Relato de la expedición del Fram
de 1893 a 1896
Interfolio editorial, 2010
Este es el relato de una expedición polar, escrito por el promotor y
principal protagonista de la misma, Fridtjof Nansen. Alternando con las notas
de su diario, narra los pasos dados a partir de la primera idea hasta la
consecución final de la travesía. Era esta una expedición que no buscaba el
brillo del estrellato, -que ya lo tenía, tras su expedición a Groenlandia- ya que
su meta no era tanto ser el primero en llegar al Polo Norte (hasta 1908 no lo
haría Peary), como explorar el océano polar ártico y comprobar la hipótesis del
desplazamiento circular de la banquisa. Batió, eso sí, el récord de latitud
norte de la época —86°13'—
durante esta aventura.
Afronta Nansen una expedición para la cual ya ha tenido un buen
entrenamiento y que tendrá un final feliz, cosa que no ha ocurrido con muchas
otras expediciones polares: ni un solo muerto, herido grave ni desaparecido, y
el barco intacto. De hecho, en 1907 regalará el Fram a Roald Amundsen,
para su expedición antártica. A juzgar
por los comentarios que va haciendo a lo largo del relato, lleno de buen humor
y de emotividad, esta aventura apenas parece suponerle un esfuerzo, dice
encontrarse como en casa, al menos mientras está en el Fram. Obviamente,
durante el tiempo que pasa con la sola compañía de Johansen y avanzando por sus
propios medios, vive momentos algo más crudos y largas etapas de soledad e
inacción, en la invernada final, y en algunas situaciones su diario trasluce
una fuerte nostalgia por la familia y patria, así como la angustia de la
obligada reclusión, el frío, la suciedad y la repetitiva alimentación. Pero aún
así, nunca pierde la esperanza de volver.
El explorador noruego tiene 32 años cuando parte hacia el Ártico, pero
ya cuenta con una fuerte experiencia a sus espaldas: ha cruzado Groenlandia de
Este a Oeste: 500 kilómetros sobre glaciares a -45° C. Acostumbrado al hielo, a
la nieve, a temperaturas extremas y alimentación dura, ha aprendido mucho de su
convivencia con los esquimales. Al retornar en 1888, es recibido en la capital
noruega en olor de multitud, y su imagen se difunde por todas partes y medios,
siendo considerado como un héroe nacional. Más adelante, no solo lo sería por
sus hazañas aventureras, sino por la propia historia de su vida, llegando a
recibir el premio Nobel de la Paz, en 1922, por su trabajo en favor de las
víctimas de la Primera Guerra Mundial.
Ante la experiencia de frustradas expediciones anteriores, como la del
USS Jeannette, (con 19 pérdidas humanas, atrapado en el hielo en 1879) a
Nansen le surge la idea de una nueva expedición; antes que nada, ha de construir su buque de modo que sea
capaz de resistir la presión lateral de los hielos, que ha destrozado otros
barcos aprisionados entre el hielo….porque su proyecto es, justamente, dejarse
atrapar y transportar por los hielos. El Fram es diseñado por el
arquitecto naval noruego Colin Archer; un buque de 402 toneladas brutas,
aparejado como goleta de tres mástiles con un velamen de 600 m² de superficie.
Y sobre todo, un casco casi diríamos blindado, con forma de cáscara de nuez.
Nansen, basándose en la hipótesis de Henrik Mohn, piensa que la
corriente de agua cálida del Polo era la fuerza que estaba detrás del
movimiento del hielo. Más tarde comprobaría que en el desplazamiento importaban
más los fuertes vientos que la propia corriente.
En 1893, Nansen, con una tripulación de 12 personas, se dirige, pues,
hacia el Ártico siguiendo la
costa siberiana y girando posteriormente hasta incrustarse en el hielo, donde
dejará deliberadamente que el Fram derive hacia el Norte atrapado
por la banquisa; un viaje que prevé para tres años…como finalmente ocurrirá.
Sin embargo, viendo que no conseguían pasar de una determinada latitud en su
deriva, Nansen toma la decisión de intentar llegar al Polo por su cuenta,
dejando al Fram bajo el mando del capitán, Otto Neumann Sverdrup, para
continuar su trayectoria e investigaciones, y le propone a Hjalmar Johansen que le
acompañe. Ambos abandonan el barco el 14 de marzo de 1895 y parten hacia el
Polo Norte en expedición terrestre, llevándose dos kayaks y tres trineos
tirados por veintiocho perros para llevar todos los pertrechos. Dejan el cómodo
refugio a bordo, y se lanzan hacia lo desconocido.
El 8 de abril de 1895 Nansen y Johansen alcanzan los 86º 14' N, la más alta latitud hasta entonces
conseguida. Los dos hombres deciden parar el avance hacia el Norte, ante la
enorme dificultad que supone su avance por una superficie tremendamente
accidentada. Inician el retorno, y un
año más tarde, tras toparse felizmente con la expedición británica de Jackson
en las islas de la Tierra de Francisco José, conseguirán un barco que les lleve
de vuelta a casa, y se reencontrarán con sus compañeros del Fram, (que llegan poco después) en
Noruega, sanos y salvos...un poco más gordos y sucios, de tanta grasa de morsa
y de oso consumidas.
A su regreso, el equipo de Nansen traerá consigo una serie de
descubrimientos y novedosas observaciones de toda índole: la gran profundidad
(mediciones de hasta 3.000 m.) del océano que rodea al Polo; el itinerario seguido por las banquisas, deriva
debida esencialmente a los vientos y en una menor medida a las corrientes (Nansen
pensaba que era al revés); la existencia, bajo una capa superficial fría, de
más capas de agua relativamente calientes (hasta + 1° C) y muy salinas; es el
primero, pues, en anotar y describir el fenómeno del «agua muerta», extraño hecho que se
produce cuando una capa de agua fresca o salobre queda encima de agua salada
más densa, sin que las dos capas se mezclen; estudia la formación de los
hielos, nombrando en su diario las distintas formas que adquiere (floes,
hummocks, torosses…); constata la existencia de una fauna de aves
importante, además de los osos, morsas, ¡incluso zorros!; encuentra también
diversas clases de fósiles. De todo ello se incluyen en el libro unos apéndices
con datos, tablas y observaciones.
La narración es amena, curiosa, a ratos muy emotiva, y Nansen
transmite muy bien sus sentimientos y la admiración que le produce el paisaje
polar, y sobre todo los cielos de la noche ártica, de una belleza impactante.
En algunos momentos, sobre todo en la expedición terrestre, la tensión es muy
fuerte y mantiene al lector en ascuas mientras narra algunas de sus aventuras
más peligrosas. En suma, un documento vivo, emocionante, que encantará a los
aficionados a exploraciones o incluso a los lectores casuales.
Fridtjof Wedel-Jarlsberg Nansen (Christiania, Noruega, 1861–Lysaker,
Noruega,1930) fue explorador, científico y diplomático noruego, considerado una
de las personalidades más notables de la
historia de Noruega. Durante su juventud fue campeón de esquí y patinaje sobre hielo y, más tarde, lideró
la primera travesía exitosa por el interior de Groenlandia en 1888, antes de la
expedición con el Fram, objeto de este libro. Tras esta última
expedición, se dedicó a la investigación científica sobre el sistema
neurológico, la oceanografía, doctorándose en Zoología.
En 1905 se manifestó a favor del fin de la unión entre Noruega y
Suecia y entre 1906 y 1908 representó a Noruega en Londres, en las negociaciones sobre el tratado
que garantizaba la integridad de la independencia de Noruega.
En la última década de vida, Nansen se dedicó principalmente a trabajar para la Sociedad de
Naciones, después de su nombramiento en 1921 como Alto Comisionado, donde
trabajó en el intercambio de prisioneros de guerra y ayuda a los refugiados
rusos. Entre las iniciativas que introdujo estaba el llamado «pasaporte Nansen». Trabajó en favor de los refugiados hasta su
repentina muerte en 1930.
Ariodante