SEBASTIÁN ROA
Ed. B, 2012
De nuevo volvemos al mundo
medieval épico con la cuarta novela de Sebastian Roa, en un periodo histórico y
un espacio concretos: la Península Ibérica, los reinos cristianos y moros, las
alianzas y guerras en todas las combinaciones posibles. Hacia la mitad del siglo XII, Mardanish, al
que llamaban legendariamente Rey Lobo,
comparte protagonismo con su esposa favorita, Zobeyda, a la cual adjudica el
autor un papel determinante, de hilo conductor; casi demasiado importante -diríamos-
para los habituales papeles de las mujeres musulmanas en esa época. Sin
embargo, literariamente ofrece unas posibilidades humanas y dramáticas enormes.
Y a Roa le interesa lo literario tanto como lo histórico. Novela coral, el autor
abarca con ella un amplio abanico de miradas, siempre marcando una perspectiva
principal, que es la del reino andalusí levantino: el momento de esplendor y la
decadencia final. Las luchas internas dentro de cada bando, incluidas las
intrigas del harén.
Los pobladores del Sharq-al-Andalus,
el reino musulmán andalusí más oriental de la Península, gozan de una
floreciente economía, un clima cultural e ideológico liberal, un estado de
bienestar, en suma: viven en una especie de paraíso, de oasis entre reinos en
pie de guerra permanente. Paraíso que no durará mucho: poderosos movimientos de
pueblos empujan tanto por el norte como sobre todo, por el sur, desplazando a
los débiles mientras triunfan los fuertes. Y el Sharq se debilita a la vez que
su rey, tras años de batallas y luchas, lo que precipita su desaparición final.
Dividida la novela en tres
partes, la primera sitúa el momento histórico, para hacer que el lector
comprenda la relación de fuerzas y lo que mueve a los principales
protagonistas, que oscilan entre deseos y ambiciones. Las luchas internas, la
recuperación de Valencia, los intentos frustrados de recuperar Almería, ya en
poder de los almohades. El avance de éstos por tierras del sur, haciéndose
fuertes en Sevilla, Málaga, Córdoba y Granada, en manos de dos jóvenes pero muy
distintos hermanos, Yusuf y Utmán, hijos del califa Abd-al-Munín, que desde el
otro lado de Estrecho lanza directrices y prepara huestes y pertrechos para
invadir y dominar los reinos peninsulares. Los reyes y caballeros cristianos
todavía presentan batalla unidos frente al empuje almohade. Importantes
caballeros cristianos, además del emperador Alfonso, aúnan sus fuerzas con
Mardánish. Sin embargo, la semilla de la discordia le llega de su propio
suegro, Hamusk, germen constante de problemas. Cierra esta sección la muerte del
emperador cristiano y la dispersión que se genera inmediatamente en sus reinos.
La segunda parte muestra más
detallado el punto de mira almohade, las intrigas entre los hijos del califa,
incluyendo una descripción fastuosa del desembarco en Gibraltar de Abd al Mumín
y exhibición del poderío almohade, tambor gigante y camella blanca incluidos,
reuniendo a sus hijos Yusuf y Utman, así como a sus principales generales junto
al Peñón. La acción se desplaza de
Oriente a Occidente: Sevilla, Ecija, Córdoba… mientras en Murcia se gestan
intrigas. Finalmente, el terrible asedio a Granada, donde corren ríos de
sangre, ya predichos por una vieja bruja a Zobeyda. Con la muerte del viejo
califa se cierra esta sección.
La tercera parte avanza la
decadencia del Sharq. La reorganización del imperio almohade, con la decidida
intervención de Abu Hafs, el hermanastro de Yusuf y Utman, motor –de hecho- de
la organización y dirigente político y militar, preludia el asalto definitivo a
la Península, mientras los reinos cristianos inmersos en sus propias luchas de
poder, abandonan a Mardanish. La cruenta batalla frente a Murcia, donde se
consuma una traición, inicia la pendiente de desintegración y debilitamiento
que comenzando con el propio Rey Lob llevará a la desaparición definitiva del
reino andalusí. El drama familiar de Mardanish y Zobeyda llega a momentos
críticos y la ruptura parece inevitable, aunque el amor permanezca y
presenciemos una dramática despedida final
Las luchas en toda la novela no
solo ocurren, pues, entre los distintos reinos o clanes religiosos y militares:
la tensión también surge entre Mardanish y la favorita Zobeyda. Amor, odio,
ambición, honor y poder desfilan por las páginas de este libro. Sobre todas
estas pasiones, la que parece destacar es la ambición, del universal deseo de
poder, tan anclado en la naturaleza humana, y en este caso no hay diferencias
entre hombres y mujeres: Zobeyda desea el rango de reina tan fuertemente como
Mardanish desea triunfar sobre los almohades y hacerse con todo el sur
unificándolo bajo su mandato. Yusuf compite por el poder con Utmán, que a su
vez lucha por el amor de la poetisa granadina Hafsa, amante del poeta Abú
Yafar.
El autor hace desfilar toda una
serie de personajes secundarios interesantes: el consejero Abu Amir, prototipo
de librepensador, que prefiere morir antes que perder la libertad; las esclavas
de Zobeyda, a cual más bella y seductora, que son utilizadas a veces como
espías; Hamusk, el odioso padre de Zobeyda; los hijos que ésta tiene con
Mardánish de los que Hilal es descrito con personalidad propia; el violento y brutal
Al Asad, guardaespaldas de Hamusk pero con ambiciones ocultas; los caballeros
cristianos Armengol de Urgel, Azagra, y Alvar Rodríguez, amigos personales de
Mardánish, compañeros de lucha y orgías, aliados en la batalla. Y las personalidades
de los dirigentes almohades también presentan su interés: la debilidad y
cobardía de Yusuf, la fuerza bruta de Utmán y su amor por la bella Hafsa. El
viejo califa, aficionado a las mujeres rubias. Los miembros de la comunidad
judía granadinos, siempre ante la disyuntiva de huir o morir. La diáspora o
islam.
En cuanto al estilo, el relato
discurre en tercera persona y en pasado, saltando de un punto de vista a otro,
para ofrecernos una visión lo más completa posible, cosa que estimo lograda. Hay,
sin embargo, algunos breves y memorables pasajes (la lucha con el lobo que le
da nombre y leyenda al rey, la batalla en Granada y la de Murcia) en los que el
autor usa el tiempo presente, haciendo entrar al lector en una complicidad con
el narrador, siguiendo la acción de un modo emocionalmente más directo.
Por lo demás, quizás se hubiera
podido evitar tal número de páginas, a mi juicio excesivo, descartando o
resumiendo algunos episodios que no son imprescindibles o que en mi opinión son
de más difícil admisión, como el de la toma de Valencia liderada por Zobeyda, o
el viaje que ésta realiza con Al Asad a los reinos cristianos. También se echan
en falta algún que otro mapa, que hubiera ayudado bastante.
El autor, a pesar de dotarse de
una amplia y exhaustiva documentación, no se demora en exceso en datos
descriptivos ni eruditos, salvo los necesarios, y usa un glosario de términos
al final del libro con fines explicativos. También hay una nota histórica en la
que se informa al lector de qué personajes fueron reales y cuáles ficticios,
así como de otros detalles sobre batallas o hechos importantes. Todo ello muy
de agradecer. En suma: una narración épica, de lectura apasionante, fácil
seguimiento aunque difícil de manejar por su abultado formato (que hubiera dado
para una trilogía) pero con momentos que rozan lo legendario y mítico,
garantizando el disfrute a los amantes del género histórico, y también a todo
aquel lector que busque buena literatura.
Ariodante