MARIA JOSÉ
RUBIO
La esfera de
los libros, 2012
Por lo pronto, nos encontramos ante un libro de empaque:
seiscientas y pico páginas ambientadas en la primera mitad del dieciocho en
España. Siglo de las luces, el dieciocho no ha sido muy solicitado como marco
para escribir novelas en la actualidad: parece que la antigüedad egipcia,
griega y romana, así como el Medioevo, atraen a los novelistas históricos por
su lejanía y oscuridad, que aparentemente se prestan más a la novelación que los
siglos más cercanos, de los que abundamos en datos. Incluso el Siglo de Oro
tiene bastantes adeptos. Pero el XVIII, pese a ser de las luces, parece
bastante oscuro en cuanto a literatura histórica española se refiere.
Por otra parte, la etapa elegida es la del reinado del primer
Borbón…y la del segundo. Época de transición: cambio de dinastía, de modos,
estrategias y personajes. Así mismo, hay cambios sociales que paulatinamente
emergen como icebergs. Las investigaciones científicas, mezcladas con la alquimia
y magia, producen descubrimientos que configurarán la naciente sociedad
industrial, de la que España, por razones que podremos colegir de este texto,
quedará a la cola del progreso. También contempla la narración la transición
entre dos reinados, ambos dominados por féminas, mientras que los dos reyes,
Felipe V y Fernando VI son hombres débiles de carácter, que se abandonan a la
melancolía o a la caza, quedando, pues, el gobierno en manos de las reinas …y
de los poderosos secretarios de Estado. Mientras que el gobierno de la farnesina se inclina hacia Italia y
Francia, el de Brabanza lo hace hacia Portugal e Inglaterra. Se quiere
modernizar el país, cambiar la austeridad austríaca por la elegancia francesa e
italiana, pero intervienen muchos intereses de por medio y la cosas quedan en
incierto equilibrio. Entre los hechos destacables, está el intento de dar un
impulso a las artes plásticas creando la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando. La relación de artesanos y artistas fluye como un torrente a lo largo
de la narración. Toda una tropa al
servicio de unos reyes que quieren cambiar la imagen de austeridad austríaca
por una más festiva y alegre, francesa e italiana: construyen el palacio y los
jardines de la Granja, en Segovia, y remozan el palacio y los jardines de
Aranjuez.
Este conjunto se nos presenta principalmente bajo la óptica
de un personaje histórico, real, Francisco Barranco, un maestro cerrajero. ¿Qué
pinta un cerrajero, un artesano, en la corte? No pinta: abre y cierra puertas.
Y con las puertas, secretos. Es una magnífica imagen la elegida para servir de
símbolo de unos tiempos llenos de intrigas y sociedades secretas. Y también la
excusa para entrar en la corte sin ser cortesano, y para contarnos las vidas de
los reyes y de los principales protagonistas de ese medio siglo en Madrid. Hay, pues, otros muchos personajes en la
novela, la mayoría históricos: con este texto, la autora se inclina claramente
hacia la historia novelada. La ficción alterna con largos tramos de reportaje
histórico.
Hay ficción, desde luego, centrada en la biografía cotidiana de
Francisco, el aprendizaje en la fragua de José de Flores, así como en la parte
personal del protagonista, amigos, enemigos y amores, y la enconada búsqueda de
una fórmula magistral del acero. La autora propone asimismo un personaje
femenino, también histórico: la condesa de Valdeparaíso, dama al servicio de
Bárbara de Braganza, que junto a Miguel de Goyeneche nos sumerge de lleno en
las intrigas de la corte. A su vez, desfilan como secundarios históricos las
parejas reales y sus hijos, los músicos Scarlatti y Farinelli, empresarios como
la familia Goyeneche, los secretarios de estado/ministros como Patiño, Carvajal,
el marqués de la Ensenada; arquitectos como Sacchetti y Bonavía …
Pero además del desfile de personajes históricos relevantes,
a lo largo de esa primera mitad del siglo ocurren muchos hechos importantes,
además del incendio del Alcázar y la construcción del Palacio Real: el
terremoto de Lisboa, que se siente incluso en Madrid, la creación de la primera
escuela de Bellas Artes, la de San Fernando; la modernización de los astilleros
y creación de una Armada potente; la reorganización del ejército; la
modernización de la administración, etc. En el transcurso de la narración, el
terrible incendio y destrucción del Alcázar real, descrito magníficamente por
la autora, ejerce como un eje simbólico (el cambio de una dinastía por otra) alrededor
del cual gira la novela. Ese suceso conlleva su reedificación, siguiendo la
construcción del palacio real el curso
de todo el texto, incidiendo en él a veces o simplemente, como telón de fondo.
Espacio principal de la acción: Madrid, con unos capítulos en
Sevilla, cuando los reyes desplazan allí
la corte durante unos años. En esos espacios se mueve nuestro cerrajero, la
condesa y Goyeneche, los cerrajeros Pedro y Sebastián de Flores, a quien habría
que sumar otro personaje, proveniente del mundo de la farándula y el teatro, Pedro
Castro, cuya amistad con el protagonista le lleva de la mano para entrar en
otros mundos.
El libro se lee de modo que interesa y entretiene, aunque el
ritmo es sincopado, la acción puramente
novelesca se ve entrecortada por la narración histórica, que, si bien marca las
pautas generales donde se desarrolla la ficción, ralentiza mucho su seguimiento;
supone un punto y aparte. En cuanto al estilo, es correcto, aunque quizás en
algunos casos haya términos o conceptos demasiado contemporáneos, no de la
época en que nos sitúa, sobre todo en los tramos puramente históricos, en los
que quizás la profesión de la autora aflore inconscientemente y utilice un
discurso más cercano al ensayo.
Ariodante
Web de Maria José Rubio: http://www.mariajoserubio.com/biografia/
4 comentarios:
Estupenda reseña. Me da la impresión de que son demasiadas páginas y que el resultado no resulta el apetecido para un lector medio de novela histórica.
Gracias. No lo creas, mi la lectura no se me hizo pesada en ningún momento. Porque me interesaba mucho esa época, de la que desconocía casi todo. Para aquel lector que solo busque acción, quizá sí le resulte poco entretenida. No sé si es ti caso.
La verdad es que cada vez tengo más cuidado con las novelas históricas. Me ha llevado grandes decepciones. Así que sigo muy de cerca las reseñas de los hislibreños y me dejo llevar muy a menudo por sus consejos.
Es una buena costumbre (me refiero a lo de consultar Hislibris). Hay sobresaturación de publicaciones bajo la clasificación de "novela histórica" y, la verdad, ni todas lo son, ni todas son productos acertados.
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