El naufragio
de la Herradura
ANDRÉS CÁRDENAS
Ed.
Port-Royal, 2012
«Cuando se lee una historia, un
relato, tanto si tiene relación con Troya o Alejandría o la antigua Roma, se
presencian aquellos nobles hechos, acaecidos en el pasado, como si aún
estuvieran presentes. De esa manera yo traía a mi vida aquellas vidas que otros
habían vivido». Esta reflexión nos la brinda Martín de Figueroa, el
protagonista y narrador de la novela, que a modo de exaltación de la lectura. Y
es que el narrador, pese a que nos cuenta sus andanzas, que son muy variadas en
el tiempo y espacio así como de muy diversa índole, si hay algo que concentra
todo su interés, desde que de muy joven aprende a leer y a escribir, es el amor
a los libros y su contenido. Es ese amor y la larga dedicación a la lectura lo
que le lleva a progresar en las actividades y empleos que va realizando, y a conocer al amor de su vida. «Ver los
cientos de libros juntos (…) provocaba en mi espíritu la emoción de saber.
Cogía los tomos, los acariciaba, leía unas cuantas líneas y los volvía a dejar (…).Leyendo
y reflexionando con calma me sentía mucho más afortunado que los mismos
soldados. Ellos vivían hasta que alguien les abría la cabeza de un arcabuzazo o
les ensartaban el pecho con una daga. Yo, por mi parte, podía vivir más que
todos ellos y morir de mil muertes distintas»
Esta es una obra que atrapa por
diversos frentes: es al mismo tiempo novela de iniciación a la vida, de
aventuras por tierra y por mar, de amores, de historia y de costumbres.
Ambientada en el reinado de Felipe II, desarrolla la acción en un amplio marco
geográfico, puesto que de la sierra de Segura, de donde parte el joven Martín
de Figueroa, personaje central y narrador de la historia, viajamos con él por
el Mediterráneo (Italia, Sicilia, Túnez…) hasta el hecho central, histórico,
que cambia la vida del protagonista: el terrible naufragio de la flota española
en el golfo granadino de La Herradura. Veinticinco galeras se hundieron allí a
causa del temporal y del mal estado de los barcos, todo un presagio de lo que veinte años más adelante ocurriría con la
Armada Invencible, presagio que
nadie, y menos Felipe II, supo interpretar.
Martín es un joven granjero que
quiere ver mundo y ciertamente que lo ve. La oportunidad se presenta montada en
brioso corcel, como unas cuantas más a lo largo de su vida, en las que la
presencia de un caballo anuncia un cambio, una nueva vuelta a su andadura. Conocerá
el mar, embarcándose en una galera de la Armada Española, al mando de Don Juan
de Mendoza. Tendrá varios maestros o padrinos: Alonso de Tejada, alférez de
los tercios, camorrista, mujeriego y
peleón, que le inicia en el vino y las mujeres. Enrique de Argote, que le anima
a enrolarse y ver mundo. El adiestramiento marinero corre a cargo de Nicomedes
de las Heras, que le «adopta» en la galera Capitana, enseñándole a moverse por
el barco y a nadar, lo que le será muy útil más adelante. Juan de Beltrán le inicia en las leyendas e
historias de la mar. Cristóbal Pérez de Heredia, el cirujano al que sirve de
asistente, se ocupa de enseñarle a leer e interesarle por los libros; Sebastián
Cuéllar, el galeote bogavante de triste historial, será un personaje que tendrá
mucho que ver en la vida de Martín. La joven prostituta Manuela le enseñará lo
que es el goce sexual, aunque más tarde otra prostituta menos joven le mostrará
el reverso de la moneda.
Tras el naufragio de la flota,
Martín no quiere saber nada del mar y sus andanzas retornan a tierra adentro,
pasando del servicio de un amo a otro: cuidando los caballos de Don Alvaro de
Hinojosa; a las órdenes del capitán Diego de Arana; como bibliotecario del
general Felipe Delgado; golilla de la biblioteca de don Diego Hurtado de
Mendoza, gracias a cuyo mecenazgo entrará en estudios de Gramática en un liceo
de Baeza, y de ahí a la Universidad, aunque por breve tiempo. Retorna a su casa
natal y allí de nuevo la suerte le llega montada a caballo: es reclamado como
preceptor de la ahijada de Don Pedro Blanco, próspero comerciante.
Múltiples historias adyacentes
trufan la principal, contadas al modo cervantino, proporcionándonos así una
panorámica de la época y los principales sucesos, como la rebelión de los
moriscos en las Alpujarras, la expulsión de los judíos, las incursiones de los
berberiscos, etc., la vida en tierra y la vida en la mar, incluso en las
Américas.
El autor usa un lenguaje que nos
sumerge en la época sin problemas. Y lo usa con fluidez, mostrando los hechos
inventados con verosimilitud e incluso introduciendo ciertas sugerencias, como
la de la probable autoría del Lazarillo de Tormes, sumándose a los que apoyan
esa teoría, sustentada por la paleógrafa Mercedes Agulló. En suma, una obra que
deja un buen sabor de boca, que se lee con interés y emoción, y que además nos
presenta un fresco histórico alrededor de un hecho real y probado, como fue el
naufragio en La Herradura.
Andrés Cárdenas (Bailén, 1954) «aún no sabe si es un periodista le
gusta escribir novelas o un escritor que vive del periodismo», según reza la solapa
del libro, pero lo cierto es que tiene un largo historial de novelas, libros de
viajes, artículos y ensayos. Además trabaja como redactor jefe en El Ideal de Granada, periódico con el
que colabora desde hace 30 años
Publicado en: http://www.hislibris.com/luna-de-octubre-el-naufragio-de-la-herradura-andres-cardenas/