Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir.
Shakespeare, La tempestad
El texto que sigue ha sido publicado previamente en Anika entre libros. (enlace: http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/T/p04963.ascx)
Shakespeare, La tempestad
El texto que sigue ha sido publicado previamente en Anika entre libros. (enlace: http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=/letras/T/p04963.ascx)
Daniel Tubau, que suele hacer suyo el comentario de Groucho de no pertenecer a ningún Club que le admita como socio, cuenta con un larguísimo currículo de más de veinte años de experiencia como guionista y director en decenas de programas y series de televisión en España y Argentina. También ha trabajado en el Departamento de Proyectos de la productora Globo Media, ha sido vocal de la Comisión de Películas del Ministerio de Cultura, colaborador del MediaLab de Madrid, periodista y escritor. Actualmente trabaja como guionista freelance e imparte cursos y master para guionistas en el Instituto de RTVE, Ondas Escolares y Universitarias, la Universidad Juan Carlos I o la productora Globo Media. Es un todo terreno, culturalmente hablando. Sus dos libros anteriores son Las paradojas del guionista y La verdadera historia de las sociedades secretas.
El libro que nos ocupa, absoluta novedad, es francamente original. Formado por una colección de textos supuestamente encontrados en un futuro muy futuro, de los que se ocupan un grupo de antólogos, que van comentando cada texto, prologándolo, enmarcándolo o explicándolo según las coordenadas del pasado (que es nuestro presente o incluso nuestro futuro) es inclasificable. No sabemos nada de la época en la que viven los antólogos, lo que sabemos es que ellos investigan en su pasado, en la era analógica, y tratan de conocer la temática y los problemas del momento en que la digitalidad irrumpe y cómo responden los humanos ante ella. Los textos recopilados son variopintos, algunos son simples retazos, discontinuos, otros son como un pequeño relato, unos versan sobre arte, o sobre filosofía, en general todos están marcados por un toque cientifista, o mejor, de filosofía de la ciencia. Las cuestiones que se plantean son de carácter ontológico, diría yo, pero planteadas de un modo en el que todo aquel que tenga unas mínimas inquietudes pueda interesarse.
Es el cuarto volumen de la colección Evohé Narrativa, de una editorial emergente que tiene mucho que ofrecer, muchos proyectos y que ya nos ha dado suficientes muestras de a dónde es capaz de llegar.
Me ha parecido un libro muy atractivo. Un verdadero descubrimiento. Los textos sugieren, plantean preguntas, enlazan con otros textos, con otras ideas, en fin, es como un rompecabezas, un cubo de Rubik que hay que ir recolocándolo y en el que todo va a ir encajando y a la vez llevándonos a otras cosas. Un universo lleno de universos, de puertas abiertas, de mundos paralelos, donde la ficción sólo se distingue de la realidad por una línea tan fina que hay que mirar muy bien dónde pisamos, porque de un salto, como Alicia, podemos pasar al otro lado del espejo.
Reflexiones interesantísimas, como las que nos plantea el relato Gabor, que nos hace pensar sobre el arte, sobre la identidad, sobre la copia y la obra única, tema que también se plantea en Picasso y los indiscernibles; otro relato, Vidas Vicarias nos trae ecos de Desafío Total, la película de Verhoeven, en cuanto a la posibilidad de implantes cerebrales que nos permitan vivir otras vidas...en otros cuerpos. En el texto Que nada se crea, reflexionamos con el autor sobre Platón y el eterno retorno, la inmortalidad y los dobles mundos.
Pero todo lo hacemos de un modo natural, sin academicismos ni tecnicismos cientifistas; tampoco hay planteamientos morales explícitos, lo cual es muy de agradecer: son reflexiones llenas de sugerencias, a las que todos podemos tener acceso, simplemente manteniendo abierta nuestra mente y nuestros ojos.
Otro punto de referencia, (ayudarnos a enmarcar el libro) en mi opinión, sería Borges; también Wittgenstein. Y por supuesto, el propio autor, cuya larga trayectoria le permite autorreferenciarse. Lo cual le coloca en la tradición contemporánea de un Sebald, un Auster, un Philip Roth. Y a los clásicos: Platón, Leibniz, los racionalistas, por supuesto, pero de un modo muy cotidiano, entroncándolo en nuestra vida diaria, por supuesto, una vida en la que salimos un poco del minimalismo de supervivencia y nos planteamos aquello que Kant consideraba como preguntas básicas: quiénes somos, de dónde venimos, y adónde vamos...
Es el cuarto volumen de la colección Evohé Narrativa, de una editorial emergente que tiene mucho que ofrecer, muchos proyectos y que ya nos ha dado suficientes muestras de a dónde es capaz de llegar.
Me ha parecido un libro muy atractivo. Un verdadero descubrimiento. Los textos sugieren, plantean preguntas, enlazan con otros textos, con otras ideas, en fin, es como un rompecabezas, un cubo de Rubik que hay que ir recolocándolo y en el que todo va a ir encajando y a la vez llevándonos a otras cosas. Un universo lleno de universos, de puertas abiertas, de mundos paralelos, donde la ficción sólo se distingue de la realidad por una línea tan fina que hay que mirar muy bien dónde pisamos, porque de un salto, como Alicia, podemos pasar al otro lado del espejo.
Reflexiones interesantísimas, como las que nos plantea el relato Gabor, que nos hace pensar sobre el arte, sobre la identidad, sobre la copia y la obra única, tema que también se plantea en Picasso y los indiscernibles; otro relato, Vidas Vicarias nos trae ecos de Desafío Total, la película de Verhoeven, en cuanto a la posibilidad de implantes cerebrales que nos permitan vivir otras vidas...en otros cuerpos. En el texto Que nada se crea, reflexionamos con el autor sobre Platón y el eterno retorno, la inmortalidad y los dobles mundos.
Pero todo lo hacemos de un modo natural, sin academicismos ni tecnicismos cientifistas; tampoco hay planteamientos morales explícitos, lo cual es muy de agradecer: son reflexiones llenas de sugerencias, a las que todos podemos tener acceso, simplemente manteniendo abierta nuestra mente y nuestros ojos.
Otro punto de referencia, (ayudarnos a enmarcar el libro) en mi opinión, sería Borges; también Wittgenstein. Y por supuesto, el propio autor, cuya larga trayectoria le permite autorreferenciarse. Lo cual le coloca en la tradición contemporánea de un Sebald, un Auster, un Philip Roth. Y a los clásicos: Platón, Leibniz, los racionalistas, por supuesto, pero de un modo muy cotidiano, entroncándolo en nuestra vida diaria, por supuesto, una vida en la que salimos un poco del minimalismo de supervivencia y nos planteamos aquello que Kant consideraba como preguntas básicas: quiénes somos, de dónde venimos, y adónde vamos...
La edición incluye fotos en color de pinturas picassianas, y un desplegable en papel cuché, a modo del Talmud, en el que un texto central se interrelaciona con otros muchos textos, comentarios, citas, conformando un hipertexto lleno de alusiones, enlaces y sugerencias que nos abre miles de puertas, y por las que somos libres de transitar, de entrar y salir a nuestro gusto...y estamos encantados de hacerlo.