Ilustrado por Juan Gonzalo Lerma
Ed. Traspiés/Vagamundos, 2011
Agridulce, como los platos de la cocina china, es el relato que tenemos entre manos. El autor lo ha desarrollado como un cuento oriental, y ciertamente al leerlo nos trae un cierto efluvio, un no sé qué que nos transporta a otro estilo de narrativa. Sin embargo, y a pesar de ello, si sustituimos los nombres chinos de los personajes que lo pueblan, el relato podría desarrollarse en cualquier otro lugar. Nombres referentes a animales, lo que convierte el texto en una parábola moral, llena de simbolismo, además de poesía. Tiburones, tortugas, ardillas, palomas…por otra parte, recurso muy habitual en la imaginería oriental, china y sobre todo, japonesa.
Jose A. Cilleruelo (Barcelona, 1960), escritor, traductor y crítico literario, nos sumerge, en esta obra –magníficamente ilustrada por Juan Gonzalo Lerma (Úbeda, 1970), con aguadas y tintas muy integradas en el texto- en el mundo de un hombre cuya vida está centrada alrededor de las teclas de un piano. No es un pianista, no. Es un afinador de pianos, tradición que le viene de familia, y que tanto su padre y su abuelo han debido combinar en muchas ocasiones con otros trabajos para poder sobrevivir.
Indefinido en sus detalles, el relato habla de algo universal: la tristeza de una vida que las circunstancias han vaciado de contenido. El paso del pequeño pueblo a la gran ciudad, la soledad de este corredor de fondo, que no encuentra más gozo que templar las cuerdas del piano, y hasta a eso ha de renunciar. Dosificando muy bien el tempo circular, alterna el los recuerdos del afinador en su retorno, ya viejo, a su pueblo natal, con el encuentro en el camino con otro corredor de fondo, un guarda forestal que vive solitario y aislado y con el que traba amistad. El descubrimiento de un viejo y destrozado piano parece hacerle revivir, pero todo es una falsa ilusión. ¿Me ha engañado la vida? Se pregunta el viejo afinador.
Sin rencor, con un poso de amargura por los años perdidos y desperdiciados, por las ilusiones que no llegaron a florecer, por todos esos pianos que ya no podrá afinar ni recomponer, como tampoco podrá recomponerse a sí mismo ni cambiar ese terrible mundo que le rodea, lleno de tiburones, liebres, tortugas, palomas y pavos reales, dirige su mirada al pasado. En su viejo cuaderno, en blanco todos esos años, esperando simbólicamente en el fondo de su hatillo a que se decida a manchar su superficie, finalmente empieza a plasmar los caracteres que transmiten su vida al papel. Parábola deliciosa de la terapia de la escritura, que aflora los fantasmas interiores y al exorcizarlos se cura de su tormento.
Las ilustraciones son el contrapunto ideal: al estilo de la pintura y caligrafía chinas, con negra tinta y trazo grueso, J. Gonzalo Lerma ha hecho un trabajo sobrio y que se entrelaza perfectamente con la narración. Pinceladas y texto cocinan un sabroso plato, que la cuidada edición de Vagamundos añade a su colección.
Reseña publicada en: http://www.melibro.com/una-sombra-en-pekin-jose-angel-cilleruelo/
2 comentarios:
Muy buena reseña y curioso y parece que interesante lo de las ilustraciones y la técnica empleada.
Excelente tu reseña, Ariodante, por lo que describes, es una novela que encierra hermosas imágenes y metáforas aplicables a cualquier ser humano en cualquier parte del mundo,ya que a todos nos mueven, en definitiva, los mismos afectos y carencias.
Un abrazo.
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