(NO DOOR)
THOMAS WOLFE
Ed. Periférica, 2012
El
universo de Tomas Wolfe se muestra en una serie de cuatro puertas que el autor
abre, con estos textos inclasificables; entre reflexiones, prosa poética,
vagabundeos por el mundo interior, errancias por diversos mundos exteriores que
no son el suyo. Wolfe era ave solitaria y nunca encontró un verdadero nido,
pero supo muy bien crear ese mundo interior riquísimo en imágenes, sugerencias,
connotaciones y significados. De una gran producción literaria, no solo en
cantidad sino en calidad, su obra nos transporta a esa América profunda, que
llevaba calada hasta los huesos. Y al mismo tiempo nos transmite otras
impresiones, como las sugeridas por sus viajes por Europa, algunas e ellas en
esta obra. El libro se compone de cuatro partes, muy autobiográficas, pues son
reflexiones, ideas, imágenes y anécdotas ocurridas en cuatro momentos y lugares diferentes.
El
primer texto, Octubre, 1931, ambientado
en Brooklyn, contrasta dos maneras de ver la vida a la vez que inserta los
recuerdos de otros tiempos, y las impresiones de otros mundos, otras puertas a
las que no puede acceder. Un mundo brutal y duro, al lado de otro afortunado y
bello.
El
segundo texto es otro octubre, pero de 1923: el autor se retrotrae al momento
en que tras los estudios fuera de casa, retorna a su pueblo natal, Asheville.
El padre ha muerto ya, y su recuerdo, mientras trata de conciliar el sueño en
casa de la madre, se une al recuerdo de su hermano, también muerto años atrás.
El viento y los sonidos de la noche le mueven a través del tiempo, recordando
detalles y sentimientos olvidados.
Un
tercer octubre, esta vez de 1926, nos transporta a la Inglaterra estudiantil,
quizá Oxford, y describe tanto el ambiente del lugar como la vida en el
alojamiento donde coincide con otras personas pertenecientes a otros mundos,
como siempre, a puertas que no abrirá. Casi se siente estudiante junto a un
grupo de estudiantes, jaleando una regata de dos colegios en competición. El
ambiente juvenil, las fiestas al aire libre, los pubs, ese era un mundo al que
tampoco él pertenecía pero que le creaba muchas
sensaciones agradables, de amistad y camaradería.
“Era
una vida que me resultaba tan cercana que sentía que podía tocarla con mi mano
y hacerla mía en cualquier momento- dice el narrador-. Era como si hubiera
vuelto a una habitación que conocía de antaño, como si me hubiera detenido por
un instante sin ninguna duda o perturbación del alma delante de la puerta;
seguro de que, cuando lo deseara, solo tendría que hacer girar el pomo, empujar
un poco y entrar en una vida que me pertenecía. (…) Pero nunca encontré la
puerta, ni hice girar el pomo, ni entré en habitación alguna. Cuando llegué a
ese punto, jamás pude hallar la puerta.”
Finalmente
se cierra el libro con un texto en abril de 1928. En este breve texto último,
probablemente ambientado en Nueva York, describe el mundo ciudadano, el mundo
del trabajo duro, las grandes moles de piedra y el fragor de los camiones, las
fuertes voces masculinas de los trabajadores que recorren la cuidad para
cumplir con su trabajo. Pero también describe otra mirada, la mirada de un
hombre solitario desde su alta ventana que transmite una paz y una emoción paternales: “Todas las
cosas que proceden de la tierra y que mudan con las estaciones, todas las cosas
que duran y cambian y vuelven a ser como eran en la tierra, esas cosas siempre
serán iguales, pues vienen de la tierra, que nunca cambia, y vuelven a la
tierra”. Bajo el pavimento pétreo, bajo el asfalto de las calles, algo crece.
La tierra respira. Un bellísimo libro, breve pero intenso en emociones y
sensibilidad.
Thomas Clayton Wolfe (Asheville,
1900–Baltimore, 1938) fue un importante novelista estadounidense del siglo XX,
hasta el punto que Faulkner, que era tres años mayor que él, le colocaba
delante suyo en la lista de mejores escritores norteamericanos. Wolfe escribió
cuatro novelas largas, muchos cuentos, poesía, obras dramáticas y fragmentos de
novelas. Su prosa destila poesía, y refleja la cultura y costumbres de Estados
Unidos del primer tercio del siglo XX, en especial los de su ciudad natal en
sus años de niñez y temprana juventud así como los años vividos posteriormente
en Nueva York y Boston. Realizó seis viajes a Europa, descubriendo interesantes
aspectos de Inglaterra, Francia y Alemania que pasan desapercibidos para los
europeos.
Ariodante