(Big blonde)
DOROTHY PARKER
Ilustraciones: Elisa Arguilé
Traducción: Jorge Cano
Nórdica Libros, 2013
Relato ácido y descarnado de la
trayectoria vital de una mujer que más para mal que para bien, resulta ser,
como dice el título, big blonde. Un
tipazo despampanante, una chica de vida alegre, dicen otros. Contado como
si mirase tras una ventana, como si
viera llover, sin dramatizar, sencillamente el relato desprende amargura y
tristeza. Parker era corrosiva y sarcástica y aquí se expande, mostrando en su
rudeza una vida vacía de contenido y abocada a la muerte o a la nada. Lo que
siente –que no es precisamente alegría- una mujer que vive para y de los
hombres, alguien que hace de esa dependencia su única vida, y cuyo modo de
soportarla es depender de otra cosa: el alcohol. Los hombres que la autora hace
desfilar no son, precisamente, caballeros. Hombres que hacen de algunas mujeres
sus muñecas.
La rubia Hazel es la protagonista
de esta historia de desamor, que gira alrededor del alcohol y sus efectos de
falsa euforia, de nube feliz en la que se envuelve como un chal para no ver las
carencias de su existencia. Ella querría un marido, sí, y un hogar, zapatillas por la noche y noches de amor.
Pero todos los hombres con los que daba querían otra cosa: alegría (falsa
alegría) autoengaño, risas y burbujas. Con mucho hielo. Pasar el rato, pasar la
noche, divertirse.
Así, aunque al principio consigue
casarse con Herbie Morse, la cosa
funciona mientras ambos están bebidos. En los momentos de lucidez todo se
acaba. Herbie finalmente desaparece de
su vida y sólo le deja el apellido y algo de dinero. Hazel cae en un sopor que
la lleva de hombre en hombre y de copa en copa. Pasan muchos, unos sustituyen a
otros. Ella sigue siendo muy atractiva mientras sonríe, y sonríe si está
bebida. Hasta que se encuentra con un caballo tirado en la nieve, y los
latigazos que le da el cochero parecen despertarla del letargo en el que vive.
Pero despertar es peor: no soporta el sufrimiento y ello le lleva irremisiblemente
a tratar de quitarse de en medio. Pero todo el mundo se empeña en que viva y
que siga siendo una mujer alegre. Algo
de autobiográfico hay en esta historia, ya que sabemos que la Parker pasó
vicisitudes y turbulencias en su relación con los hombres, y que también le dio
al alcohol. Sin embargo a Parker la salvaba la cultura. Hazel no tenía ese arma
en sus manos.
La edición se presenta ilustrada
por Elisa Arguilé, que usa el rotulador «por diluirse en alcohol como la
protagonista» proponiendo unas imágenes entre el art decó y el pop, jugando con el tono rosado
de la piel y el amarillo del pelo. Imágenes sugerentes y con mucho simbolismo.
Dorothy Parker, de soltera Rothschild (Nueva Jersey, 1893 – Nueva
York, 1967) fue una cuentista, dramaturga, crítica teatral, humorista,
guionista y poeta estadounidense. Muy conocida por su cáustico ingenio, su
sarcasmo y su afilada pluma a la hora de captar el lado oscuro de la vida
urbana en el siglo XX. Habiendo perdido a toda su familia en 1913, hubo de
ganarse la vida con distintos trabajos: tocando el piano, escribiendo para
Vanity Fair, o para Vogue, hasta formar
parte de la plantilla de The New Yorker. A lo largo de su vida tuvo varios
intentos de suicidio. En 1919 comenzó a reunirse con amigos en las famosas veladas
literarias en el Salón Rosa del Hotel Algonquin de Nueva York, llamada la Mesa
Redonda por la prensa, aunque
algunos la llamaban también el Círculo
Vicioso. Asistían, entre muchos otros: Heywood Broun, George S. Kaufman,
Marc Connelly, Robert Benchley y Robert Sherwood, así como Harpo Marx. Duraron
aproximadamente diez años.
Ariodante
Abril 2013
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