LA MUJER DE
NADIE
JUAN FRANCÉS
Mundo Latino, 1923
«Abre la puerta, amigo mío, a esta mujer, como la abriste a mí y a la
compañera, elegida para siempre, de la vida». Frase extraída del prólogo de
esta novela, donde el autor se dirige a su amigo Marceliano Santamaría. «Es una obra –le dice―creada al margen del arte, pero en contacto
con los artistas.(…) Fue imaginada y
encaminada a un solo retrato femenino: el de esa pobre mujer que quiso ser
buena y no la dejaron, que quiso ser feliz y no pudo, que amaba todo y de nadie
tuvo verdadero amor».
Efectivamente esta novela trata
de la vida de una mujer, una mujer independiente, en una época (¿hay alguna
otra?) en la que la independencia ―sobre todo, la femenina― se paga con la
soledad. Contextuada en el mundillo
artístico madrileño, plena de artistas, coleccionistas, modelos voyeurs, y todo
un cortejo de personajes secundarios a cual más malevolente, la acción discurre
a lo largo de la vida de Heliana, nombre simbólico, puesto que sus cabellos
refulgen y flotan como los rayos solares, a cuyo nombre griego remite. Heliana
es hija de Paco Losada, un pintor fracasado que se casa con su modelo y vive
malamente hasta que, abandonado y solo, muere. Pero antes de morir, recaba la
ayuda de su amigo Javier Tasara, pintor de éxito y talentoso, prepotente, que
se mueve entre lo más florido de la sociedad y al que no le faltan encargos y
amantes. Lo que le suplica Losada es que se ocupe de su hijita, la pequeña
Heliana, puesto que a su muerte quedaría abandonada.
Tasara la recoge, niña aún, la
apadrina y la lleva consigo; él, un soltero empedernido sin una mujer que haga
el papel maternal, con un tren de vida de locura: la pintura, el taller, los
alumnos, las modelos…las amantes. Todo ello acaba por demostrarle que no es el
sitio adecuado para una niña que está creciendo asilvestrada, y decide dejarla
al cuidado de una antigua y devota amante, Clotilde. Con ella vive pobremente,
rodeada de rezos y beaterías, pero lejos del mundano vendaval de su padrino.
Años más tarde, éste la recoge de
nuevo y la tiene en casa como a una hija, una hija a la que ni cuida ni
mantiene al margen de su vida libertaria y pasional. La joven Heliana es testigo de una frivolidad y unos modos que
no le afectan, más bien le asquean y se mantiene ella misma por encima de todo,
salvo por el cariño devocional que le profesa a su padrino, al que quiere como
a su propio padre. Entra en la juventud esta muchacha rodeada de un mundo
absolutamente inapropiado, carente del patrón maternal, familiar y ausente de
toda educación, salvo la natural de la vida y la que ella misma se va
proporcionando con lecturas –eróticas principalmente―que encuentra en la biblioteca de Tasara.
La novela sigue a esta mujer, en un tortuoso y previsible camino que la lleva a la soledad. Amores castos, amores profanos… ausencia de amor, traición, celos, piedad, soledad…una vida cuyo relato acaba en un momento determinado, para darnos a entender que lo demás, lo que va a seguir, ya es obvio. El resto de los personajes gira alrededor suyo, aunque el comienzo lo centra el autor en la relación entre Tasara y Losada, que luego llevará a la niña. Luego hombres, hombres y más hombres. Las mujeres son comparsas, mujeres «de la vida», que entran y salen de escena según convenga. Las relaciones que Heliana establecerá con los hombres son libremente elegidas por ella; no deseadas unas, deseadas y no conseguidas, otras.
El estilo es naturalista,
realista hasta detalles nimios, con gran riqueza y barroquismo en el lenguaje
de la época, expresiones castizas, buen creador de imágenes, reflejando a la
perfección un ambiente que probablemente el autor conoció muy bien, ya que se
movía en los círculos artísticos como pez en el agua. Contado en tercera
persona, para describir tanto los sentimientos masculinos como los femeninos.
Intentando mirar los masculinos a través del prisma con que los miraría
Heliana. El clima de toda la novela rebosa erotismo por todos los poros. Resulta
un tanto sorprendente para la literatura española del momento, no solo la
libertad y naturalidad con que habla del sexo como el enfoque amoral que
presenta, siempre contrastándolo con ejemplos de una sociedad pacata e
hipócrita que no duda en calumniar cuando alguien escapa a sus normas.
José Francés y Sánchez-Heredero (Madrid, 1883 - Arenys d'Empordà,
1964), periodista, crítico de arte, traductor y novelista español. Desde muy
joven colaboró en periódicos y revistas y escribió novelas. Fue un reconocido
crítico de arte y escritor en su época. Académico de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, tiene un extenso currículo de ensayos, más de 400
cuentos y una veintena de novelas y obras literarias, algunas traducidas a
varios idiomas. Usó el seudónimo de Silvio
Lago para escribir miles de crónicas y críticas de arte. Pronunció también
cientos de conferencias sobre temas artísticos; como crítico de arte se formó
en el Modernismo. Tradujo numerosas obras de Conan Doyle, de Poe, así como a
Baudelaire. Viajó por toda Europa.
Ariodante