difiere de la más canónica del Instituto Shakespeare español.
No siendo especialista en
Shakespeare, y habiendo tantos artículos y libros mucho más documentados que se
ocupan de analizar la obra del inglés universal, me concentraré más en el tema
de la tragedia y sobre todo, en la magnífica edición.
Ya Borges nos da pie al recordar
la frase de Whistler «Art happens» (el
arte ocurre, el arte está ahí,
diría yo). Y aquí tenemos una grandísima y tremenda obra de arte, que no
necesita explicaciones, sino, simplemente, su disfrute. Ciertamente, una obra
teatral está pensada para ser interpretada, para ser puesta en escena, por lo
que leerla en privacidad siempre desmerece un poco. Por ello una edición
ilustrada ayuda mucho. Y también ayuda, al menos en mi caso, el hecho de haber
visionado en repetidas ocasiones y con
gran emoción la magnífica versión cinematográfica (teatro filmado, diría
más bien) de Orson Welles, que no sólo como director sino como actor,
interpreta perfectamente a este personaje controvertido que admira el día pero
lo considera aciago («Un día tan feo y bello nunca he visto»).
Por un lado, analicemos la parte
histórica. Shakespeare se basó para una gran parte de sus obras, en la historia
de Inglaterra, plasmada en las Crónicas de Holinshed, que se publicaron en vida
del dramaturgo inglés. El rey Macbeth existió, hacia 1050, como existió el rey
Duncan, a quien mató Macbeth en batalla, y Siward, que invadió el reino de
Escocia, echando a Macbeth del trono. Trono que, al parecer había llevado con
buen tino, defendiendo su país de las invasiones vikingas, y sin grandes quejas
entre sus súbditos. Hasta aquí la realidad.
Pero la literatura es ficción,
por lo que el dramaturgo inglés construye su edificio narrativo introduciendo elementos
mágicos y dramáticos: el destino, en la
figura de las Brujas (Weird Sisters),
encarnación de las Nornas germánicas, las Parcas romanas y las Moiras
helénicas. Justamente ellas (el Destino, el Fatum) mueven los hilos de los
hombres, cual marionetas. Y la sentencia «fair is foul y foul is fair», no la
traduciría yo tanto en el sentido de belleza/ fealdad sino en el de de verdad/falsedad,
puesto que literalmente, lo justo, lo correcto, (fair) se enfrenta a lo erróneo, lo fallido (foul) y se da el caso de que lo que aparentemente es justo resulta
no serlo, o se llega a ello por medios que no lo son.
El Destino se cumple pero
por vías indirectas, engañosas. A Macbeth le auguran que será rey, sembrando
una malvada semilla en su interior. Y a pesar de ser un fiel vasallo, y de que
Duncan es un rey justo, Macbeth quiere, necesita que su destino se cumpla ya:
lo mata, pues, a la primera ocasión. Duda, pero su esposa, Lady Macbeth, la más
malvada y maquiavélica de las producciones femeninas shakespearianas, le convence y le empuja a
realizar el magnicidio. Tras ello, siguen una larga serie de muertes, ya que
unas llevan a otras, para asegurar el trono recién adquirido. Banquo, noble
amigo, que ha sido testigo de la predicción de las Brujas, debe morir; aunque
su espectro atormentará las noches de Macbeth y el sueño desparece de las
noches de su esposa, que trata de lavar sus enrojecidas manos pero no puede
eliminar la mancha/culpa, que es eterna.
Por otra parte, si bien las
brujas han predicho a Macbeth que accedería al trono, no le garantizan su
transmisión, no lo heredará hijo alguno. Es más, lo perderá «cuando el bosque
de Birnam suba a Dunsinane», otro prodigio, otro hecho aparentemente imposible,
que se vuelve fatídicamente real. Esta parte la retomó Tolkien en su famoso
movimiento del bosque de Fangorn contra Isengard. Lo fair se enfrenta a lo foul.
También su muerte está garantizada a cargo de un «no nacido de mujer»: Macduff,
el ejecutor de Macbeth, fue extraído por cesárea del vientre materno. Y así se
cierra el ciclo. La imagen de la ilustración representando Macbeth atravesado
por una sanguinolenta espada, es increíblemente impactante y a la vez bella.
Hasta se le nota un cierto parecido con Sir Laurence Olivier, que tantas veces
representó en escena a Macbeth.
Impecable edición, pues, precioso
regalo a tener en toda biblioteca que se precie. Agradecemos el esfuerzo que
Libros del Zorro Rojo hace constantemente con estas excelentes ediciones
ilustradas.