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Evelyn Waugh, (Londres, 1903, Somerset, 1966), escritor británico, novelista, de origen social medio, nacido protestante y converso al catolicismo en 1930, casado de segundas nupcias con Laura Herbert. Entre 1929 y 1939 realizó múltiples viajes: Mediterráneo, África, Suramérica, Abisinia..., de los que produjo reportajes periodísticos o se inspiró para algunas de sus novelas. Incorporado a filas en la II Guerra Mundial, es destinado a Yugoslavia en el 44; en el 47 visita Estados Unidos. Alcanzó la fama con su obra Retorno a Brideshead, que fue llevada a la pantalla televisiva; es un autor que ha diseccionado la sociedad británica, satirizando a la aristocracia, hacia la que siente una doble atracción/repulsión; su corrosiva crítica, de tendencia conservadora, añora los valores perdidos tras las guerras.
Por primera vez traducido en España, Oficiales y caballeros forma parte de una trilogía sobre la II Guerra Mundial: Espada de honor; este libro es la segunda parte, tras Hombres en armas, publicado también en Cátedra, y a la espera de publicar la tercera, Rendición sin condiciones. Oficiales y caballeros se subdivide en dos partes: Guerreros felices (Happy Warriors) y En el ajo (Into the picture), separadas por un brevísimo Interludio. En ellas se narran de modo polifónico y coral, distintas trayectorias y enfoques de la guerra: desde la preparación y adiestramiento de los comandos británicos, los traslados, las instrucciones, los contactos con oficiales y tropa, entre el Londres del blitz y la brumosa isla en Escocia, pasando por el breve intermedio relajador que supone el viaje en barco hasta El Cairo dando un incomprensible rodeo por Sudáfrica, hasta los días de Egipto y la inmersión en el avispero de la batalla de Creta en la primavera de 1941, donde los alemanes inflingen un severo castigo a las tropas británicas, donde el caos y el desastre rodean al personaje central, Guy, y a muchos de sus compañeros, que reaccionan de formas diversas, incluidas la traición y la huida, mezcladas entre el valor y el honor.
En la medida en que esta obra es muy dependiente de la primera parte, es recomendable leerla tras Hombres en armas. Pero, en caso de no ser así, la larga y completísima Introducción del editor/traductor, suple bastante bien la carencia que podría suponer el desconocimiento de la evolución de los personajes desde el comienzo de la guerra. De hecho, las notas del editor nos acompañan durante toda la novela, ya que el texto de Waugh remite constantemente a muchos otros de sus textos, por alusiones, por citas encubiertas o explícitas, y además se alude a personajes reales presentados en la ficción con otros nombres, pero que el lector no británico difícilmente reconocería. No es óbice todo ello para sacarle el jugo a la narración, ya que Waugh es un escritor muy sólido, y el panorama que nos presenta de la participación en la guerra de la oficialidad británica, que oscila entre los vapores del whisky y el té de las cinco, entre el mantenimiento de las distinciones de clase llevado a extremos increíbles, la obsesión por las ordenanzas, a la vez que al contrario, la desesperada huida de todo tipo de responsabilidad de algunos de los personajes, entre el valor y el pánico, entre las copas de champagne y el hambre y la sed atenazadoras, entre la vida y la muerte, en suma.
En muchos momentos me he sentido transportada al segundo libro de la tetralogía de Ford Madox Ford, El final del desfile, reseñado en estas páginas. Las partes en las que habla de cómo el protagonista vive la guerra -la primera gran guerra- en Francia, recuerdan partes en las que Waugh habla de la otra guerra, la segunda; sobre todo la parte del desastre de Creta. Son dos guerras muy diferentes, pero el mundo de Tietjens y el mundo de los oficiales/caballeros, de Guy y de Claire, por ejemplo, es el mismo. Aún es el mismo. Dejará de serlo al acabar la última guerra.
Hay mucho de autobiográfico en esta trilogía, de hecho, en la introducción nos detalla Carlos Villar muchos personajes que están encubiertos en la obra, y muchos hechos, como el del sacerdote-espía, vividos personalmente por Waugh, como su participación en los Comandos, y en la retirada enloquecida de Creta.
Entre la primera y la segunda parte del libro hay una diferencia muy marcada de tono. Mientras que en Guerreros felices el tono es jocoso, frívolo, distendido, en la segunda, traducida En el ajo, (en el sentido de “en el meollo” “metidos hasta el cuello” o algo así), efectivamente, al entrar en contacto con la guerra real, con los disparos, con las bombas, con los boches, el tono se va agriando y los personajes van sintiéndose abandonados, abrumados por el caos y el desorden, por la muerte y las urgencias físicas insatisfechas. La concepción de la guerra de caballeros (gentlemen) desaparece y el “sálvese quien pueda” es frase desgraciadamente común.
Hay, pues, una serie de temas importantes que recorren la obra, como muy bien señala Carlos Villar en su Introducción: el del encanto fatal (encandilamiento con ciertos personajes que luego se revelan como falsos), el tema de la traición, el papel de la propaganda en la guerra, las situaciones límite: el hambre que llegan a sufrir hasta volverse casi enloquecidos. Y entre los motivos recurrentes, el agua, con distintos simbolismos, los accidentes, la liturgia cristiana (católica), y por último, la intertexualidad, ya citada anteriormente: la obra está plagada de auto alusiones, así como a la literatura en general: desde los clásicos griegos hasta los contemporáneos británicos, pasando, obviamente, por Shakespeare.
El uso constante del contrapunto en su obra, nos sugiere la influencia del cine en ella; no es el único autor al que ha influido mucho la técnica cinematográfica: el uso y el abuso del flash-back e incluso el flash-forward, el montaje, cortar/pegar, son efectos acusados por gran parte de la narrativa del siglo XX. Esta obra, que a su vez ha sido llevada a la pantalla, aunque para televisión, puede considerarse como un documento que nos ayude a comprender una época y una sociedad marcados por la tragedia de dos grandes guerras, ejemplarizados en una larga lista de personajes a cual más peculiar.
Esperamos en breve la última entrega de la trilogía, que culminará la probablemente más ambiciosa obra de Evelyn Waugh.
Por primera vez traducido en España, Oficiales y caballeros forma parte de una trilogía sobre la II Guerra Mundial: Espada de honor; este libro es la segunda parte, tras Hombres en armas, publicado también en Cátedra, y a la espera de publicar la tercera, Rendición sin condiciones. Oficiales y caballeros se subdivide en dos partes: Guerreros felices (Happy Warriors) y En el ajo (Into the picture), separadas por un brevísimo Interludio. En ellas se narran de modo polifónico y coral, distintas trayectorias y enfoques de la guerra: desde la preparación y adiestramiento de los comandos británicos, los traslados, las instrucciones, los contactos con oficiales y tropa, entre el Londres del blitz y la brumosa isla en Escocia, pasando por el breve intermedio relajador que supone el viaje en barco hasta El Cairo dando un incomprensible rodeo por Sudáfrica, hasta los días de Egipto y la inmersión en el avispero de la batalla de Creta en la primavera de 1941, donde los alemanes inflingen un severo castigo a las tropas británicas, donde el caos y el desastre rodean al personaje central, Guy, y a muchos de sus compañeros, que reaccionan de formas diversas, incluidas la traición y la huida, mezcladas entre el valor y el honor.
En la medida en que esta obra es muy dependiente de la primera parte, es recomendable leerla tras Hombres en armas. Pero, en caso de no ser así, la larga y completísima Introducción del editor/traductor, suple bastante bien la carencia que podría suponer el desconocimiento de la evolución de los personajes desde el comienzo de la guerra. De hecho, las notas del editor nos acompañan durante toda la novela, ya que el texto de Waugh remite constantemente a muchos otros de sus textos, por alusiones, por citas encubiertas o explícitas, y además se alude a personajes reales presentados en la ficción con otros nombres, pero que el lector no británico difícilmente reconocería. No es óbice todo ello para sacarle el jugo a la narración, ya que Waugh es un escritor muy sólido, y el panorama que nos presenta de la participación en la guerra de la oficialidad británica, que oscila entre los vapores del whisky y el té de las cinco, entre el mantenimiento de las distinciones de clase llevado a extremos increíbles, la obsesión por las ordenanzas, a la vez que al contrario, la desesperada huida de todo tipo de responsabilidad de algunos de los personajes, entre el valor y el pánico, entre las copas de champagne y el hambre y la sed atenazadoras, entre la vida y la muerte, en suma.
En muchos momentos me he sentido transportada al segundo libro de la tetralogía de Ford Madox Ford, El final del desfile, reseñado en estas páginas. Las partes en las que habla de cómo el protagonista vive la guerra -la primera gran guerra- en Francia, recuerdan partes en las que Waugh habla de la otra guerra, la segunda; sobre todo la parte del desastre de Creta. Son dos guerras muy diferentes, pero el mundo de Tietjens y el mundo de los oficiales/caballeros, de Guy y de Claire, por ejemplo, es el mismo. Aún es el mismo. Dejará de serlo al acabar la última guerra.
Hay mucho de autobiográfico en esta trilogía, de hecho, en la introducción nos detalla Carlos Villar muchos personajes que están encubiertos en la obra, y muchos hechos, como el del sacerdote-espía, vividos personalmente por Waugh, como su participación en los Comandos, y en la retirada enloquecida de Creta.
Entre la primera y la segunda parte del libro hay una diferencia muy marcada de tono. Mientras que en Guerreros felices el tono es jocoso, frívolo, distendido, en la segunda, traducida En el ajo, (en el sentido de “en el meollo” “metidos hasta el cuello” o algo así), efectivamente, al entrar en contacto con la guerra real, con los disparos, con las bombas, con los boches, el tono se va agriando y los personajes van sintiéndose abandonados, abrumados por el caos y el desorden, por la muerte y las urgencias físicas insatisfechas. La concepción de la guerra de caballeros (gentlemen) desaparece y el “sálvese quien pueda” es frase desgraciadamente común.
Hay, pues, una serie de temas importantes que recorren la obra, como muy bien señala Carlos Villar en su Introducción: el del encanto fatal (encandilamiento con ciertos personajes que luego se revelan como falsos), el tema de la traición, el papel de la propaganda en la guerra, las situaciones límite: el hambre que llegan a sufrir hasta volverse casi enloquecidos. Y entre los motivos recurrentes, el agua, con distintos simbolismos, los accidentes, la liturgia cristiana (católica), y por último, la intertexualidad, ya citada anteriormente: la obra está plagada de auto alusiones, así como a la literatura en general: desde los clásicos griegos hasta los contemporáneos británicos, pasando, obviamente, por Shakespeare.
El uso constante del contrapunto en su obra, nos sugiere la influencia del cine en ella; no es el único autor al que ha influido mucho la técnica cinematográfica: el uso y el abuso del flash-back e incluso el flash-forward, el montaje, cortar/pegar, son efectos acusados por gran parte de la narrativa del siglo XX. Esta obra, que a su vez ha sido llevada a la pantalla, aunque para televisión, puede considerarse como un documento que nos ayude a comprender una época y una sociedad marcados por la tragedia de dos grandes guerras, ejemplarizados en una larga lista de personajes a cual más peculiar.
Esperamos en breve la última entrega de la trilogía, que culminará la probablemente más ambiciosa obra de Evelyn Waugh.
8 comentarios:
Recuerdo la adpatación a la tele de su "Retorno a Brideshead", una de esas series típicas de la TV británica, que nos tiene acostumbrados a adaptaciones tan brillantes.
Bueno, sí, es que su obra "Retorno a Brideshead" es, como si dijésemos, su buque insignia. La serie recoge perfectamente el espíritu de la novela. Y de Waugh.
Saludos, Trecce!
Gracias, Ariodante, muy apetecible. Tengo ganas de meterme con algo de la II Guerra Mundial; mi principal referencia en los últimos tiempos ha sido Alan Furst. ¿Crees que Waugh es de lo más recomendable? ¿Alguna otra cosa a tener en cuenta?
Saludos.
Hola, Arturo; depende lo que busques sobre la II Guerra mundial. Yo no soy experta en el tema, mi visión de esa época (o mis intereses respecto a ella) son más bien de tipo psicológico, social: cómo la guerra afectó el comportamiento de las personas, la vida cotidiana, etc. Si lo que buscas son batallitas,o análisis de tipo militar, en Hislibris tienes otros amigos que te pueden informar muucho mejor que yo.
Respecto a la parte que yo he leído, te recomendaría la "Suite francesa" de Irene Nemirovsky, el "¡Tierra, tierra!" de Sándor Márai...y éste de Waugh. Así, a bote pronto.
Muchas gracias, Ariodante, no suena nada mal para empezar. Por cierto, espero poder enviarte esta tarde el cuestioanrio que te debo.
Veo que este autor te tiene atrapado... y la verdad es que no es para menos. Hasta que se puso algo sentimental con Retorno escribió algunso libros maravillosos sobre su etapa de corresponsal (Noticia bomba y Merienda de negros -cito de momeoria). El que reseñas aquí no lo conozco pero tienen también una pinta extraordinaria.
¿Has leído su autobiografía? Estuve a punto de comprarla en Navidades y al final opté por otros libros pero me quedé con ganas.
Un abrazo.
¡Que casualidad! ¡justamente acabo de empezarla!Pero sólo abarca sus años escolares y universitarios en Oxford, como sabes. Ya te diré.
Aguardaré impaciente. Tu voracidad lectora me apabulla pero es un gustazo leerte y aprender.
Un abrazo.
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