JULIA STRACHEY
Trad. Laura Salas
Ed Periférica, 2011
En este relato la autora muestra
el sello del grupo de Bloomsbury, grupo que frecuentó, aunque como segunda
generación. Relato o novela corta, la narración oscila entre lo objetivo y lo
subjetivo, si bien tiene más peso la parte descriptiva; lo que se nos describe
es un día, y sólo retazos del pasado son evocados en algún momento tanto por la
novia, Dolly, como por Joseph, un amigo de Dolly que duda aún sobre su amor por
ella. Pero esta es la excusa de que se vale la autora para pintar un fresco de
la alta sociedad británica de los años 30, y de una familia enloquecida ―algo
que probablemente ella misma conociera en el clan familiar de los Strachey―no
sólo por el momento de la boda, sino probablemente porque estaban habituados al caos. La abuela
de Julia, Jane Grant, tuvo trece hijos entre manifestación y manifestación sufragista,
y dirigió su casa de un modo algo excéntrico, al parecer; su abuelo, Richard
Strachey, era teniente general del ejército colonial, por lo que fue la abuela
la que hubo de llevar el mando de la casa. No sé hasta qué punto conocería
Julia Strachey este ambiente, pero desde luego algo de él puede verse reflejado
en la lectura de este texto. Y el sello de la extravagancia es claramente
Bloomsburiano.
Hay un lejano eco de La Señora Dalloway, de Virginia Woolf, aunque
muy vago: también transcurre en un día, con incisos del pasado que acuden a la
memoria de los protagonistas. También hay un antiguo amor que trae recuerdos.
Pero nada más. En realidad, el estilo casi se parece más a Stella Gibbons y su
serie de Flora Poste. Una especie de esperpento donde la clase alta se pasea
por el escenario haciendo extravagancias (la mansión preparada para la boda),
pero ni siquiera presenciamos la boda: sólo respiramos el ambiente, los nervios
de la novia, los del amigo/amante y los de la madre, la señora Thatcham, que, intentando
que todo salga bien, se confunde y coloca en la misma habitación al canónigo
Dakin y a la señorita Spoon, cuyo encuentro en el baño crea un hilarante y
embarazoso momento. Las dudas e histerias de Joseph, los nervios de Dolly, que se tira un tintero
encima de traje nupcial mientras se atiza unos lingotazos de ron para calmarse; Owen, el novio, entra y
sale de escena ajeno a todo, preocupado más por la inclusión de una pequeña
tortuga, propiedad de su flamante esposa que se empeña en llevarla en el viaje
de novios a Sudamérica.
La boda parece ser uno más de los
contratos formales que se hacían entre familias para mantener la posición
social, aunque la decisión, tomada en un mes antes, haya sido de Dolly,
la cual parece una chica que no tiene demasiadas complicaciones mentales. Es un
relato superficial, entretenido, humorístico, pero nada
más. Nada del mundo interior de la Woolf. Podría ser una divertida comedia si alguien la llevase al cine. En
cuanto a la edición, me ha parecido que la traducción, demasiado literal para
mi gusto, acentuaba la “britaneidad” del texto.
Julia Strachey (Allahabad,
India, 1901-Londres, 1979) Escritora británica nacida en India, donde su padre,
Oliver, hermano del prestigioso escritor Lytton Strachey, trabajó algún tiempo.
Julia, sin embargo, pasó la mayor parte de su vida en Inglaterra, donde ejerció
como modelo del famoso diseñador de moda Paul Poiret, para más tarde ocuparse
como fotógrafa, lectora editorial y editora, formando parte del famoso Grupo de
Bloomsbury, al igual que su tío Lytton. Entre 1927 y 1934 aparecieron relatos y
reportajes suyos en diferentes medios, y en 1932 publicó, con gran éxito de
crítica, Precioso día para la boda. Posteriormente siguió
colaborando en numerosas revistas, entre ellas The New Yorker.
Ariodante