Título original: Tre volte all’alba
ALESSANDRO BARICCO
Traducción: Xavier González Rovira
Anagrama, 2013
Tres historias donde el amanecer es el
nexo de unión entre ellas. Un amanecer cargado de simbolismo: por un lado la
soledad del hombre ante su propia vida, y por otro la mirada hacia el futuro
que se le abre al comenzar un nuevo día. Tres relatos independientes, cuyas
tramas no guardan más relación entre sí que justamente la disparidad que
muestran. Las tres tienen un hotel por
escenario, un hotel donde se producen tres encuentros desiguales: un hombre y
una mujer, una jovencita y un viejo portero; una madura mujer policía y un
niño. Encuentros casuales pero que marcarán su siguiente recorrido vital, su
futuro inmediato…tras el amanecer del nuevo día.
Es este un caso de secuela/precuela
literaria. El título hace referencia a su anterior novela “Mr.Gwyn”(2011), en
la cual un tal Akash Narayan, imaginario escritor anglo-indio escribe una
novela con ese mismo título. El autor, en una nota al principio, aclara que
“mientras escribía esas páginas (las de Mr.Gwyn) me entraron ganas de escribir
también ese pequeño libro, un poco para darle una leve y lejana secuela a Mr
Gwyn y otro poco por el puro placer de ir en pos de una idea determinada que
tenía en la cabeza. Así que, tras terminar Mr Gwyn, me puse a escribir Tres veces al amanecer, algo que hice
con sumo gusto.”
Los hoteles son espacios especialmente
literarios. Por ellos desfilan innumerables historias humanas: lujosas, en los
grandes hoteles; miserables, en hoteluchos de mala muerte; alegres, en algunos
casos, en los más, dramáticas y tristes. Solitarias, en una enorme mayoría. Narradas
de un modo muy cinematográfico, estas historias están escritas y planteadas
casi como si fueran un guión. Los diálogos, breves, minimalistas. Los escenarios,
descritos con minuciosidad, pero dando importancia solo a algunos detalles:
“En el exterior, reinaba la oscuridad que precede al
amanecer: ni de noche ni de día. El vestíbulo del hotel permanecía en su
inmovilidad, elegante en los detalles, limpio, suave: cálido en sus colores,
silencioso, bien colocado en el espacio, iluminado de reflejo, las paredes
altas, el techo claro, libros sobre las mesas, cojines bien rellenos en los
sofás, cuadros enmarcados con devoción, un piano en una esquina, unos pocos
textos necesarios, el tipo de letra nunca utilizado al azar, un péndulo, un
barómetro, un busto de mármol, cortinas en las ventanas, alfombras en el suelo
—la sombra de un perfume.”
El primer encuentro es entre un hombre que
está abandonando un hotel y una mujer que llega. Entre ellos surge como una
especie de ligazón. Él intenta marcharse pero la presencia de ella le refrena,
y permanece como en un tiempo indeciso, atemporal. Hasta que la realidad se
impone.
“No me irá a decir que nunca lo ha pensado. Dejarlo todo y
volver a empezar de nuevo. No estaría nada mal, ¿verdad?
Usted está loca.”
El segundo encuentro se produce en otro
sórdido hotel, al que llega una pareja
joven, muy joven. Llegan bebidos y su
comportamiento no es el más adecuado en publico. El portero, un viejo, se da
cuenta que la chica lleva mal camino con ese jovenzuelo, se siente paternal y
trata de convencerla para que le abandone.
“El hombre se quedó allí, delante del hotel. Miró a su
alrededor y se sorprendió al ver una luz que aún sabía a amanecer, porque en
realidad le parecía que habían pasado horas desde que se marchara con la joven.
”
El tercer encuentro también comienza en
una habitación de hotel, pero se desarrolla en un coche, en la carretera. Una
madura mujer policía se hace cargo de un chico de trece años cuyos padres han
sido asesinados. El trayecto en el automóvil durante la noche y la llegada a la
casa de un viejo amigo/amante, al amanecer, le hace replantearse su vida.
“Mira qué maravilla.
¿El qué?
La luz, allí al fondo. Se llama amanecer, es luz.
Amanecer.”
En suma, tres historias en las que el
amanecer implica una posibilidad de cambio, de nuevo rumbo en unas vidas, de otros
horizontes. Pero todo queda en el aire,
como una opción posible. Baricco sigue
mostrando su buen hacer y usando un lenguaje minimalista, parco y contenido,
transmite emociones y sensaciones con las que el lector puede identificarse o
no, pero puede comprender.
Fuensanta Niñirola
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