Reseña publicada en:
http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=~/letras/v/P05552.ascx
El autor, Ángel Luis Vera Aranda es Doctor en Geografía, Catedrático de Enseñanza Secundaria y profesor del IES Quinto Centenario de Sevilla. Ha publicado varios artículos sobre el empleo de los medios de comunicación en la enseñanza, impartido diferentes conferencias sobre esta temática, ha sido coordinador de varias jornadas sobre educación y comunicación. Es autor de una colección de videos sobre Geografía. Ha recibido varios premios por su labor docente e investigadora.
Las grandes ciudades de nuestro pasado grecorromano, desde el punto de vista urbanístico se pueden dividir en dos categorías, según el autor: bajo el signo del orden o el del caos. Apolíneas o dionisíacas, diríamos desde un punto de vista filosófico; ciudades como Atenas o Roma, comenzaron desde muy antiguo a construirse sin orden ni concierto, por lo que el resultado es una acumulación de barrios a cual más anárquico, y, en el caso de Roma, se llegó incluso a la construcción el alturas de hasta siete u ocho pisos, debido a la superpoblación en algunos momentos. Sin embargo, fue en Grecia donde surgió la teoría urbanística del orden: el arquitecto Hipódamo desarrolla el diseño de sus ciudades basándose en la línea recta, en los planos ortogonales, o sea, de 90º. Así se fueron edificando las ciudades de nueva planta y así los romanos la exportaron a todo el imperio, a pesar de que no pudieron hacerlo con la capital. Incluso aportaron sus propias ideas novedosas al asunto: el foro sustituye al ágora griega, siendo ambos son el equivalente a la plaza mayor hispánica, el sitio donde están los edificios principales, donde se asientan los mercados, y donde la gente se reúne para hablar, negociar, hacer política y para divertirse.
En resumen: un libro ameno, interesante y muy agradable de leer, que ala vez nos proporciona unos conocimientos básicos sobre la historia de nuestra civilización.
8 comentarios:
Interesantísimo este libro. Me lo he apuntado ya para comprarlo y disfrutarlo. Besos, querida amiga.
Lejos de sentir pena por los despojos que, en muchos casos, han llegado a nuestros días, lo que siento es cerdadera admiración. Tengo serias dudas de que cualquiera de nuestros actuales estadios olímpicos, mercados, centros comerciales, etc, lleguen a sobrevivir dos mil años. En muchos casos, tengo dudas de que realmente fuera siquera interesante que sobrevivieran.
Bueno, será que estoy algo nostálgico y añoro cualquier tiempo pasado aún ruinoso y no vivido por mí y por eso también he disfrutado de esta entrada.
Saludos.
¡Qué buena pinta, Ario! Tengo que pillarlo. ¿De Cartago no habla? Tal vez no pertenezca al mundo clásico en sentido estricto, pero al menos a sus aledaños...
Pues no, de Cartago no habla, Arturo. Pero de las otras dice cosas muy jugosas. Es un libro que, a pesar de ser divulgación, resulta muy atrayente.
Pues entonces, incluso sin Cartago, no me lo perderé. Gracias por la recomendación. A ver si esta semana me paso por la Casa del Libro y hago acopio de existencias para el verano.
Excelente blog, muy interesante.
En el libro no aparece Cartago porque de ella se habla en el libro anterior: "Ciudades del Mundo Antiguo".
Un saludo.
Gracias, Anónimo (siento no poder llamarte por tu nombre), me alegro que te guste mi blog.
Pues mira, me has dado una idea.
Aunque el mundo clásico me interesa más que el Antiguo, le echaré un vistazo a ese otro libro que dices.
Las ciudades del Mundo Clásico eran más monumentales y hermosas, pero sin embargo, casi todas tenían ciertas similitudes.
Las del Mundo Antiguo, por el contrario, sin ser tan bellas por regla general, eran más exóticas y diferentes entre sí.
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