JAVIER TAZÓN
Ed. Pámies, 2017
Es esta la historia de una familia: una
influyente familia gaditana de nobles orígenes que destacó en Roma no solo por
su poderío económico y carácter emprendedor, sino por su cercanía a las más
altas esferas de poder político: Pompeyo, César, y Octavio Augusto. Los Balbo
fueron una saga de ilustres personajes, si bien con el tiempo venida a menos;
tras la muerte de Cornelia, sólo van a perdurar recuerdos condenados a
desaparecer.
Lucio Cornelio Balbo (Maior), después de haber ampliado un imperio comercial creado por
su padre, Melk Balbi, fue el soporte de Sertorio, primero, de Pompeyo, después,
y finalmente uña y carne con Julio César: de Balbo recibió todo su apoyo
económico y político, que César supo recompensar: los Balbo, en principio
provincianos de Gades, recibieron la
ciudadanía romana y el refrendo político para su emporio comercial . Tras el
asesinato de César, la familia Balbo, siempre en los aledaños del poder, apoyó
-con gran visión de futuro- a Octavio, el Augusto del imperio. Se sabe que Maior
escribió unas memorias, Ephemerys,
actualmente desaparecidas.
Cornelia Balbina, que da título a esta
novela, “nació al filo de la batalla de Alesia y murió en tiempos del emperador
Tiberio” es una sobrina nieta del Balbo Maior, que a lo largo de la narración
recibe el recuento de la historia familiar de labios su tío abuelo y trata de
trasmitirla a sus nietos, Luscinila y Marco.
La familia tiene unos orígenes
legendarios: Merkl Balbi, el patriarca, provenía de Hannón el cartaginés, y de
Menestreo, el fundador de Gades, rey de Atenas. Funden, pues, en el terreno
mitológico sus raíces. Balbo Maior fue cónsul de Roma y su hijo Lucio Cornelio
Balbo Minor fue procónsul y destacó
en múltiples batallas como militar. En Gades fue artífice y promotor de
numerosos trabajos arquitectónicos, de cuya continuidad se hace responsable
Cornelia Balbina. Sólo sabemos su nombre, como hija única de Balbo Minor, pero
su existencia está probada. También existieron Acilia Antuca, (el alter ego de Cornelia) en la novela, y
Valerio Fécula, el factotum y antiguo
amante.
Con estos precedentes, tenemos una materia
excepcional para una buena novela. El autor la divide en dos partes: la primera
trata del relato que Maior hace en primera persona y a veces en segunda,
(cuando se dirige a su jovencísima sobrina nieta) de sus andanzas y aventuras
junto a los políticos de turno, y de las hazañas bélicas de Minor.
Supuestamente, todo ello forma el contenido de Ephemerys, que su sobrina
recibirá como herencia, primero verbal y luego escrita. En esta parte cuenta
cómo conoce a César, cómo evoluciona su trato y qué relaciones mantiene con
Pompeyo, Octavio, Cicerón, Clodio, Catón, Craso, Antonio… y con otros
personajes destacados de la política romana. Asiste el lector no sólo a
batallas y movimientos de tropas (contados muy sucintamente, lo cual es de
agradecer) sino a toda una serie de intrigas, espionaje y movimientos entre las
bambalinas de la política, que dan una imagen muy realista (no la habitual) de
la política en Roma, movimientos que, como vemos, no se diferencian demasiado en esencia de las intrigas políticas posteriores en la historia. Siempre
narrados con una cierta retranca. De Maior
pasa a narrar las aventuras de Minor,
aventuras que narrará ya Cornelia tanto en el final de esta parte como en la
segunda.
La segunda parte cambia de registro: si
bien sigue la historia de la familia, ahora es Cornelia la que va a recordar y
contar. Pero el autor quiere que sea de modo indirecto, en tercera persona, si
bien adoptando el punto de vista de una envejecida Cornelia, que, sintiendo que
se acerca su final, quiere visitar a su hijo y nietos de Roma para
transmitirles las memorias familiares y despedirse de ellos.
La Balbina tiene desde muy joven una vieja
aya, Acilia Antuca, “una mujer áspera, que regentara un elegante burdel para
oficiales durante su juventud, allá por Massalia. Dice Minor que es
calagurritana, de las pocas mujeres que se libraron de la matanza” y con ella
establece una relación casi de simbiosis, hasta el punto que al morir Acilia,
Cornelia la siente dentro de sí y conversa con ella, en un desdoblamiento de
personalidad próximo a la demencia senil, pero que el autor sabe presentar como
un toque de humor. Es un poco el Pepito
Grillo de Cornelia.
Así, en esta parte se nos habla del último
viaje que Cornelia realiza para
dirigirse a Roma, aunque se queda en Pestum, y es allí donde sus hijos Cayo y
Lucio, con los nietos, se dirigen para verla antes de morir. Asistimos al
proceso degenerativo de Cornelia, que a ratos confunde ficción y realidad,
sueños y vigilia. Y a ratos recuerda. El pasado se le presenta en sueños, y de
día conversa con su voz interior, y con Acilina, la hija de Acilia, que desde
la muerte de su madre ha ocupado su puesto y ayuda a la vieja ama, la cuida, le
lee y escribe al dictado sus órdenes.
Recorre el lector Gades, Malaca, Carthago
Nova y Pestum, y en cada parada es informado de la vida romana: las
diversiones, los nacimientos, las ceremonias religiosas, el teatro, …el teatro
entusiasmaba a Cornelia, y el autor se explaya con este tema.
En suma, una obra que recorre los años
cruciales de la Roma pre imperial, las guerras civiles desde Mario y Sila hasta
los dos triunviratos. Pero lo hace de un modo muy ameno, sin agobiar al lector
con detalles de erudición, (salvo quizás
alguna parte de la que habla Cornelia) y contando no sólo lo que es ampliamente
conocido, sino la trastienda, las intrigas que hacen realidad los proyectos y
ambiciones políticas. A destacar tanto la muerte de César, con una fuerte carga
dramática, como la muerte de la propia Cornelia, capítulo muy emotivo y
francamente cautivador.
El autor, tras introducirse en la novela
histórica con una trilogía sobre el cartógrafo santoñés Juan de la Cosa, ha
marcado un cambio de registro con esta obra, que considero altamente
recomendable.
Javier Tazón Ruescas (Santander, 1953) Licenciado en Derecho, ejerció
durante años como abogado especialista en Urbanismo. Dedicado luego al mundo de
la gastronomía, organizó cofradías y asociaciones en torno a la sidra natural.
Es autor de obras de
gastronomía, ciencia ficción y de una trilogía sobre el navegante Juan de la
Cosa.
Fuensanta Niñirola