JULES VERNE
Nórdica Libros, 2010
Para los amantes del viaje literario, aquellos que no sólo viajan por cambiar de escenario sino por conocer mundo, culturas y costumbres distintas, por ampliar horizontes y experiencias, pero también a los amantes de la historia, esta lectura les puede resultar altamente interesante. No en balde Jules Verne acumuló en su haber una enorme producción de novelas de aventuras, viajeras por excelencia: nos hizo recorrer veinte mil leguas bajo el mar y dar la vuelta al mundo en lo que para el momento era un suspiro, subir en globo y viajar al centro de la Tierra, además de meternos en un cohete y lanzarnos a la luna.
Jules Verne (Nantes, 1828- Amiens, 1905), el universalmente conocido autor de maravillosas novelas de aventuras con tintes científicos, anticipador de descubrimientos, incansable viajero en el papel escrito, geógrafo, botánico y naturalista aficionado, es el autor de esta crónica viajera en forma novelada, y editada primorosamente por Nórdica, con una cantidad asombrosa de grabados de la época, que ambientan a la perfección el relato de los dos protagonistas, además de mapas donde nos hacemos una idea del recorrido, ciertamente a contrapelo, de los viajeros. El propio Verne viajó en tres ocasiones a Escocia e Inglaterra, y muchos de sus rincones y experiencias allí vividas son recreadas más tarde, al utilizarlas en bastantes de sus novelas.
El texto tiene el formato de un reportaje periodístico, casi de un diario de a bordo, aunque narrado objetivamente en tercera persona y con una mirada jocosa. Dos jóvenes amigos, Jacques Lavaret y Jonathan Savournon deciden ocupar un tiempo libre del que disponen, haciendo un viaje a Escocia. Jonathan tiene unos conocidos que le facilitan el pasaje en un vapor desde Saint Nazaire. Pero una vez allí, se enteran de que el barco se dirige a Bordeaux, con lo que han de desplazarse en otro barco hasta allí, con el consiguiente retraso. El hecho de que para ir al Norte hayan de bajar hacia el Sur les pone de los nervios, sobre todo a Jacques, que es descrito por Verne como un temperamento apasionado y ansioso, mientras que Jonathan, que es músico, es más tranquilo.
El caso es que tras muchos retrasos, que recortarán el tiempo disponible para las visitas escocesas, finalmente parten para Liverpool. Las impresiones del viaje por mar, el primer contacto con un capitán británico, impactan la calenturienta mente de Jacques, que no sabe ni una palabra de inglés y confía en su amigo Jonathan…que sabe un poco, lo justo para poderse defender. Las continuas meteduras de pata de Jacques con la pronunciación son fuente de diversión de su amigo, y ponen una nota de humor en el relato.
Verne hizo su primer viaje en 1859, impregnado de sus lecturas de Walter Scott, y traslada sus recuerdos a esta obra, en la que no sólo nos habla de los recorridos, sino que describe monumentos, paisajes, costumbres y detalles de todo tipo, como descripción de una gaita, del kilt tradicional escocés, las comidas que realizan, lo que cuesta el pasaje, etc. Todo lo cual es interesante como una descripción no sólo viajera, sino histórica. Nos hace ver, no sin una buena carga de humor, lo que la gente comía y bebía, cómo vestían, que costaba un cab o un steamboat, las diferencias entre la comida inglesa y la francesa (que los imaginarios protagonistas añoran no poco), la admiración ante el despliegue industrial británico, cuando recorren en ferrocarril desde Liverpool hasta Glasgow y Edimburgo, atravesando la parte central de Inglaterra, las Midlands, donde se hallaban las minas de carbón y las múltiples fábricas. Asimismo les impresiona la vastedad del paisaje escocés, las montañas (que al parecer nuestros dos parisinos no han visto nunca) los lagos y los inmensos espacios verdes y brumosos de las Highlands, a veces desolados y dramáticos, evocadores del escritor romántico Scott, héroe nacional. Transmite la emoción de los amigos al llegar a Edimburgo, las vistas del castillo de Holyrood, la calle del Príncipe, los paseos, en fin, y las excursiones a lagos y otras poblaciones, animados por una familia amiga de Jonathan con la que comparten veladas y paseos, todo muy breve, eso sí, ya que su tiempo se había acortado mucho con las esperas en la costa sur francesa.
El retorno han de resolverlo en tren pasando por Londres, ciudad a la que dedican ¡dos días! Y de la que nos cuentan todo aquello que les llama la atención, que es mucho, para tan sólo ese brevísimo tiempo. Visitan la Torre, el Parlamento, la Abadía, St. James, Hyde Park, el museo de cera de Madame Tussaud, recorren la city, visitan Greenwich. En fin, casi como uno de nuestros modernos tours turísticos, en los que todo se ve a salto de mata, salvo que nuestros viajeros se han documentado muy bien previamente y saben situar lo que van encontrando, en general.
Libro ameno y de interesante lectura, magníficamente ilustrado con una gran profusión de grabados de la época, lo que le da un toque muy especial. La Nota final, a cargo de Christian Robin, de la Universidad de Nantes, es muy ilustrativa. Además se incluye en la edición una sección de notas y un apéndice cronológico de la biografía de Verne. Todo ello completa una obra de correctísima factura e indudable atractivo para el lector.
Reseña publicada en: www.la2revelacion.com/?p=2535
4 comentarios:
Verne, por Dios, la reseña es magnífica, pero aunque no la hubiera leído, sólo por el autor merece todo el crédito del mundo.
Sí, por supuesto. El solo nombre es garantía de lectura adecuada. Gracias por seguir leyéndome, Trecce, a pesar del veranito.
Tiene toda la pinta de libro jugoso, gracil, ameno pero con mucha miga. Excelente reseña. Este no me lo apunto, este me lo compro ya. Va a ser una de mis lectura veraniega de agosto. De no ser por ti no me enteraría de la misa la media. Gracias y un saludo.
Ariodante, es un auténtico placer leer reseñas como esta, no sólo se obtiene una visión muy detallada del contenido del libro sino el modo en que la realizas. Así que guiada por tu sugerencia no tardaré en leer este libro y sospecho que compartirá aeropuertos, destino y lugar.
Un abrazo
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