CAMINO DE ÁKABA
T. E. Lawrence (1888-1935) fue un oficial del Ejército Britanico, tras pasar estudios en Oxford. Interesado en la arqueología y la historia de Oriente Medio, ganó fama internacional por su papel destacado durante la Revuelta Árabe contra la dominación turco-otomana en 1916–18. En años posteriores, escribió acerca de la increíble hazaña en el desierto y las variadas actividades por las que se atrajo el nombre de Lawrence de Arabia.
Cartas, enero-agosto 1917
T. E. LAWRENCE
Prólogo: Lorenzo Silva
Ed. Playa de Ákaba, 2012
62 págs.
Se recogen en esta edición una
serie de cartas a esta colección de cartas, algunas francamente sustanciosas,
del que conocemos hoy en día como Lawrence de Arabia que nos muestran, por un
lado, el aspecto personal de alguien a quien hemos conocido como un héroe
rodeado de un halo casi mítico, y que sin embargo, tenía familia a la que
dirigía comentarios sobre su cotidianeidad, hermanos con los que intercambiar
comentarios sobre sellos o libros. Y por otra parte se encuentran las cartas
donde informa a sus superiores sobre el estado de la situación, da detalles
técnicos de los planes a desarrollar o constata lo que se ha conseguido ya.
Tanto en unas como en otras, vemos a un Lawrence muy distinto –el Lawrence
británico– del que conocíamos, o al que creíamos conocer: el Lawrence de Los siete pilares de la sabiduría, texto
que nos parece una narración épica con tintes heroicos. Y por descontado, el
Lawrence que nos muestra David Lean en la impresionante película Lawrence de Arabia (1962).
En el prólogo, titulado Viajero, soldado, espía…escritor (un guiño a Tinker, Taylor, Soldier, Spy, la novela de LeCarré), Lorenzo
Silva destaca las distintas facetas de
este hombre, que fue explorador, arqueólogo, oficial de inteligencia, asesor
militar, y escritor, ya que supo transmitir en sus textos la emoción que le
supuso su gran hazaña.
La fascinación de Lawrence por
Arabia llevó, finalmente, no a la creación de una nación árabe como buscaba el
coronel, sino al reparto de Oriente Medio por parte de las potencias
occidentales aliadas. Claro que quizás esa peregrina idea de Lawrence,
conociendo como él conocía a los árabes, era del todo imposible. Y la prueba está en que hoy en día los países
árabes siguen en permanente discordia.
El encuentro de Lawrence con
Faisal en octubre de 1916 en Wadi Safra, fue el punto de apoyo que permitió al
coronel ocupar un lugar preeminente en la revuelta árabe. Hizo reconsiderar a
sus superiores británicos el papel que podrían jugar los árabes en la guerra
contra los turcos si se les asesoraba adecuadamente, lo cual se demostró como
cierto. Su mejor apoyo lo constituyó Faisal, que aceptó con más facilidad que
su padre las sugerencias y consejos de Lawrence, y al mismo tiempo la
convivencia de ambos hizo partícipe a éste de la manera de guerrear de los
árabes del desierto, las costumbres y relaciones internas y entre las diversas
tribus. El primer gran éxito de esta
dirección compartida es la toma de Ákaba.
En mi opinión, la lectura del
libro está sobre todo indicada a aquellas personas que ya conocen algo sobre el
coronel Lawrence, hayan leído Los siete pilares
o no, pero que conozcan su biografía, la de su amigo el escritor Robert Graves
(1927) o la de su sobrino Richard P. Graves (1995) o cualquiera otra de las que
hay escritas. Porque muchos de los
detalles que da en las cartas, sobre todo los destinados al coronel Wilson y al
general Clayton, son quizás demasiado técnicos y presuponen un conocimiento
previo de las andanzas de Lawrence. Los 27
Puntos, publicados en el Arab
Bulletin son, a mi juicio, la parte más interesante y jugosa de todo el
libro, (además del prólogo), porque ahí Lawrence, por medio de esas
instrucciones a todo aquel militar destinado a trabajar con los árabes, nos explica
el alma de esas gentes, que él conoció tan de cerca, demostrando una gran
capacidad de observación y una profundidad psicológica muy destacada, y las
sugerencias de cómo llegar a entenderse con ellos, proviniendo de un mundo tan
diferente y en un medio tan hostil como es el desierto, no tienen desperdicio.
Ariodante