PIERRE BERGOUNIOUX
Ed. Minúscula, 2011
Este pequeño ensayo de apenas noventa páginas, que se lee en una hora pero se digiere largamente, es una mirada filosófica sobre Descartes, pero también es, como todo buen ensayo que se precie, una digresión sobre muchas otras cosas: sobre la historia y cultura europeas, sobre la indagación acerca de la naturaleza humana, sobre el paisaje y el ámbito que nos rodea; sobre la temperatura y el clima y su efecto sobre el pensamiento; sobre el tiempo y la vida.
El autor, Pierre Bergounioux (Brive-la-Gaillarde, 1949) que además de escritor es escultor y profesor en la escuela de Bellas Artes de París, ha desarrollado una extensísima obra –casi un libro al año, curiosamente ignorado en nuestro país- absolutamente inclasificable: prosa filosófica, ficción, ensayos sobre temas variopintos, autobiografía, etc. Temas universales, centrados en la individualidad humana. Recibió el premio de letras Alain-Fournier en 1986; y por el conjunto de su obra, el premio Roger Caillois de 2009. Su estilo, con frases escuetas, pero pleno de significado y connotaciones, es preciso y correcto: la palabra adecuada y la frase justa. Todo un descubrimiento para los lectores que buscan algo más que un viaje por la superficie de la vida.
Reflexiona, como es habitual, sobre el tiempo y sobre la historia: hasta llegar a Descartes, su texto baila oscilando entre unas épocas y otras, sube y baja, nos habla de Roma y de los galos, cuyo nombre viene de galata, (galaktos significa leche en griego). Inmediatamente la imaginación se nos dispara al espacio galáctico, la Vía Láctea, la Torre Gálata…pero el autor pronto nos embrida y dirige hacia otra parte: la edad media alemana, Atila, luego los Habsburgo; Italia, los Médicis,…Francia de nuevo, los hugonotes (“compañeros de juramento”) y las guerras de religión. Imaginamos a Enrique IV asistiendo a misa con la procesión por dentro. Hobbes y el concepto de Estado, Montaigne y sus viajes, Shakespeare y Cervantes muriendo el mismo día. ¿Cómo consigue relacionarlo? Léanlo y lo descubrirán. Porque es una delicia de lectura, es como una charla donde el amable tertuliano que ha tomado la palabra nos lleva y nos trae a su gusto y al nuestro, nos cuenta anécdotas y opiniones, citas y explicaciones; somos incapaces de interrumpirle, pero la reflexión sobre lo que hemos escuchado nos ocupa muchas horas de soledad.
Imaginamos a al joven Descartes recorriendo toda Europa en su uniforme militar, participando en las diversas batallas y guerras que la asolaban; también lo vemos en su cama, el sitio favorito para pensar, según él; paseamos por Amsterdam y nos cruzamos con el niño Spinoza,…¿por qué Descartes quiso afincarse en los Países Bajos para desarrollar su teoría filosófica? ¿Por qué huía de Francia, su país natal? ¿Por qué a pesar de viajar a Italia ignoró el arte y la belleza del país? ¿Llegó a conocer a Galileo? ¿Alemania sólo fue un campo de batalla para él? ¿Por qué necesitaba encerrarse, dejar de un lado la sociedad, el paisaje, la cultura, para pensar con claridad y distinción? ¿Por qué necesitaba el frío para pensar, por qué la cama?
Sobre todo ello divaga el autor, avanza ideas, sugiere respuestas, cita a muchos otros, filósofos o literatos que han mirado la vida y han avanzado sus puntos de vista. Y entre unas cosas y otras ha pasado el tiempo, la tertulia acaba y el poso que queda seguirá rondándonos mientras las respuestas quedan en el aire.
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