MEMORIAS
FRIDERIKE ZWEIG
Trad. Pablo Álvarez
Ed. Papel de Liar, 2009
Friderike Zweig (Viena, 1882 -
Stamford, Connecticut ,1971), fue escritora, periodista, traductora y activista
en pro de la paz. Primera esposa del gran escritor austriaco Stefan Zweig, con
el que mantuvo una muy especial relación durante años, incluso después de
separarse de él. Tuvo dos hijas, Suse y
Elisabeth, de su anterior matrimonio con Felix von Winternitz, del que se divorció en
1914. Influyó decisivamente en Zweig, manteniendo muy buena relación a pesar de
que en 1838 se divorciaron.
En estas
Memorias, que bien califica de «destellos», Friderike cuenta su vida a modo de
flashes, pero también la de otros muchos amigos y conocidos del mundo de la
cultura y el arte con los que se relacionaba y le unía una profunda amistad,
aunque lo que relata acerca de la larga relación con Zweig, antes y después de
su matrimonio, conforma el eje del libro.
Estructurado el
libro en tres partes, la primera narra recuerdos de infancia y juventud,
comenzando con dos hechos que la impresionaron al oírlos contar: en 1881, (un
año antes de nacer) el incendio en un teatro abarrotado de público, el
Ringtheater de Viena, donde estrenaban Los
Cuentos de Hoffmann. En 1889, el príncipe heredero Rodolfo apareció muerto
junto a su amante, María Vetsera, en el pabellón de caza de Mayerling. La
noticia fue repetida en casa ante la niña Friderike, que la escuchó anonadada. El
otro texto incluido en la primera parte es un Diario de Guerra (1916-1918),
años en los que ya había iniciado su relación con el que sería su segundo
esposo, acérrimo pacifista.
En la segunda
parte trata de la vida junto a Stefan Zweig, desde el final de la guerra hasta
la separación, en 1938, y el apresurado exilio de su marido tras el invasivo registro
(¡buscando armas!) de la casa familiar en Kapuzinerberg. Esos años fueron los más felices, viajeros, en
los que conoció a muchísimos personajes de la cultura, por medio de Zweig, y
también por las propias actividades como activista en pro de la paz y como
escritora. Dedica capítulos a la relación, importantísima, con Romain Rolland,
con el doctor Schweitzer, con Einstein, Gorki, Toscanini, Joseph Roth,
Verhaeren, Tagore,… en fin, los Zweig eran hospitalarios y cosmopolitas, a
pesar de tener la residencia en Salzburgo, se movían por toda Europa y tenían
grandes amigos en París, Bruselas o Zurich. Toda esta parte es un conglomerado
de impresiones, citas, interesantes digresiones, en suma, un pozo de datos y de
impresiones personales de todas las personas citadas.
La tercera parte
trata del desastre previo a la II guerra: la presión nazi y la desbandada
general, la huida de Austria y el largo peregrinaje por Suiza, París, España y
Portugal hasta acabar en Nueva York, y, en el caso de Zweig, en Brasil, donde
el escritor, hundido en la depresión y poco ayudado por su débil esposa
Lotte, pusieron fin a ambas vidas.
Narrado casi como una novela, recuerda en cierto modo la Suite Francesa, de Irene Nemirovski: la terrible huida de París,
las largas colas de exiliados cargando con sus pocas pertenencias, perdiendo a
seres queridos y a amigos, hambrientos,
tratando de sobrevivir ante el empuje invasor y el colaboracionismo
francés. Son unas páginas francamente impresionantes.
Es interesante
conocer la versión ―comprensiva y generosa― de Friderike sobre la separación de
Stefan Zweig y el matrimonio con Lotte.
El relato del terrible final del que fue su marido lo realiza por medio de una
serie de cartas que recibió tras el fallecimiento. Thomas Mann le escribe una
larga misiva, y Martha Freud, la esposa del psiquiatra vienés, le escribe
varias, muy solidaria con los sentimientos de Friderike, puesto que ambas
sabían lo que significa convivir con un gran hombre, un hombre famoso e
importante a su lado.
La posición
general de Friderike es amable y comprensiva respecto de su esposo, pero a la
vez responsable de su propio quehacer, y consciente de los deberes para con sus
hijas, manteniéndose fuerte y ben posicionada ante los vaivenes que Stefan
sufría en su ánimo, y que a veces le llevó a tomar decisiones que ella
consideró equivocadas, pero que respetó.
En El mundo de ayer, considerado como las
memorias de Stefan Zweig, curiosamente, el escritor apenas trata la vida
personal y familiar, casi no habla de su esposa, ni de las relaciones que
mantuvo con otras mujeres, así como de su vida personal, salvo algunos datos de
juventud. De ahí que este texto resulte un complemento a la vida del ilustre
escritor, que nos ayudará a comprender algunos de sus movimientos y decisiones.
Al mismo tiempo, nos muestra la vida de una mujer fuerte, una mujer que tuvo
que tomar las riendas de su destino y con caballos desbocados, pues vivió dos
guerras y un largo exilio, y a pesar de ello salió adelante y dedicó el resto de su vida a ayudar a sus
hijas y a muchos otros amigos y conocidos exiliados, además de trabajar en
asociaciones en pro de la paz.
Nacida en la
plenitud del imperio austro-húngaro, como toda una pléyade de artistas, músicos
y literatos, investigadores y médicos, mezcla de razas, asistió al
derrumbamiento del imperio, gravísimos problemas económicos, pérdida de
patrimonio, y al éxodo de miles de gentes pertenecientes al mundo de la cultura
y el arte; todos ellos afectados de mayor o menor grado por el desmembramiento
de su país y el consiguiente problema de identidad. Sin embargo, ella se
mantuvo firme y supo arrostrar las desgracias y perturbaciones con ánimo y
tesón, mirando siempre hacia adelante.
Publicada en:
http://www.elplacerdelalectura.com/2012/07/destellos-de-vida-friderike-zweig.html