Aventuras como éstas nos retrotraen a otras épocas, épocas en las que se escribía de otro modo. Sin ser el más grande escritor, Dumas es lo suficientemente grande como para hacernos pasar estupendas horas sin poder despegarnos de las páginas de sus libros, y disfrutar emocionados de las intrigas, los amores y los dramas de unas vidas en una turbulenta época donde héroes y villanos, damas y caballeros, princesas y reinas hacen historia, mientras que el autor escribe su historia, a su vez.
Alexandre Dumas (Villers-Cotterêts, 1802- Puys, 1870), prolífico escritor galo, a veces confundido con su hijo homónimo, tuvo su propia vida casi de novela. Su padre era el general francés Antoine Alexandre Davy de la Pailleterie, que se casó con una esclava negra de Santo Domingo, Marie Cessette Dumas, de cuya unión nació el escritor. Fallecido el padre cuando Alexandre contaba apenas cuatro años, su educación corrió a cargo de su madre, siendo muy deficiente y teniendo que ponerse a trabajar desde muy joven. En 1823 se instaló en París y entró al servicio del Duque de Orleáns como escribiente. A partir de 1825, en que se estrena su primera obra, un vodeville, su carrera literaria de dispara. Viajó por Suiza, Italia, Bégica, Alemania, España y Argelia; tuvo varios hijos ilegítimos (entre ellos, Alexandre Dumas, también escritor, autor de La dama de las Camelias). Tuvo un colaborador muy estrecho –hoy le llamaríamos un negro-, Auguste Maquet, que le ayudó con algunas de sus novelas, dada la enorme producción de Dumas, gran parte de ella por entregas en diversas revistas literarias, lo que le obligaba a un ritmo tremendo. Conocidísimo por Los Tres Mosqueteros y El Conde de Montecristo, desarrolló la novela histórica a la “dumasiana”, es decir, modificando la historia cuando convenía a la acción de sus novelas. Experto en narrar aventuras y crear tensión y emoción a raudales, su fama traspasó fronteras.
La guerra de las mujeres (1844) fue publicada por entregas, en el diario La Patrie, y al parecer Dumas fue llevado a los tribunales por el director, ya que los capítulos aparecían con demasiada irregularidad. Parece bastante probado que Marquet colaboró en su elaboración con Dumas, aunque el estilo permanece intacto.
La acción se sitúa en plena insurrección de La Fronda, (1648-1653) con el príncipe de Condé prisionero en Vincennes y las dos grandes mujeres, Ana de Austria y la Princesa de Condé dirigiendo los movimientos de tropas que las enfrentan. Son los mismos años en que se ambienta Veinte años después, la obra que cierra la historia de los mosqueteros.
Y a un nivel más cercano, otras dos mujeres luchan también, Nanon de Lartigues y Claire de Cambes; luchan por el amor de un hombre desde bandos enfrentados: el Barón de Canolles, personaje real. Entre medias, el aventurero pícaro Cauvignac, personaje de ficción, cambia de identidad y de bando según soplan vientos de una u otra clase, y no duda de usar cualquier medio para salir adelante y salvar el pellejo, involucrando a otros muchos personajes y creando un verdadero caos.
La Fronda fue una insurrección en la que una parte de la nobleza se enfrentó a la Corona, en un momento en que el rey, Luis XIV, aún era niño y la regencia estaba en manos de una mujer, Ana de Austria, aconsejada por un intrigante Cardenal Mazarino, que además era, al parecer, su amante.
Novela de aventuras interesantísima, de ritmo in crescendo, con ambiente, hechos y personajes históricos reales, aunque con algunas variaciones que Mr. Dumas se permite en su desarrollo. Pero la fuga de Chantilly, por ejemplo, fue real, aunque el personaje engañado tuviera otro nombre. Y el asedio de Vayres, la toma de Burdeos, etc. son hechos reales, aunque en los detalles el autor juegue un poco. Para el no conocedor de esa época histórica francesa, resulta un tanto confuso al principio entender qué está pasando allí, y quién pertenece a qué bando. Para suplir esas carencias, el traductor/editor Mauro Armiño nos ayuda con un magnífico prólogo, y una gran cantidad de notas aclaratorias a pie de página, en donde nos ilustra sobre los personajes reales que van apareciendo, y las disparidades entre la acción en la novela y los hechos históricos, cuando las haya.
En la trama, intrincada y llena de dobleces e intercambios, personajes que se hacen pasar por lo que no son, disfrazados o suplantando a otros, jugando constantemente con la tensión de lo que ellos no conocen y el lector sí, anticipando la acción y sin saber hasta el último momento lo que ocurrirá. Mr. Dumas es verdaderamente un maestro en este juego. Las mujeres, efectivamente, en esta guerra son las que marcan las pautas, ante la ausencia de los varones principales (el rey, niño y Condé, prisionero). Y las mujeres, ya se sabe, mudamos de parecer con bastante facilidad, sobre todo, si hay hombres de por medio. Así, entre el honor de los nobles caballeros y el ansia femenina de venganza, los amores y los deseos, las penas y las alegrías, mientras se asedian ciudades y se disparan cañonazos, los mensajeros cabalgan, las damas se esconden tras el disfraz de hombres, y los hombres se enmascaran y embozan con sus capas, tenemos una novela que no nos da un respiro y que leemos de una tirada sus seiscientas dieciocho páginas.
3 comentarios:
¡Me encantan estas guerreras! Estoy por comprarme la novela. Siempre hay mucho que aprender.
La novela es muy bonita. Y aunque, lógicamente, las batallas las hagan los hombres, lo curioso es que son dos mujeres las que encabezan ambos bandos. Te gustará. Y Dumas...es mucho Dumas.
De Dumas, me encantó La Dama de las Camelias...creo que es un elogio a la mujer, y a su supervivencia, a su entrega...No sé, como estará este libro, pero por lo que dices merece la pena leerlo, y por una vez, meterme en los "fregaos" de quizá, una gran batalla.
Veo que hay mucha vida literaria allá por Valencia...Seguro que has impulsado muchos de estos actos.
Un placer leerte y pasar por aquí.
Un beso grande y espero que todo bien!!
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