CHRISTOPHER
MORLEY
Trad. Juan Sebastián Cárdenas
Ed. Periférica, 2012
Delicioso cuento en el que se
mezcla un canto a la naturaleza y a la cultura, a los libros y a la humanidad.
Un combinado de Thoreau, Whitman, Kipling, Twain… cargado de fino humor,
situaciones entrañables y a veces, delirantes. Morley nos introduce en el mundo
rural de Nueva Inglaterra a comienzos del siglo XX, pero sobre todo recrea una
historia de cuento, con un trasfondo moral y filosófico, cuya acción transcurre
a lo largo de apenas cuatro días.
La protagonista y narradora de la
historia, Helen McGill, es una soltera cuarentona, que ha pasado de institutriz
a granjera, y durante años no ha hecho otra cosa que cocinar, cuidar de los
animales y de su hermano, que de granjero
se ha convertido en escritor famoso y solo vive para escribir. Pero un
buen día cambia el rumbo de su vida, al toparse con un personaje que podría ser
un duendecillo, un enano saltarín, un príncipe transmutado en sapo al que la ―en
este caso― robusta y madura señorita McGill, a modo de princesa rural, es seducida por la
posibilidad de una variación en su aburrida rutina doméstica, lanzándose de cabeza a una aventura contra
toda posición lógica y racional, una locura, según su hermano y casi todos los
que la conocen.
El Parnaso es el nombre de una librería ambulante, (de hecho, el
título original es Parnassus on wheels)
un carricoche tirado por Peg, viejo caballo al que acompaña Bock, un perrito
juguetón. Con esos compañeros el señor Mifflin recorre el país, de pueblo en
pueblo, vendiendo cultura, o sea, libros, y a la vez, tratando de convencer a
los habitantes de cada casa de las ventajas de tener el hábito lector. «Que nos
llamen hombres no nos convierte en hombres―pregona Mifflin―. Ninguna criatura
sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que
esté en posesión de un buen libro». Maravillosa labor que le hace feliz, a la
vez que le mantiene en una sanísima unión con la naturaleza. Esta actitud es adoptada
por Helen, que se convierte en heredera del señor Mifflin.
Para evitar que su hermano compre
el Parnaso y desparezca de casa,
prefiere comprarlo ella. Pero una vez dueña del carromato y de todos sus
libros, es seducida por completo por ese mundo: decide, pues, cambiar de vida
al instante, o al menos, tomarse unas largas vacaciones y dejar a su hermano
horneando el pan y recogiendo los huevos de las gallinas. El recorrido que realiza para acompañar al
señor Mifflin al tren que le ha de llevar a Brooklyn, consigue entusiasmarla:
con la naturaleza, con los libros, con la vida al aire libre, las
conversaciones con la gente de cada pueblo, etc. Y por otra parte,
inevitablemente en esos días se crea una corriente amistosa en relación con el duendecillo Mifflin. Comprende los
valores humanos de este hombre, que a pesar de ser pequeño y feo, tiene un
corazón enorme y una fuerza más que sobresaliente. La corriente es de ida y
vuelta, por lo que el pequeño duende se siente también atraído por la gordoncha
solterona y el resultado es una historia de amor. Pero no un amor pasión, sino
ese amor profundo que se basa en la amistad, la lealtad y la honestidad. Ocurren
diversas aventuras casi quijotescas, en su deambular por los campos y bosques
cercanos a Long Island. El autor lo cuenta todo en clave humorística, dando un
tono entre jocoso y moralizante, entre hilarante y filosófico. Y el ritmo de
lectura es el de la carreta, lento pero constante. Con un lenguaje sencillo y
llano, pero pleno de referencias literarias a los clásicos. En suma, una
lectura muy simpática, un autor poco conocido en España, por lo que celebramos
que Periférica haya apostado por él.
Christopher Morley (1890-1957) nació en Haverford,
Pensilvania. Estudió en Harverford College, donde su padre trabajaba
como profesor de matemáticas. Posteriormente, se matricularía en la universidad
inglesa de Oxford para estudiar historia moderna durante tres años. En 1913, se
instaló en Nueva York y comenzó a trabajar en la editorial Doubleday. Pocos
años después se convertiría, recorriendo Estados Unidos como columnista y
reportero, en uno de los periodistas más prestigiosos de su época. Su primera
novela fue La librería ambulante,
publicada en 1917, y en 1919 apareció The
Haunted Bookshop. Su novela Kitty
Foyle, publicada en 1939 y trasladada al cine con el mismo título fue uno
de los grandes éxitos de crítica y público del momento.