EL BUSCAVIDAS
WALTER TEVIS
Trad.: Rafael Marín
Alamut, 2009
255 págs.
Esta novela es la primera que escribió Walter Tevis (San Francisco, 1928- New York, 1984) y que conocemos en España principalmente a causa de la película homónima, dirigida por Robert Rossen y con un joven Paul Newman en el papel protagonista. La película, si bien consigue captar el espíritu de la novela, no la sigue al pie de la letra. Creo que la novela es bastante más dura, más descarnada. Cambia, entre otras cosas, la relación entre Eddie y Sarah. Es una unión de dos seres absolutamente desolados.
El buscavidas es la historia de Eddie Felson, el Rápido, un joven que desde la adolescencia tiene una idea fija, una pasión: jugar al billar. Jugar, ser el mejor en el juego, y ganar. Vivir de ello. Para lo cual recorre el país saltando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo donde haya un salón de billar. Con su taco desmontado en su funda de piel, recorre salón tras salón, timando a jugadores pueblerinos, hasta conseguir sacarles la pasta finalmente. Unas veces gana y otras pierde, aunque su dominio del taco y las bolas es cada vez mayor, y su facilidad aumenta cada año, y Eddie se siente cada vez más seguro de su poderío, hasta el punto de querer destronar al rey. Pero hace falta algo más para ser un ganador: hace falta carácter. Y Eddie es un timador, un tiburón del billar, que recibirá un día una terrible lección.
Le acompaña al principio su manager Charlie, y ambos recalan finalmente en Chicago, donde reina Minnesota Fats, cuya fama llega lejos. Pero también Fats ha oído hablar de ese chico Rápido, y le acepta el juego. Y tras una memorable partida, Eddie descubre que lo que le ha perdido es su falta de carácter, o mejor dicho: su debilidad, frente a ese duro contrincante, que además de una técnica impresionante, sabe estar. Domina su cuerpo y su mente. Tras el rotundo y desolador fracaso, Eddie conoce a Sarah, con la que inicia una relación: dos perdedores, dos seres solitarios que no quieren reconocer su urgente necesidad de amor, dominados como está por una pasión: el juego, en el caso de Eddie, el alcohol, en el caso de Sarah. Mas adelante conoce a Bert, un manager que pretende dirigirlo a su manera, y hacer el negocio llevándole a jugar con ricos perdedores. Eddie intenta arreglárselas solo, sin Charlie ni Bert, y lo que ocurre es que acaba en el hospital con sus manos hechas polvo. Finalmente vuelve poco a poco a su idea inicial, que es volver a enfrentarse a Minnesota Fats y vencerle.
Es esta una narración contada al modo realista y sin contemplaciones que, además de mostrarnos el mundo del juego y las apuestas, toda una gama de personajes que transitan por billares, hipódromos o garitos de mala muerte para jugar, nos habla de una pasión. Pasión en un doble sentido: el incontrolable deseo de jugar, la incapacidad de abandonar incluso cuando la razón así lo ordena, la terrible atracción que genera la mesa con su tapete verde, el olor de los salones de billar…y por otra parte, la pasión en el sentido de «calvario», puesto que esa es la vida que lleva y va a llevar Eddie: un desfile por las salas donde ganará o perderá, pero será incapaz de dejarlo. En algunos casos, recibirá humillaciones, agresiones físicas, dolor y desprecio. En otros, envidia, atracción, admiración, y dinero. En suma: la vida de un jugador. Desde que Dostoievski y Zweig retrataran fielmente la personalidad del jugador, la pasión del juego enquistada en una persona, ha habido otros que lo volvieron a hacer, y Tevis es uno de ellos.
Reseña publicada en: http://www.melibro.com/el-buscavidas-walter-tevis/
No hay comentarios:
Publicar un comentario