Motín a bordo
LUIS DELGADO BAÑÓN
Ed. Noray, 2012
En este nuevo
volumen de la Saga Marinera Española, que hace ya el número veintidós, vuelve
como narrador y protagonista el capitán de navío Adalberto Pignatti, Beto, cuñado de Santiago Leñanza,
mientras éste continúa en situación de exilio en Portugal. Como suele ser
habitual, Luis Delgado hace un breve
resumen del estado de cosas en la familia protagonista de la Saga para
situarnos, aunque el libro, como todos los de la colección, puede disfrutarse
sin necesidad de haber leído los anteriores.
Narrado con
equilibrio entre los datos históricos y la acción novelesca, atractivo por la
variedad de los paisajes, con el lenguaje de la época, oliendo a mar y
sintiendo el movimiento del barco bajo los pies, Luis Delgado Bañón en este
nuevo volumen nos trasporta a países lejanos donde vivimos aventuras diversas,
fuertes tormentas, batallas, insurrecciones y dramáticos momentos que nos
mantienen en vilo hasta el final, además de tropezarnos con alguna sorpresa en
la parte novelesca. Esta va a ser la historia del primer motín consumado en la
Real Armada. Ya hubo un intento de indisciplina en el navío San Juan Nepomuceno, comandado por
Churruca, y que el autor narra en el volumen 9. Pero este va a ser el primer
motín verdadero, que se irá gestando lo largo de las interesantísimas páginas
de la novela.
Corre ahora el
año 1824. Perdidos el virreinato de Nueva España y el de La Plata, las últimas
informaciones que han llegado de las tierras americanas son bastante
pesimistas: en el virreinato del Perú se libran batallas por doquier, con los
generales San Martín, Bolívar, Sucre, mientras el virrey La Serna intenta
contenerlos y en el puerto de El Callao el brigadier Rodil se hace fuerte a
pesar del bloqueo al que les somete la escuadra del almirante Guise. De ahí que
el navío Asia y el bergantín Aquiles, comandado por el teniente de
navío José Fermín Pavía, sean
enviados en demanda del Perú. Beto embarca en Cádiz como segundo de a bordo del
Asia, comandado por el capitán de
navío Don Roque Guruceta, con la misión de apoyar la lucha contra los rebeldes
independentistas y defender las costas peruanas con la potente presencia de sus
74 cañones. La derrota pasará
por Canarias, las Malvinas, doblando el cabo de Hornos hasta llegar a Chiloé,
aún plaza fuerte española.
La vida a bordo
en el viaje de ida discurre dentro de los cauces de normalidad, y disfrutamos con
Beto del aire marino, del que tan necesitado estaba después de tanto tiempo en
tierra. Mediante instructivas y muy interesantes conversaciones entre la
oficialidad, conocerá el lector curiosos detalles e historias de los lugares
donde van fondeando, así como la conflictiva y caótica situación que les espera
en el virreinato del Perú, convertido en un conjunto de taifas con luchas
intestinas que España podría haber aprovechado, de haber tenido lucidez
política y suficiente presencia militar, puesto que la división entre los
independentistas nos favorecía. Pero para ello era preciso enviar tropas y
tener una Armada potente; ambas cosas brillaban por su ausencia, como bien nos
cuenta el autor.
También va el lector comprobando los problemas
de la vida a bordo y de la marinería, muy entremezclada de indianos y de
independentistas soterrados; la oficialidad, en la que hay un poco de todo,
algunos muy dados al castigo fácil y, lo
más problemático: el voluble e indeciso carácter del comandante Guruceta, que va
creando en el ánimo de Beto un creciente malestar, rememorando las escenas
vividas en La Plata con el queche Hiena,
diez años atrás. Todos estos ingredientes darán
un resultado dramático.
Tras superar una
fuerte tormenta, al llegar al Callao se libra una batalla contra la escuadra de
Guise, de la que salen vencedores los españoles. Requerida su presencia al sur, fondean en el
puerto de Quilca, y del interior llegan noticias: está a punto de librarse en
el interior, un importante enfrentamiento entre las fuerzas realistas, al mando
del virrey La Serna y las insurgentes, con el general Sucre. Tras muchos
choques parciales y movimientos de tropas,
finalmente, el 9 de diciembre de 1824 tiene lugar la batalla de Ayacucho
en la que el virrey La Serna es herido y hecho prisionero, la batalla vencida y
perdida la posición española.
Guruceta toma de
inmediato una decisión: el Asia,
acompañado del Aquiles aproan rumbo a
Manila, muy mal avituallados, con racionamiento de alimentos y agua. Millas
antes de llegar a Manila, en la isla de Guajuán, donde fondean para hacer
aguada y renovar alimentos frescos, explota lo que ha ido gestándose a lo largo
del penoso viaje por el Mar del Sur: el motín. Los capítulos que lo narran
resultan de un fuerte dramatismo, vivido por Beto con sentimientos de
humillación y de dolor. La acción corre a raudales en esta última parte, y las
cuerdas de la emoción se tensan al máximo.
En un
epílogo histórico el autor explica el tornaviaje histórico del Asia hacia México y su cambio de nombre,
que dará título a esta novela. Incluye esta edición dos mapas, donde se nos
muestra la derrota seguida por Beto en el Asia
hasta El Callao y la travesía por el mar de Sur hasta Guajuán. Tenemos,
pues, garantizados con esta novela el interés histórico, el entretenimiento y disfrute
de las aventuras de Beto y demás personajes, plenos de emoción y acción
marinera.
Ariodante