JOHN BOYNE
Ed. Salamandra, 2011
Se vale el autor de un ardid para hacer un recorrido por distintas épocas históricas con el mismo personaje: como en el caso de los vampiros –pero si necesidad de probar sangre humana- Matthieu Zéla descubre que, por alguna razón desconocida, a partir de un determinado momento, -que viene a coincidir con la Revolución Francesa- el reloj de su cuerpo deja de avanzar, y por tanto de envejecer, manteniéndose tal cual a través de los siglos. Como él mismo dice en algún momento de la novela, vivir tantos años en sus condiciones, a saber: razonablemente rico, saludable y de buena apariencia física, con el bagaje de experiencia centenaria que le reportan sus muchas vivencias, todo ello no es nada desagradable y, una vez aceptado ese frenazo del tiempo en su vida, no resulta tan malo. Incluso le parece una experiencia altamente interesante, y disfruta aprovechando cada momento.
John Boyne, (Dublín, 1971) es un autor irlandés, educado en el Trinity College de su ciudad natal. Ésta es su primera novela, pero la que le hizo más famoso fue El niño del pijama a rayas, ganadora de dos Irish Book Awards y finalista del British Book Award. Parece que su mirada proporciona un enfoque distinto de temas ya muy conocidos. En este caso, el tema de la inmortalidad, que hasta ahora había sido siempre atribuido –en literatura- a los vampiros, a Faustos y Virgilios, a los héroes clásicos, o a los dioses…lo atribuye el autor a un humano normal y corriente, que sin causa aparente alguna, para su reloj vital en su cincuentena.

Hay varias ideas interesantes en este juego que nos propone Boyne: por lo pronto, la elección de la Revolución Francesa como momento en el que el tiempo se detiene en el cuerpo de Matthieu. A partir de esta turbulenta época, en la que las ideas de Modernidad e Ilustración inician su reinado, el protagonista, como una especie de Daimon o Razón Universal observa el devenir cotidiano de los pueblos, y su aparente pérdida de sentido común, las continuas luchas, matanzas y guerras, que, al igual que sus múltiples y sucesivos sobrinos, mueren jóvenes y no aprenden de sus antecesores, no progresan intelectualmente, dominados por las pasiones, en contradicción flagrante con las ideas ilustradas. Por otra parte, los últimos siglos, dominados por el sexo fuerte, han dado un giro copernicano: esta fortaleza masculina ha ido en decadencia y finalmente Boyne apuesta por un cambio de orientación para el futuro. O al menos, deja en el aire la sugerencia.
La trascendencia de nuestras vidas es otra de las ideas que sobrevuelan a lo largo del texto: el centenario cincuentón, tras siglos de transitar por el mundo e intentarlo con infinidad de féminas, no consigue reproducirse ni perpetuarse, como si su impasible longevidad le fuera suficiente, colocándole por encima del devenir del común de los mortales, o sea, de sus sucesivos sobrinos, que simbolizan la harto difícil transmisión de los logros de cada generación y la inevitable repetición de los errores de la anterior, dígase lo que se diga del Progreso y la Civilización.
En suma, una historia muy entretenida y amena, contada con humor y con un lenguaje muy directo y en la que los distintos momentos históricos están muy bien engarzados, aunque sin entrar en demasiados detalles de ambientación, ni digresiones pesadas o lentas que nos alejen del tema, que no es lo que le interesa al autor, más atento a la acción y a la parábola del tiempo y el círculo que ha de cerrar en la trayectoria vital.
Reseña publicada en : http://www.la2revelacion.com/?p=2511