ANTONIO VILLANUEVA EDO
Roca Editorial, 2011
Esta es una obra cuyo principal valor a destacar es la encomiable finalidad de dar a conocer una expedición excepcional por su valor humano: la Expedición Filantrópica de la Vacuna de la viruela. Descubierta en 1796 por el médico británico Edward Jenner, a principios del siglo XIX en España hay un movimiento en favor de propagar la inoculación de la vacuna por todos los territorios españoles de ultramar, donde la viruela hacía estragos. Se trataba de extender al máximo la prevención de una terrible enfermedad que durante siglos arrasó como una plaga poblaciones enteras, y que por sus características, revestía de una especial mortandad. Y tras varias propuestas, el gobierno de Carlos IV y el propio rey se interesan por el asunto y acuerdan poner en marcha la expedición, a cargo del médico cirujano Francisco Balmís, cuya experiencia de previos viajes a México como botánico, le convertía en ideal para moverse por aquellas tierras. Pero la obra que vamos a presentar no es sólo de carácter médico, ni mucho menos. Las circunstancias que rodean la organización de la expedición, el viaje por mar, las distintas paradas y los problemas, soluciones y diversas aventuras y desventuras, nos informan no sólo del asunto principal, sino de las costumbres, la vida de aquellas poblaciones que van visitando, de la vida a bordo, de la política y de otras muchas y variadas situaciones que resultan interesantes y atractivas de conocer. Tenemos un libro de viajes, de aventuras, costumbres, de historia y de medicina. El autor, Antonio Villanueva, (Bilbao, 1933) es médico e historiador, ha publicado diversas obras de historia de la medicina y ésta es su tercera novela, todas de carácter histórico.
La obra, que no puede calificarse de novela propiamente, aunque esté novelada o dramatizada, se presta más a interpretarla como un reportaje histórico, científico, y de viajes, como ya hemos dicho. Lo cual no le quita interés, pero quizás el lector que vaya buscando una novela sensu stricto puede sentirse defraudado. La ficción cubre aquellas anécdotas que no figuran en los documentos y los detalles obvios que por su cotidianeidad no están reflejados en ninguna parte.
El autor ha estructurado en varias secciones el texto: introducción sobre el origen de la vacuna y los largos preparativos del viaje; el viaje propiamente dicho, primero la travesía por mar y luego las expediciones en tierra; el retorno a España del doctor Balmís y su implicación en la guerra de Independencia; y, finalmente, el último viaje que realiza a México y su regreso definitivo. Por lo que, como vemos, el libro es bastante ambicioso en cuanto a los temas que trata, pese a que sea uno el central.
Tras hablarnos de la localización de la enfermedad como tal, el descubrimiento de la vacuna y posteriormente el desarrollo de la idea expedicionaria, dedica abundantes páginas donde se nos detallan todos los preparativos, problemas e inconvenientes, desconocidos e insospechados para un público actual. La finalidad principal de la expedición era llevar la vacuna de la viruela a Indias, e implantar, por medio de la creación de unas juntas médicas, la vacunación masiva y la conservación de la vacuna en tierras americanas.
Las complicaciones que hubo de sufrir el doctor Balmís para organizarlo todo, a pesar de tener el beneplácito real y el apoyo del plenipotenciario Godoy fueron incontables, complicaciones que a la postre supo resolver con gran tesón y apoyo por parte de muchas instituciones, sobre todo eclesiales. La colaboración de la viuda doña Isabel Sendales, rectora de la Inclusa de Santiago de Compostela, que voluntariamente decidió acompañarles a lo largo del periplo, constituyó una ayuda inapreciable, pues su trato con los niños portadores de la vacuna –ésta se transportaba en vivo, inoculando a niños sanos el virus debilitado, con su consiguiente inmunización- fue valiosísimo. Los médicos ayudantes, los enfermeros y demás personal, incluidos los niños portadores, cumplieron eficazmente su cometido. Y la mayoría vio pasar desapercibido su trabajo y esfuerzo.
Para desarrollar el viaje marítimo, que parte desde La Coruña, se vale el autor de un personaje real con nombre ficticio, el niño inclusero Miguel de Santamaría, que cubre gran parte del relato del viaje marino. Este niño se hizo marino y conservó en su familia la noticia de aquel viaje que le cambió la vida. El relato de la travesía atlántica es muy ilustrativo sobre la vida marinera, y la resolución de los múltiples inconvenientes de un viaje con tanto niño y en condiciones de experimentación científica.
Primera parada en Canarias, aprovechada para la vacunación masiva, y continúan viaje hacia Puerto Rico. Llegados a tierras americanas, la expedición de divide para cubrir las distintas rutas, principalmente dos: la de México, dirigida por Balmís, y la de Cartagena de Indias y los virreinatos de sur, dirigida por Salvany. La de México se subdividiría en varios sectores que posteriormente confluirían hasta volverse a reunir en Acapulco para salir hacia Filipinas, punto final de la expedición.
Surgen conflictos: los planes originarios se ven trastocados en diversas ocasiones por las inevitables circunstancias imprevistas, a veces tempestades que les alejan de su objetivo, a veces problemas con los gobernantes de las poblaciones que visitan, a veces carencias insospechadas o enfermedades fortuitas.
Mientras el viaje se va desarrollando, apreciamos la situación política en la que se vive los virreinatos americanos, los problemas con la metrópoli, las marcadas diferencias sociales y las discriminaciones en cuanto a los cargos y al propio gobierno de los territorios, situaciones que llevarán a la gestación de los movimientos de independencia. En las conversaciones mantenidas con las autoridades locales, los expedicionarios palpan el clima político y social en que se mueven. La confrontación de los ideales ilustrados con los conservadores es continua, reflejo del mismo clima que han dejado atrás, en el que los partidarios de Aranda y los de Godoy no dejan de enfrentarse, mientras la presencia del débil Carlos IV sólo sirve de telón de fondo.
Finalizada con éxito la expedición en Filipinas, se organiza el retorno. Balmís prefiere la ruta del Cabo de Buena Esperanza, aunque con una visita previa a Macao. Cuando llega a España, la situación política está muy deteriorada. La parte final del libro da un cambio hacia lo novelístico y el autor nos narra los sucesos del motín de Aranjuez, el dos de mayo en Madrid y el comienzo de la Guerra de Independencia. Balmís se une al ejército del General Castaños y asistimos, desde el hospital de campaña, a la batalla de Bailén. Siguiendo a la Junta de Sevilla y luego a la Junta Central, llega a Cádiz, donde le proponen volver a México para revisar el estado de las juntas de la vacuna, y allá que se va nuestro valiente doctor. En México se reencuentra con los miembros de la expedición que quedaron allí, incluida doña Isabel. Y también encuentra un panorama revolucionario desolador, en el que su obra ha sido desmembrada y perdida. Tras contarnos, además, los detalles de los sufrimientos y últimos días del doctor Salvany en el Perú, volvemos definitivamente con Balmís a Madrid, donde fallece.
Para rescatar del olvido de éste y los demás héroes, porque realmente lo fueron, se ha escrito esta historia.
Reseña publicada en: http://www.la2revelacion.com/?p=2403
1 comentario:
Super interesante, me lo anoto para futura compra. Besos
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