MAPA MUDO
HILARIO J. RODRÍGUEZ
Ed. Traspiés, col. Vagamundos, 2009
Este es un breve ensayo ―poco más
de sesenta páginas― que publica Traspiés en su colección de textos ilustrados,
Vagamundos, y que resulta francamente agradable y curioso de leer así como de
mirar las ilustraciones que lo acompañan, fundamentalmente fotografías de
bibliotecas y collages de retratos de escritores.
Por estas páginas desfilan una
gran cantidad de literatos, de los cuales Hilario J. Rodríguez nos cuenta
anécdotas, principalmente relacionadas con los lugares donde estos escritores
se refugiaban para escribir. Porque no todos buscaban la soledad del despacho o
la biblioteca. Algunos, como Cheever se sentían ligados por azares de la vida,
a las lavadoras y secadoras. Otros, a los apetitosos olores culinarios y preferían las mesas de cocina
para trabajar. Los cafés atraían a
muchos; o los porches, como Isak Dinesen, que necesitaba mirar horizontes
lejanos para sentirse a gusto, mientras que los había que no salían de la cama
(es muy conocido el ejemplo de Proust, pero también hay otros, como el de Edith
Wharton).
No sólo divaga el autor sobre las
mesas donde escribían o las camas desde donde dictaban sus textos. También
sobre los amantes de escribir en el campo y los urbanitas. Hemingway siempre en
olor de multitud y Chatwin en las soledades desérticas del Sahara o de la
Patagonia. Emily Dickinson encerrada en su habitación de la campestre casa de
Amherst, Isak Dinesen en el porche de su casa de África. Incluso reflexiona el
autor sobre el sufrimiento de la hoja en blanco y la negativa de nuestro
espíritu a poner algo en el papel si el lugar no es el adecuado o no se
encuentra el lugar: lo que tardó Nabokov en encontrar una casa en Estados
Unidos, y tras visitar ciento y pico llegó a quedarse la casa de su agente
inmobiliario: casa habitada cuyo olor le resultaba felizmente acogedor.
El tono de la obra, las
ilustraciones en blanco y negro, una cierta nostalgia que recorre las
reflexiones, todo ello nos recuerda a otros no citados aquí: en parte al finado
George Sebald, también un escritor errante. O a Robert Walser en los
incontables paseos silenciosos cercanos al sanatorio donde acabó residiendo. La
habitación cerrada, sin ventanas, de Auster. Aunque habla de Tolstoi, no cuenta
de la habitación que usaba, ya viejo, en el sótano de Iasnaia Poliana, junto a
aperos de labranza, guadañas y azadas, como un pobre campesino trabajando en un
pequeño y viejo escritorio. Podrían traerse a colación muchos más casos, pero
difícil tarea sería citarlos a todos.
En suma: una lectura que seduce
más por lo que sugiere, pero también por lo que cuenta, y por lo que deja de
contar pero nos hace surgir en el recuerdo y la evocación. Las ilustraciones,
aportadas por el propio autor del libro, están muy cuidadas y combinan
perfectamente acopladas al texto. Un buen trabajo editorial.
Hilario J. Rodríguez (Santiago de Compostela, 1963) es escritor y
crítico cinematográfico español. Tras licenciarse en Filología Anglogermánica y
en Filología Hispánica, impartió clases de lengua y literatura en España,
República de Irlanda, Gran Bretaña y Estados Unidos. Fue director de la sección
de cultura del Diario Ciudad de Mérida, y estuvo al cargo de Sombras Recobradas, Metodologías de la
Mirada y En América en el semanario Les
Noticies. En la actualidad trabaja regularmente en la sección de cine de Revista de Occidente. Es colaborador
habitual de ABC, La Vanguardia, Dirigido
por, Clarín, Rockdelux e Imágenes de
actualidad. Trabaja como asesor de varios festivales de cine. También es
aficionado a la fotografía. Sus obras han aparecido en periódicos y revistas,
como Clarín, El País, Debats, Rockdelux,
Cámara oscura, Les Noticies, El Summun... y en diversos libros.
Reseña publicada en: http://www.melibro.com/mapa-mudo-hilario-j-rodriguez/