Una historia de mujeres creadoras
ANGELES CASO
Planeta booket, 2011
Es este un interesante ensayo de divulgación histórica. No sólo por su
tema central, a saber, el rescate para el gran público de mujeres que a lo
largo del tiempo han realizado una labor de creación artística, musical,
literaria o erudita; mujeres que han caído en el más absoluto de los olvidos o
cuya labor creadora ha sido vilipendiada, ocultada y su vida calumniada. No
sólo eso, digo, sino que la autora muestra el contexto histórico en el que esas
mujeres han realizado su obra, y la actitud que los destacados religiosos,
filósofos, literatos, etc. del momento ante el hecho de la creación femenina.
Añade un capítulo sobre las mujeres visionarias, el fenómeno del misticismo
femenino, donde Teresa de Jesús destaca con luz propia.
Es, por tanto, un repaso de la historia desde el medioevo hasta los
siglos XVII-XVIII, y a la vez un ensayo sobre las relaciones hombre-mujer a
través del tiempo. Es en el medioevo donde la Iglesia detenta el poder sobre la
cultura y es, por tanto, en gran parte responsable de la mirada masculina y
patriarcal. Y es en el siglo XVIII, siglo llamado de las luces, donde cambia radicalmente la perspectiva, con el auge
de los salones filosófico-literarios, conducidos principalmente por señoras
(costumbre que comenzó a finales del XVII, como muy bien cita la autora) que
además de fomentar la cultura a veces ellas mismas eran protagonistas. Mme. de
Lafayette, Mme. de Sevigne, Mme.de Staël y otras son ejemplos de ello. El salto
al siglo XIX, donde el movimiento romántico y los movimientos sociales
feministas tienen su surgimiento y vida propia, merece ser tratado aparte.
Así pues, son ocho los capítulos que recorren diversas etapas
históricas, y variopintas manifestaciones culturales: literarias, artísticas,
musicales, además de las religioso-místicas. En cada capítulo van surgiendo
nombres de mujeres que destacaron por sus textos literarios o religiosos, sus
composiciones musicales, sus pinturas. Punto común de todas estas
mujeres es que, por norma general, no eran aceptadas socialmente; eran miradas
con verdadero odio por parte de sus «colegas» masculinos. Y no solo por ellos:
de hecho, encontraban entre las propias mujeres un obstáculo a veces más cruel
y obstinado. Muchas eran las que criticaban y calumniaban a sus congéneres por
atreverse a lo que ellas no eran capaces de afrontar. Sin embargo, en cada época
de las recorridas, las condiciones concretas van evolucionando, a la par que la
sociedad que las engloba, por lo que encontraremos que algunas mujeres
consiguieron triunfar o al menos, salir adelante a pesar de las dificultades.
Angeles Caso plantea
repetidamente su argumento, que podría resumirse en que las mujeres (aquellas
que podrían tener acceso a la cultura por su nivel social) han sido relegadas a
la ignorancia más supina para estar mejor sometidas al mundo masculino. La vida
pública cultural estaba reservada a los hombres, y por tanto una mujer que
realizase una labor tal, aunque sea publicar un libro, y lo hiciese desde una
reclusión monacal, era considerada sospechosa de prostitución, brujería o
herejía. Dos eran los caminos permitidos en la vida de una mujer: el matrimonio
y el convento. Ni se contemplaba una soltería libre para ellas. Sometidas,
pues, a Dios o al marido (o al padre o a los hermanos, según el caso), vivían
siempre bajo el control masculino. Así, las pocas que se atrevían a desafiarlo
eran tratadas de modo inmisericorde. Muchas acababan por renunciar, otras se
recluían en conventos para seguir su trabajo, y otras ...sufrían y sobrevivían
como podían, para luego perderse en el pozo profundo del olvido.
Algunas se destacan por una cierta aceptación, como la longeva pintora
Sofonisba Anguissola, que fue dama de honor de la reina Isabel de Valois, en la
corte de Felipe II, pero si recibía emolumentos no era por su trabajo como
pintora (aunque esa era realmente su ocupación) sino por ser dama de la corte.
Recibir un sueldo por pintar, para una dama noble, suponía una humillación y
una rebaja de su estatus social. Pero pintora lo fue hasta los noventa años, en
que murió.
Brilla sobre todas las demás Artemisia Gentileschi, por su talento
como artista, viviendo de su trabajo, y por su talante como persona y como
mujer que la hizo dirigir la trayectoria de su vida. Del mismo modo como
excepcional fue Luisa Roldán, la Roldana, probablemente la primera
escultora de cámara. Y la polifacética escritora y viajera británica Aphra
Behn, que además practicó el activismo político, el espionaje, y llevó una vida
bastante libre en la Inglaterra de la Restauración.
Hay que aclarar que estas mujeres que realizan una obra de creación
pertenecen en su casi total mayoría a la nobleza o al clero, que son las únicas
con acceso a un cierto grado cultural. Impensable que una lavandera, una
labradora o una tendera tuvieran este problema -tenían otros-, puesto que las
posibilidades de que supieran leer y escribir o tuvieran acceso a algún nivel
cultural eran cero…al igual que los hombres de su misma clase social. A ese
nivel, las mujeres de clases inferiores, si bien también estaban sometidas a
sus esposos o a sus amos, eran capaces de desarrollar muchas labores al mismo
nivel que los hombres, en la agricultura, en el comercio, etc. labores que no
necesitasen de una instrucción intelectual. Solo en el caso de las pintoras o
escultoras, actividades manuales y por tanto contempladas como artesanales,
cabe encontrar procedencias no aristocráticas.
Todos estos casos que se citan en el libro pueden parecer
descabellados, pero así era la realidad cotidiana en Europa, o más bien, así ha
sido la realidad hasta el siglo XIX, en que la mujer como persona portadora de
derechos empezó a levantar cabeza. Por eso al estudiar la historia del arte y
la literatura nos cuesta trabajo encontrar algún nombre femenino en los
listados de autores, pintores o músicos. La propuesta de Virginia Woolf acerca
de disponer de un espacio propio, la «habitación propia» no tuvo posibilidades
de realizarse hasta muy avanzado el siglo XIX. De ahí la pertinencia de este
ensayo, que además de ser muy elocuente sobre este tema, nos brinda la
oportunidad de conocer los nombres y las vidas (o lo que sabemos de ellas) de
una serie de mujeres cuyo empeño en aportar su granito de arena a la cultura
merece ser recordado. La parte referida a las mujeres artistas es la que me
parece más lograda, o al menos, la que me ha resultado más atrayente, mientras
que otros capítulos, como el de las visionarias, me han parecido algo lentos y
repetitivos. Sin embargo, en su conjunto, el libro es altamente atractivo y
sugerente, proporcionando un acúmulo de información y de datos históricos
relevantes sobre este tema.
Ángeles Caso (Gijón,1959) es
escritora y periodista española. Tras cursar estudios de Historia del Arte,
comenzó su carrera periodística en TVE Asturias, para pasar en 1985 a presentar
los informativos nacionales de TVE, consiguiendo una importante popularidad que
se reflejó en su programa La tarde. En
1994 decide centrarse en su carrera literaria, que había iniciado en 1988 con
Asturias desde la noche, tras ser finalista del Premio Planeta con El peso de las sombras, aunque sigue
colaborando con distintos medios de comunicación de manera puntual, como con
TVE o la Cadena Ser. Un largo silencio supuso su siguiente gran éxito al
conseguir el Premio Fernando Lara de novela en el 2000. En 2009 alcanzó el
galardón mejor dotado en español al conseguir el Planeta de Novela por su obra Contra el viento.
Ariodante